Cuando un comentario inocente te convierte en sospechoso (al menos en tu mente)

Hoy fui al CRS Cordillera Oriente para recibir las instrucciones de una colonoscopía que tengo programada como parte de mis controles oncológicos.

Todo empezó normal: llegué, tomé mi número y esperé unos 20 minutos hasta que una enfermera me llamó por mi nombre y apellido. Paso al consultorio y comienza con las preguntas de rigor:

• ¿Se ha hecho este procedimiento antes?
• Sí, una vez, justo cuando me diagnosticaron cáncer de colon el año pasado.
• ¿Lo operaron?
• Sí, me hicieron una hemicolectomía izquierda.

La enfermera siguió con las instrucciones, explicándome la dieta preparatoria y enfatizando la importancia de beber las sales para limpiar el colon. Todo iba bien hasta acá. La conversación prosiguió así:

• ¿El procedimiento lo hacen con anestesia local o general? –pregunté, recordando que en mi colonoscopía anterior me pusieron una máscara y luego no supe más–.
• Es con sedación –me respondió–. El paciente puede seguir instrucciones, como moverse si es necesario.
• Ok, es que del procedimiento anterior no recuerdo nada.
• Es que la sedación también produce amnesia.
• Ahhh… es algo así como la escopolamina, entonces.

Aquí es donde todo se salió de control… al menos en mi cabeza. La enfermera soltó una risa, pero no fue cualquier risa. Fue una risa nerviosa. En ese instante, mi cerebro entró en modo paranoia y pensé: "¿Qué estará pensando? ¿Que soy un experto en drogas raras? ¿Que usé escopolamina para drogar a alguien? ¿Será que me ve como otro Monsalve más?".

Me sentí tan incómodo que no supe cómo arreglarlo. Quería aclarar que solo fue un comentario inocente, pero me dio miedo empeorar las cosas. Quizá todo fue imaginación mía… o quizá ahora tengo fama de sospechoso en el hospital.

Y bueno, eso. Fin de mi anécdota incómoda.