Mis adicciones serán mi verdugo: Ad-Hominem ¿Merecido?
Las adicciones pueden tener un impacto devastador en la vida de una persona, llevándola a la autodestrucción. En muchos casos, la persona culpable de sus propios problemas es la que sufre la adicción. Pero, ¿es justo culpar a la adicción por las consecuencias negativas en la vida de alguien?
El poder devastador de las adicciones
Las adicciones, ya sea a drogas, alcohol, juego o cualquier otra conducta compulsiva, pueden arruinar la vida de una persona en poco tiempo. La adicción consume todos los aspectos de la vida del adicto, desde sus relaciones personales hasta su estabilidad financiera.
Muchas veces, los adictos llegan a un punto en el que sienten que sus adicciones se han convertido en su propio verdugo, llevándolos a la autodestrucción y la desesperación.
Ad-Hominem: ¿Merecido?
En medio de la lucha contra la adicción, es común que la sociedad y incluso los seres queridos del adicto recurran al ataque ad hominem, es decir, culpar a la persona por sus problemas en lugar de ver la adicción como una enfermedad.
Si bien es cierto que la persona tiene responsabilidad en su propia vida, también es importante reconocer que la adicción es una condición compleja que requiere tratamiento y apoyo.
La importancia de la empatía y el apoyo
En lugar de culpar a la persona adicta, es fundamental mostrar empatía y ofrecer apoyo para que puedan superar su adicción. El tratamiento adecuado y el acompañamiento de seres queridos pueden marcar la diferencia en el camino hacia la recuperación.
Es importante recordar que las personas adictas no están solas y que hay esperanza para un futuro mejor, lejos de las garras de la adicción.
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Mi madre me dijo “Es que tu piensas eso porque tu mente no está bien” … eso me llevo a darme cuenta de que el haber vivido tanto tiempo preso de la marihuana ha dejado una imagen en mí de alguien que no es dueño de sus pensamientos, o cuyos pensamientos no pueden estar bien porque ¿Cómo podría pensar bien una persona que viene recién saliendo de una adicción?
Siempre he pensado que las ideas se defienden por si solas, no necesitas mirar de quien viene para juzgar si una idea es correcta, incorrecta, valida o no, y esto es rescatado por la conocida falacia “ad-hominem” en toda su extensión.
El intento de mi madre por invalidar mi idea apuntando a mi persona y no a la idea en sí, me hizo ver que será una falacia recurrente en las discusiones que tenga de ahora en adelante ¿Cómo debería responder? ¿Qué debería pensar al respecto? ¿Acaso mis ideas dejarán de tener valor hasta el día que se les plazca volver a considerarme una persona cognitivamente funcional? ¿Dónde buscar contrastar mis ideas sin que se imponga el sesgo de una persona cognitivamente dañada?
No me quiero encerrar en mí mismo y decir “No me dejaré llevar por lo que otros digan. Mis ideas no están mal, solo están aterrizando en un ad-hominem, pero eso no significa que deba dejar que me disminuyan”. A pesar de que debería, siento que pensar de esa forma me puede llevar a otro extremo y creer que todos están en mi contra, o que todas mis ideas son correctas.
Nadie quiere ser adicto, simplemente sucedió de forma tan gradual que nadie en mi familia se dio cuenta, ni siquiera yo mismo. Para cuando mi problema era evidente ya era tarde y aun así lo he puesto todo para salir de ahí. Llevo abstinente desde abril con una recaída en junio. Y todo ¿Para qué? ¿Para aun así ser juzgado por ello? Siento un sabor injusto, pero también entiendo que es el lugar al que me han llevado mis decisiones, de cierta forma es el precio que me toca pagar… supongo.
No puedo dejar de sentirme frustrado y con el psicólogo estamos poniendo especial énfasis a identificar y controlar ese sentimiento. Me explicó que la frustración suele ser un detonante común de las recaídas, ya que es el sentimiento más común que te lleva a cuestionar ¿Para qué me esfuerzo? Esto es un simple desahogo para externalizar la frustración y demostrar conciencia de mí mismo. Quizás no debería publicarlo y debería limitarme a escribirlo en un diario para después mostrárselo al terapeuta, pero ustedes no saben quién soy y yo tampoco quienes son ustedes por lo que Pffff… Solo es un ejercicio de retroalimentación y perspectiva.