El 16 de julio, en un acto de su campaña electoral en La Vega, Caracas, Nicolás Maduro declara, literalmente, que “El 28 de julio, si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo”[i]

Como se vive una hora de pugna electoral, estas palabras, lógicamente, fueron interpretadas según el interés político de cada oreja. Como amenazas para aquellos que están interesados en perfilar al presidente como un dictador vitalicio, como irrespeto a la democracia para aquellos que utilizan el lenguaje diplomático (que es lenguaje de guerra, según Clausewitz) para ocultar sus preocupaciones y como reflexión política electoral sobre los desmanes acometidos por la extrema derecha en el mundo cuando llega al poder.

Sobre el punto último ¿quién puede dudar que, de ganar las elecciones la oposición, el país se sumirá de inmediato en una peligrosa confrontación civil? Es un evento con visos de gran realidad. La estructura política y económica del país desde Hugo Chávez se ha construido a contrapelo, precisamente, de la razón que articula a oposición venezolana en el presente: el cambio, el retorno al pasado abiertamente capitalista, con su libre mercado, la nula presencia estatal, el incondicional amorío económico con las transnacionales, la anulación de la moneda nacional, el patronazgo laboral, su rancio clasismo social, entre otros espejitos ofrecidos por el conquistador ahora estadounidense. Y su cabeza directriz (de la oposición), apalancada con donaciones millonarias de dólares desde el exterior para primordialmente entregar la empresa petrolera de ganar las elecciones,[ii] es una connotada extremista que ha pedido hasta cansarse invasiones y sanciones contra su patria natal.

La guinda del pastel que hace pensar con reforzada determinación en derramamientos de sangre la presentó el diputado Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, el jueves 22 de julio de 2024, en la rueda de prensa del Comando de Campaña Venezuela Nuestra. En la misma denunció la existencia de un plan de gobierno de María Corina Machado, presentado a los EEUU antes que a los mismos venezolanos, escrito enteramente en el idioma anglosajón.[iii] Grosso modo, sus propuestas con capacidad para incendiar la pradera serían: (a) “Privatización y reactivación de la producción petrolera y de gas con atracción de empresas internacionales”, (b) “Programa amplio de privatización de empresas y activos públicos” (en interpretación de Rodríguez: eliminación de los subsidios y programas sociales, como las misiones), (c) privatización de la educación, (d) “labor market” (Rodríguez: “flexibilización de todas las leyes de la república para buscar la mano de obra esclava”), (e) privatización de la pensiones, (f) reconstitución de las históricas alianzas (en palabras del diputado: regreso al yugo estadounidense y a la planificación militar tutelada, además del desmantelamiento de la Milicia Nacional Bolivariana).

La interpretación primera, que tergiversa el sentido de las palabras de Maduro, obviamente lo aprovecha la oposición en campaña electoral presentándola como amenaza de muerte a los venezolanos si no lo reeligen, y, por lo comprensible de los ánimos en víspera de elecciones, no vale la pena su consideración acá.

Pero la interpretación segunda, que se vale de la jerga diplomática para escurrir preocupaciones o descargar críticas políticas, la asumió por completo el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva para fijar posiciones. Sus declaraciones ocurrieron el lunes 22 del mes corriente ante medios de comunicación internacionales, a unos seis días de las elecciones presidenciales en Venezuela. Detrás de la tapa diplomática del respecto a la democracia, el presidente Lula soltó contenidos que al rato perdieron la sutileza del hablar constructivo y conciliador propios de la diplomacia.

Sus declaraciones, en las que se refiere que se “asustó” con el “baño de sangre” y la “guerra civil”, y en las que proclama que Maduro “tiene que respetar el proceso democrático” (“Me asusté con la declaración de Maduro de que si pierde las elecciones habrá un baño de sangre; quien pierde las elecciones toma un baño de votos, no de sangre. Maduro tiene que aprender, cuando ganas, te quedas; cuando pierdes, te vas”),[iv] rápidamente rindieron el fruto inequívoco procurado, tanto en la intencionalidad del locutor como en los actores políticos sedientos de material interpretativo: Nicolás Maduro es un político dictatorial que se quiere eternizar en el poder y la oposición es un partido político avasallado por la tiranía. Lula, que es un político experimentado y acumula varios períodos de ejercicio del poder en su país, parece querer lucir inequívoco con sus palabras, inclusive al margen de las maliciosas interpretaciones políticas de las que, inevitablemente, también es consciente: tomar distancia respecto del gobierno de Nicolas Maduro reelecto. Una ulterior reflexión de Lula sobre gobiernos autoritarios, sin aludir específicamente a Venezuela y curiosamente no explotada por la malicia política, parece exorcizar cualquier duda respecto del propósito de lo dicho por el presidente brasileño: “Cuando a un dirigente se le pone en la cabeza que él es imprescindible o insustituible, ahí es que comienza a nacer el espíritu del dictador”.[v]

Así, pues, Lula da Silva, en medio de la bulliciosa celebración de la oposición venezolana por sus palabras, se alinea con la corriente opositora nacional e internacional, tomando en cuenta que en su momento adversó también al gobierno venezolano en su decisión de retirar la invitación de observación electoral que hiciera a la Unión Europea. Y lo hace en un contexto crítico de la política como arma de batalla: dando la razón al bando ideológico derechista contrario a sus convicciones y menospreciando la ingente probabilidad del triunfo electoral del Nicolas Maduro, regente de un país vecino con quien cabría esperarse el cultivo de una feliz relación. En tal sentido, como respuesta a la reacción de Maduro ante la crítica de Lula, quien dijo que en Brasil “no auditan ni un acta”, luce lapidaria la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil de no enviar a Venezuela observadores electorales.[vi]

Al margen de que parezca más bien dictatorial que Brasil pueda expresar dudas respecto de la cosa electoral de Venezuela y no pueda ésta hacer lo recíproco sin consecuencias; y al margen de que Luiz Inácio Lula da Silva asuma un rol paternalista que despliega inquisiciones y enseñanzas políticas en América Latina, el hecho es que su gobierno da pie a la ultraderecha y se apresta él mismo para adversar a un Nicolás Maduro seguramente reelecto. En el consabido contexto electoral de Venezuela, donde la propuesta socialista gana las elecciones y es hábito político el canto de fraude de la derecha (apoyada por descarados conspiradores internacionales), con escenificación de violencia en las calles y ejecución de acciones golpistas, resulta en extremo lesiva la posición de Brasil, quien desde ya infirió un daño político al aliado y alimentó posiciones extremistas.

Y, precisamente, por lo consabido del contexto, tanto más en la apreciación de un experimentado político, consciente de lo que acarrea con lo que dice, es que habrá que asentar que Lula inaugura un cambio de postura respecto del gobierno de Venezuela, hecho en verdad escandaloso por lo inesperado. A menos que se trate de algún calculado contubernio de estrategia política entre ambos mandatarios, el giro brusco de Lula da para la reflexión y hasta la especulación. Recuérdese que, en 2023, bajo una lluvia de críticas internacionales, el presidente Lula defendió a Venezuela de la acusación de dictadura con el argumento de que se había tejido una “narrativa” absurda.[vii] Evalúese ahora el salto de garrocha con los enfoques, justo en momento electoral, como si fuese deliberado el esfuerzo de inferir un daño político.

Reacios a creer que un político como Lula esté viviendo una fase crítica en la que contempla un cambió de bando ideológico, ciérrase el presente escrito consignando una breve especulación: el asunto del Esequibo. Brasil, como Venezuela, padece una llaga territorial con Guyana y el Imperio británico, con quienes perdió en arbitraje en 1904 casi 20.000 km2 de territorio (Cuestión de Pirara), ubicados en el actual Esequibo, zona ésta reclamada por Venezuela. Ha debido el asunto del reclamo venezolano, intensificado últimamente con la declaratoria del Esequibo como “una entidad subnacional” (Ley Orgánica para la Defensa de la Guayana Esequiba),[viii] alebrestar pasiones en la cúpula militar y en el nacionalismo brasilero, y respecto de tales piquiñas habría que decir que es constante histórica que los estados no toleren posiciones “blandas” de sus gobernantes en tal sentido. Sabido es que Brasil reaccionó de modo inmediato ante la probabilidad de que Venezuela retomase el Esequibo utilizando para ello la vía del territorio brasileño, dado que la zona entre Guyana y Venezuela es selvática e inaccesible para el tránsito de vehículos blindados. La frontera común de 800 km entre Brasil y Guyana, además de 140.000 habitantes, detonó el envío brasileño de 16 vehículos blindados y 2.000 militares a Boa Vista, capital de Roraima, para labores de vigilancia.[ix]

Lula, en fin, no es inocente de tales movidas ni tampoco inmune a las presiones estructurales de estado de su país, especialmente militares. El Brasil de 1840 a 1904 fue despojado de dos tercios (20.000 km2) de un territorio que históricamente descuidó, según insinuaciones del explorador alemán Robert Schomburgk, encargado de dar el estacazo con su informe. ¿Qué está ocurriendo con Lula, empeñado contra Venezuela de modo inexplicable, aun cuando sabe que habrá Venezuela con Nicolas Maduro para rato, con quien podría resultar políticamente saludable mantener amigables términos? ¿Avergüenza acaso al país más extenso de Suramérica la determinación cuasi bélica mostrada por Venezuela en recuperar sus espacios, en contraste con su humillante despojo de 1904, despojo que, por cierto, ahora reposa del lado esequibo jurisdiccionado como venezolano? ¿Prepara Lula una retórica de hierro contra una Venezuela que agita las fronteras? ¿O son sólo actitudes resultado de presiones internas que evidencian los contrastes de un presidente ideológicamente de izquierda y un Estado brasileño ideológicamente de derecha, reciente, a propósito, de una gestión ultraderechista como la de Jair Bolsonaro? Con esto último como certeza, habría que elucubrar que mucho es el reconcomio que allá se anida en contra de la izquierdista Venezuela.

Y si así fuese, que Lula en una lanza cal y en otra arena para condescender y adversar a un tiempo, y mantener una narrativa de equilibrio político, deséchese entonces todo el cuerpo de la especulación y dígase que por tal razón fue que Lula el viernes 25 de julio, un día después de la decisión del TSE de no enviar observadores a Venezuela, anuncia el envío del excanciller Celso Amorin,[x] deshaciendo con una manera política una traba técnica de la opositora estructura estatal brasileña.

Blog del autor: Animal político [https://zoopolitico.blogspot.com/2024/07/del-bano-de-sangre-de-maduro-al-giro.html]

DOCUMENTACIÓN

‘Brasil Decidió No Enviar Observadores Electorales a Venezuela Tras Críticas de Maduro Sobre Su Sistema Electoral’ [accessed 25 July 2024]

‘Claves Sobre El Papel de Brasil En La Disputa Entre Venezuela y Guyana’ [accessed 25 July 2024]

‘Guayana Esequiba – Wikipedia, La Enciclopedia Libre’ [accessed 25 July 2024]

‘Jorge Rodríguez, Rueda de Prensa Del Comando de Campaña Venezuela Nuestra, 22 Julio 2024 – YouTube’ [accessed 23 July 2024]

‘Lula Confirma Envío Del Excanciller Celso Amorim a Venezuela Para Observar Elecciones’ [accessed 26 July 2024]

‘Lula Insta a Maduro a Reconocer Los Resultados de Las Próximas Presidenciales, Sean Los Que Sean’ [accessed 25 July 2024]

‘Lula Respaldó a Maduro y Afirmó Que Hay Una “Narrativa” Sobre Venezuela – Comercio y Justicia’ [accessed 25 July 2024]

‘Maduro Amenazó Con “Baño de Sangre” Si No Gana Próximas Elecciones – YouTube’ [accessed 23 July 2024]

‘María Corina Machado Recibió Soborno de $3.2 Millones de Un Lobby Estadounidense Para Entregar PDVSA a Chevron de Ganar Las Elecciones’ [accessed 23 July 2024]

NOTAS Y REFERENCIAS


[i] ‘Maduro Amenazó Con “Baño de Sangre” Si No Gana Próximas Elecciones – YouTube’ [accessed 23 July 2024].

[ii] ‘María Corina Machado Recibió Soborno de $3.2 Millones de Un Lobby Estadounidense Para Entregar PDVSA a Chevron de Ganar Las Elecciones’ [accessed 23 July 2024].

[iii] ‘Jorge Rodríguez, Rueda de Prensa Del Comando de Campaña Venezuela Nuestra, 22 Julio 2024 – YouTube’ [accessed 23 July 2024].

[iv] ‘Lula Insta a Maduro a Reconocer Los Resultados de Las Próximas Presidenciales, Sean Los Que Sean’ [accessed 25 July 2024].

[v] Ibid.

[vi] ‘Brasil Decidió No Enviar Observadores Electorales a Venezuela Tras Críticas de Maduro Sobre Su Sistema Electoral’ [accessed 25 July 2024].

[vii] ‘Lula Respaldó a Maduro y Afirmó Que Hay Una “Narrativa” Sobre Venezuela – Comercio y Justicia’ [accessed 25 July 2024].

[viii] ‘Guayana Esequiba – Wikipedia, La Enciclopedia Libre’ [accessed 25 July 2024].

[ix] ‘Claves Sobre El Papel de Brasil En La Disputa Entre Venezuela y Guyana’ [accessed 25 July 2024].

[x] ‘Lula Confirma Envío Del Excanciller Celso Amorim a Venezuela Para Observar Elecciones’ [accessed 26 July 2024].

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