“Hay demasiados plásticos, latas y botellas de cerveza en el agua, pero me siento feliz de ayudar a limpiar este lago”, dijo a EFE el buzo y bombero Génesis Marroquín, de 36 años, momentos después de subir a la superficie tras recuperar varios costales con desechos del lago.
La limpieza se realizó en las playas del municipio de San Pedro la Laguna del departamento (provincia) de Sololá, en el oeste del país, donde un colectivo de mujeres indígenas, llamado T’zununya’, coordinó la actividad de limpieza, en este sector que atrae a miles de turistas de todo el mundo anualmente para mostrar la importancia de recuperar el lago.
Los “hombres rana”, una agrupación de buzos capacitados para rescate y búsqueda de los Bomberos Voluntarios, se prestaron como voluntarios para asistir las tareas de limpieza, debido a la situación crítica que vive el lago por los desechos que son lanzados desde restaurantes, viviendas y fábricas.
El Atitlán, el segundo lago más grande de Guatemala y el más profundo de Centroamérica, ha sido considerado internacionalmente como uno de los lagos más hermosos del mundo, en parte debido a que se encuentra rodeado por los volcanes de Atitlán, Tolimán y San Pedro.
Los bomberos también ayudaron a las autoridades municipales y a los colectivos indígenas a identificar ductos que vierten aguas residuales directamente en el lago.
Mientras los turistas disfrutaban de bebidas o nadaban en el lago, los bomberos sacaban llantas, chatarra, láminas viejas, latas y muchos otros desechos del agua.
“Esta es una tarea que debe esparcirse a otros municipios del lago porque la limpieza y recuperación de este lugar es responsabilidad de todos“, aseguró Marroquín.
La Autoridad Para el Manejo Sustentable de la Cuenca del lago de Atitlán y su Entorno, el cuerpo de agua se encuentra actualmente en el segundo de tres niveles de contaminación.
El sistema de alcantarillado deficiente es el principal problema, de acuerdo con informes oficiales, que destacan que la infraestructura de los drenajes no ha sido revisada y las 20 plantas de tratamiento de la región son sumamente deficientes, por lo que no tienen la capacidad para aliviar la contaminación que invade al Atitlán.
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