Hace 33 años el nicaragüense Dennis Martínez lanzó un juego perfecto, a Dodgers, para convertirse el primer latino de la historia de MLB en lograrlo.
El público estaba de pie. No importaba que las 45 mil personas en el Dodgers Stadium aplaudían al “enemigo”. Dennis Martínez mascaba su chicle, se acomodaba la gorra, ajustaba la seña con el receptor y se disponía a lanzar. Hizo su conocido movimiento al plato y Chris Gwynn cazó una recta alta, la pelota se elevó en el jardín central, Marquis Grissom la persiguió sin pausas. Dennis por un momento perdió el aliento, cada segundo era un siglo, pero cuando Grissom tomó la pelota y cayó el out 27, “El Presidente”, había logrado la gesta de lanzar el primer juego perfecto de un latino en Grandes Ligas, un 28 de julio de 1991. Hace 33 años.
Dennis salta, llora, sonríe, no sabe cómo se reacciona hacia tal proeza, mientras es abrazado por sus compañeros. Un jugador imperfecto había alcanzado la perfección en el béisbol. Brotaban sus lágrimas porque recordaba el costo de abandonarlo todo en Nicaragua por buscar un sueño en los Estados Unidos, lloraba porque se le venía a la mente cómo años atrás se había percatado de su error con el alcohol y su valentía lo hizo rehabilitarse, lloraba porque un hombre lleno de errores había pedido una segunda oportunidad al cielo y tenía su respuesta, lloraba aturdido por su hidalguía, sabía que su carrera marcaría un antes y un después a partir de esa fecha.
“El juego perfecto no fue algo solo mío, después de tanto sufrimiento que había vivido mi país (por la guerra) tenía un momento de alegría”, recuerda Dennis cuando se le pregunta sobre el significado de su hazaña.
Fue a misa antes de ir al Dodgers Stadium
El 27 de julio por la noche cuando estaba en el hotel, Dennis Martínez buscaba una iglesia cerca para ir a misa el domingo por la mañana. El problema era encontrar una que se adecuara a su horario. El partido iniciaba pasado el mediodía y, finalmente, cerca del hotel estaba una con un programa a las 10:30 de la mañana. “Yo siempre voy a misa los domingos a hacer contacto con Dios. El bus del equipo salía a las 11:00 y hablé para poder llegar media hora más tarde”, rememora Martínez, quien dice haberse encontrado a Vin Scully, el mítico narrador de los Dodgers. “Ajá bandido, viniste a rezar porque te toca lanzar. Me gusta que sea así. Te felicito”, le dijo.
La cercanía de Dennis Martínez con la religión se remonta a su infancia con sus padres, pero se reforzó y adquirió un compromiso más grande cuando le pidió a Dios ayuda para rehabilitarse y no volver a tomar alcohol. “Me sometí al tratamiento con 29 años y entendí el proceso. Me arrodillé y le pedí a Dios que si me ayudaba a dejar la bebida me comprometía a rezar el rosario todos los días. Sin él me siento desnudo”, confiesa el segundo latino más ganador de la historia (245). “Si no hubiera ido a la iglesia no hubiera pasado ese juego”, señala.
Según relató Ken Gurnick, del Sporting News, tras el juego perfecto “salieron las botellas de champaña, vinieron los brindis, le entregaron una copa a Martínez y él, cortésmente la colocó sobre la mesa diciendo: no beber es difícil, pero beber es peor. ¡Hey! recuerden que, desde hace largo rato, no tomo y no tengo planeado acercarme a una recaída”. Y 33 años después el cuerpo de Dennis sigue sin haber probado una gota de alcohol.
La deuda pendiente con Dennis Martínez
El sueño de todo jugador de Grandes Ligas es entrar al Salón de la Fama de Cooperstown y Dennis Martínez aún tiene esperanza con el Comité de Era Contemporánea.
La superstición antes de iniciar el partido
Una vez en el Dodgers Stadium, Martínez se dirigió al salón de estiramiento. Le hicieron masajes y meditó un poco. Cuando se colocaba su vestimenta para el partido se puso la camisa por dentro al revés al igual que el calzoncillo. “El Presidente” usualmente hacía eso si pasaba por una mala racha. La superstición fue transmitida en sus inicios desde los Orioles, que un simple cambio en la vestimenta interna ayudaba a romperla. “También cada cinco días usaba la misma camiseta y el mismo short, pero obviamente los lavaba”, confiesa entre risas.
Momentos críticos del juego perfecto
A Dennis Martínez le tocó sortear con momentos críticos a lo largo de su proeza. En el cuarto inning el médico entró a revisarlo porque se sentía afectado debido a la dureza del montículo. Casi rompe la perfección con un conteo de 3-2 a Bret Butler y Kal Daniels, le tocó asistir en un toque de pelota de Juan Samuel en el séptimo buscando como quebrar el embrujo, pero probablemente la jugada clave sucedió en el sexto episodio con un roletazo lento de Alfredo Griffin, la cual Delino Deshield se esforzó por agilizar la jugada y soltó un tiro muy enterrado a primera base, obligando a Larry Walker estirarse para evitar lo que hubiera sido una catástrofe para el lanzador nicaragüense.
“Nunca pensé que la base por bola iba a ser la causa. Tenía visualizado mis lanzamientos. A Butler le lancé un sinker y me roleteó y a Daniels era bateador de recta y con la curva sabía que lo sacaría de out, aunque el lanzamiento se me quedó un poco arriba y me hizo un swing de maldad, salió enfogonado porque la falló. Cuando vio la curva la quería destrozar y la falló. Con Juan Samuel salí como un gato y a mano limpia la tomé, pensé que era la única manera de ponerlo out”, recordó.
Una de las supersticiones más grandes que hay hacia un pitcher lanzando un juego perfecto es no decirle. Ningún integrante del equipo de Montreal se lo comentó a Martínez. Se dio cuenta en el séptimo episodio al voltear a ver la pizarra y fijar su mirada en la ristra de ceros que marcaba. “Usualmente nadie se me acercaba cuando lanzaba. Me sentaba a la orilla del cooler. Era de los tipos que no hablaba mucho. A veces no me daba cuenta ni de los bateadores de mi equipo”, explica.
Sin embargo, en el octavo inning mientras estaba en el círculo de bateo un aficionado de los Dodgers le gritó: “Dennis estás lanzando juego perfecto”. Eso no lo desconcentro. Conectó un imparable y al llegar a la primera almohadilla conversó con Eddie Murray: “No le hagas caso”, me dijo Murray y le respondí: “Si va a pasar, va a pasar”.
Y pasó, convirtiéndose el primer lanzador no nacido en Estados Unidos en lanzar un juego perfecto a sus 36 años, siendo el segundo más veterano en lograrlo.
El sueño pendiente de Martínez
Aunque Dennis Martínez tuvo una carrera exitosa de 23 años en las Grandes Ligas todavía le quedó un sueño por cumplir: entrar al Salón de la Fama de Cooperstown. “Yo estoy en Cooperstown”, dice Martínez, refiriéndose al guante y el uniforme que usó en el juego perfecto que se exhibe en el templo de la historia del beisbol. “Cooperstown es el epítome de toda carrera para ser recordado. Mucha gente cree que lo merezco y con las nuevas formas que hay para entrar existe esa lucecita que pueda pasar. Ojalá que pase cuando uno esté vivo”, reflexiona.
Le preguntó si cambiaría su juego perfecto por entrar al Salón de la Fama y luego de tomar una pausa, responde: “Yo me quedo con el juego perfecto porque he notado que la gente me ha correspondido de una forma respetuosa…Me siento contento que los niños y jóvenes me han sabido apreciar”.
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