Monomanías, entre el arte y la ciencia: Cuando la ‘locura’ se podía ver en un cuadro

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Pódcast con Javier Burgos, cuando la locura estaba en los cuadros | M.V.

La ciencia ha hecho mucho por que la enfermedad mental tampoco sea el fin del mundo. Pero hubo un tiempo, no hace ni dos siglos, en que la imagen de un criminal y la de un loco eran casi las mismas. Y su destino, la celda. Tuvieron que llegar unos médicos franceses, a principios del siglo XIX, para que alguien se preguntase si lo que se conocía como locura no era más (ni menos) que un mal del cerebro. Y, con ello, el ‘loco’ pasó a considerarse un ser humano. Objeto de estudio médico y artístico. Nacieron las monomanías y sus retratos. Ciencia (hoy pseudociencia) y arte de la mano.

En 2017, el neurocientífico de la UJI Javier S. Burgos (Port de Sagunt, 1971) publicó un artículo que demostraba que pintor francés Gericàult había retratado a una serie de enfermos mentales en los psiquiátricos de París, cuando los primeros eran sencillamente llamados locos y los segundos manicomios. El doctor Étienne Georget, pionero de la psiquiatría como sus maestros, trató de humanizar a estas personas intentando comprender qué les pasaba. Y describió los diversos rostros de la locura. Porque la enfermedad mental se tenía que ‘notar’ en la cara.

Así, alguien podía tener cara de ludópata, envidioso, obsesivo, cleptómano o ladrón de niños. Y, de este modo, Georget encargó al pintor romántico Théodore Géricault un cuadro por cada una de esas monomanías. Cinco fueron encontradas en un ático de Alemania, pero Burgos se dio cuenta de que en una carta publicada en 1863, un marchante de arte citaban otros cinco cuadros. Cinco monomanías perdidas que él se puso a buscar.

La labor detectivesca del neurocientífico Javier Burgos

Burgos confiesa que más de una vez le han llamado a él loco, o monomaníaco, después de obsesionarse con la búsqueda de estos cuadros perdidos que hilan un trozo de la historia de la medicina. El que media entre que se usaba para todo el término de ‘locura’ y un presente en que “hemos avanzado mucho, aunque aún quedan reminiscencias de entonces“, reconoce.

Dice este biólogo molecular, experto en alzhéimer, que “una de las cosas que a mí me hacen pensar es qué me diferencia de ese ser humano que está en el otro lado del cuadro”. Una mirada turbada desde el lienzo que desata en el investigador valenciano un desafío, como lanzado desde el túnel del tiempo del Romanticismo.

El vídeo promocional de una pequeña exposición sobre arte y locura del Museo de Arte de Rávena fue el hilo definitivo que condujo al profesor Burgos a las monomanías perdidas. La mirada triste y anónima plasmada en un cuadro de hacía casi 200 años le iba a dar la clave. Burgos, que a para principios de 2020 ya había convertido su casa en un escenario detectivesco, con fotos y chinchetas incluidas, partió hacia una Italia a punto de cerrar por coronavirus.

Entre 2021 y 2022 localizó una monomanía llamada religión y otra retratando el alcoholismo, en una colección privada de Italia y en el palacio de Versalles, respectivamente. Su hallazgo se convirtió en artículo científico en The Lancet Neurology, en crónica en Jot Down y en divulgación sobre los males del cerebro en su libro Geografía de la locura (West Indies, 2020).

Ahora, en 2023 ha dado con un tercer cuadro que estaba ‘a la vista’ de todo el mundo en un rincón del Louvre: Vendeeano, es su título, pero no se había asociado hasta ahora a una monomanía.

Las monomanías hoy son pseudociencia: no puedes decir que alguien esté loco con mirarlo

Gracias a las monomanías de Géricault, no sólo hemos podido viajar a la depresión, la esquizofrenia o la psicopatía de hace 200 años, cuando aún casi no existían ni esas palabras. Podemos viajar al museo de la mente humana. 

“Desde el punto de vista científico, no aportan nada –advierte Burgos–. Esto que hace 200 años era una ciencia, hoy es una pseudociencia. No podemos identificar a un enfermo mirándole la cara. Podemos saber si una persona está enfadada, está triste, su estado de ánimo, pero no podemos hacer un diagnóstico certero de un enfermo mental, que es lo que se trató de hacer”.

¿Cuál es hoy el retratista oficial de los males del cerebro, en 2023? Javier Burgos cree que este es uno de los asuntos más complejos en el mundo de la psiquiatría y la neurociencia. ¿Hay un cuadro casi único para cada enfermedad, como creían los médicos de las monomanías? “Por ejemplo, en el mundo de la enfermedad Alzheimer, que es de lo que yo más conozco, al final no hay un test que te diga o no, sino que construyes un diagnóstico, con muchas herramientas“. No es ni un simple análisis, ni un escáner. Aunque puedan ser reveladores.

En este capítulo del pódcast Tampoco es el fin del mundo, repasamos la historia de las monomanías pero, también del alzhéimer, “una de las pandemias de nuestro tiempo que nos exige actuar ya, no cuando tengamos el triple de pacientes”. Y viajamos por el mundo de esas personas que han convivido con trozos de su cerebro extirpados. Como el paciente H.G.M. El hombre que se quedó clavado para siempre en 1953 (aunque vivió hasta 2008) porque fue incapaz de recordar nada nuevo desde que cumplió 27 años, en que le extirparon el hipocampo.

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Por Diario

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