Donald Trump parece tener algunas ideas claras sobre la economía estadounidense, en caso de ganar las próximas elecciones de noviembre. Las palabras pronunciadas al respecto por el candidato republicano han suscitado temor a guerras comerciales y a un caos geopolítico. En cambio, hay quien está entusiasmado con sus políticas basadas en el “America First”, que traerían de vuelta el empleo a Estados Unidos.
La primera etapa de Donald Trump en la Casa Blanca obtuvo resultados desiguales en lo que respecta a la economía. Sin embargo, muchos votantes aseguran confiar más en su gestión financiera que en la de los demócratas.
El actual presidente, Joe Biden, no ha sabido vender sus ideas a los estadounidenses. Los resultados de una encuesta realizada a mediados de julio por The Economist y YouGov, arrojan que el 51 por ciento de los ciudadanos desaprueba la forma en que Biden gestiona empleo y economía. Al 58 por ciento no le gusta cómo está manejando la inflación y los precios, y el 54 por ciento de los encuestados opina que la economía está empeorando en general.
¿Más de lo mismo por parte de los republicanos?
Actualmente, la inflación y la subida de los precios suponen un grave problema para la gente corriente. En esa misma encuesta, el 25 por ciento de los encuestados declara que la inflación y los precios son los temas más importantes del momento, muy por encima de la inmigración, el empleo y la economía.
Durante el discurso de 90 minutos para aceptar su nominación, que Trump dio el pasado 18 de julio en la Convención Nacional Republicana, el candidato compartió su visión del país: “Restauraremos la república y daremos paso al rico y maravilloso mañana que la gente tanto se merece”, anunció. “El futuro de Estados Unidos será más grande, mejor, más audaz, más brillante, más feliz, más fuerte, más libre, más grande y más unido que nunca”.
En general, la mayoría de las ideas económicas de Trump no difieren mucho de las de su primer mandato. El candidato republicano está obligado a mantener el discurso duro, los aranceles y los recortes fiscales. Con la diferencia de que ahora tiene mayor experiencia y determinación.
“Trump se encontró con muchos obstáculos en su primer mandato, bloqueos que está decidido a eliminar de inmediato”, destaca Dan Mallinson, profesor asociado de Política Pública y Administración en la Universidad estatal de Pensilvania, en Harrisburg. La elección de J. D. Vance como compañero de fórmula es otro claro mensaje a las empresas. Vance, que en su día trabajó en el sector del capital riesgo, es crítico con la inmigración y las grandes corporaciones. Ha pedido la disolución de los gigantes tecnológicos y quiere centrarse en la fabricación y la industria nacionales.
Grandes aranceles para los productos no estadounidenses
Para Trump, la forma de impulsar la industria manufacturera estadounidense es imponer aranceles. Entre otros, ha sugerido un arancel general del 10 por ciento sobre todas las importaciones a EE. UU. y un arancel extraordinariamente agresivo del 60 por ciento sobre toda la mercancía procedente de China.
En respuesta, otros países seguramente impondrían aranceles para contrarrestarlos, lo que podría desembocar de nuevo en una situación similar a una guerra comercial.
Deportar a más inmigrantes trabajadores
Trump no puede gobernar solo, y cuenta con el respaldo de los republicanos y su Plataforma GOP 2024, un documento de 16 páginas que enumera las intenciones del partido. El texto, que se publicó una semana antes de la Convención Nacional Republicana de Milwaukee, es parco en detalles. Propugna ideas típicas del lema “Estados Unidos primero”, como la reducción de normativas, la vuelta de la industria manufacturera a Estados Unidos y la desregulación del sector energético.
Además, habla de sellar la frontera con México para detener la inmigración ilegal y “llevar a cabo la mayor operación de deportación de la historia de Estados Unidos”. Puede parecer que el cierre de fronteras y las deportaciones no tienen mucho que ver con la economía, pero son medidas que tendrían consecuencias de gran alcance. Además de crear una crisis humanitaria, deportar a millones de inmigrantes haría aún más difícil encontrar trabajadores en un país con una gran escasez de mano de obra. Al mismo tiempo, los republicanos quieren introducir políticas de “compra y contratación de productos estadounidenses”, que prohibirían hacer negocios con el Gobierno estadounidense a las empresas que externalicen trabajos.
Otras ideas económicas republicanas
Trump y los republicanos quieren, además, hacer definitivos los recortes fiscales de 2017 y que las propinas de los trabajadores de restaurantes y hostelería queden exentas del impuesto sobre la renta. Según los expertos, todos estos recortes de impuestos, más los aranceles y las deportaciones prometidas podrían empeorar el déficit, presionar al alza los salarios y aumentar la inflación.
“Aunque habla mucho de la inflación, no está claro que sus políticas económicas estén en condiciones de atajarla”, afirma Dan Mallinson.
Mientras que Trump ha sido claro sobre lo que quiere, Kamala Harris aún tiene que exponer su visión económica. Sin embargo, por lo que hemos visto, es probable que mantenga muchos de los planes económicos de Biden, a quien ha apoyado como vicepresidenta.
Se espera que siga defendiendo los derechos de los trabajadores, la producción de energías renovables y el regreso a Estados Unidos de la fabricación de productos técnicos estratégicos, como los semiconductores. El comercio mundial seguirá siendo importante, pero es probable que se mantengan algunos aranceles a la importación.
En estos momentos, la economía parece bastante fuerte, pero, según Dan Mallinson “los demócratas no se benefician de ello”. “En gran parte, esto se debe al voto del bolsillo. Los votantes tienden a pensar en cómo está su bolsillo, no en lo bien que pueda estar la economía en general”.
(ms/cp)
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