Los sindicatos y los partidos de izquierda organizaron este sábado en Francia manifestaciones que, sin ser masivas, fueron en algunos casos multitudinarias contra la extrema derecha a la que los sondeos sitúan a las puertas del poder.
Las fuerzas del orden cifraron en 250.000 los manifestantes en todo el país, de ellos 75.000 en París, explicó a EFE un portavoz de la Prefectura de Policía, que precisó que hasta poco antes de las 18.00 locales (16.00 GMT) se habían contabilizado cuatro detenciones.
Los altercados durante el recorrido en la capital, entre la plaza de la República y la de la Nación, con lloviznas en algunos momentos, fueron de poca magnitud, destacó el portavoz de la Prefectura de Policía.
Fuera de la capital, una de las marchas más nutridas fue la de Marsella, donde la policía estimó que hubo 12.000 personas.
La Confederación General del Trabajo (CGT), uno de los sindicatos convocantes, señaló por su parte que fueron 250.000 en París y 640.000 en toda Francia.
Dentro de los desfiles, el ambiente fue bastante distendido y en algunos momentos festivo, con cánticos. Hubo pancartas de los sindicatos, de los partidos del nuevo Frente Popular, pero con frecuencia se pudieron ver igualmente también banderas palestinas.
Esta jornada de movilización es consecuencia del adelanto electoral de las legislativas decidido por el presidente francés Emmanuel Macron tras la severa derrota que sufrió su partido, Renacimiento, el pasado domingo en las elecciones del Parlamento Europeo, en las que se tuvo que conformar con un 14,6% de los votos, frente al 31,4% de la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen.
De cara a esos comicios legislativos, que se celebrarán los próximos 30 de junio y 7 de julio, los sondeos que se han realizado desde entonces auguran una nueva victoria para la RN, que conseguiría más del 30% de los sufragios en la segunda vuelta, mientras en segunda posición quedaría el nuevo Frente Popular constituido por los partidos de izquierda.
Los principales responsables de esas formaciones estuvieron presentes en la marcha de París, como el primer secretario del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, que destacó la importancia de la unidad conseguida en menos de una semana en torno a “un proyecto positivo para cambiar la vida, como en 1936 con el Frente Popular”.
Ese tipo de mensajes a la unidad se vieron confrontados con las primeras fricciones en la nueva coalición al saberse que La Francia Insumisa (LFI) ha excluido de investidura a cinco de sus diputados salientes que se habían significado por sus encontronazos con el líder de este partido de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon.
Al mismo tiempo, esa formación ha investido de nuevo al diputado Adrien Quatennens, uno de los lugartenientes de Mélenchon, que en 2022 fue condenado a cuatro meses de cárcel exentos de cumplimiento por pegar a su mujer, lo que ha generado malestar dentro de LFI, así como en el resto de los partidos.
El golpe de efecto del día llegó con el anuncio del que fue presidente de Francia entre 2012 y 2017, el socialista François Hollande, de que va a presentarse a las elecciones en nombre de su partido a un escaño por el departamento de Corrèze (centro), que ya fue en el pasado su feudo electoral.
Hollande, que había sido muy crítico con la alianza electoral en 2022 del PS con LFI, el PCF y los Ecologistas, el jueves dio su respaldo a la constitución del Frente Popular.
Esta tarde, desde Corrèze, justificó su candidatura para un puesto de diputado por considerar que “la situación es grave” ante “el riesgo que representa la extrema derecha”, que puede llegar al poder, e insistió en que hay que impedir que eso ocurra.
(Con información de AP y EFE)
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