Entender el proceso de descomposición del chavismo resulta complejo. Hay que saber escarbar entre situaciones, escenarios y el criterio de actores políticos.

Marisela Betancourt, politóloga, conoció a “monstruo” por dentro luego de trabajar, durante 10 años en sistema nacional de medios públicos.

En entrevista con Versión Final profundiza sobre la crisis que enfrenta el gobierno y enfatiza que, por primera vez, en los últimos 25 años, los venezolanos se encuentran en un proceso de transición que, a su juicio, será largo, y cuyo éxito descansa sobre diferentes factores y coyunturas.

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Desde Buenos Aires, Argentina, advierte que lo primero que se debe reconocer es que el chavismo ha sido un proyecto popular, con una base electoral que se constató en votos a lo largo de los años.

Sin embargo, explica que, cuando Hugo Chávez muere, en 2013, esa base electoral comenzó a mermar porque desde hacía un año antes, ya una parte importante de la base chavista, sentía un deseo de cambio.

¿Qué sucedió? “Primaron algunos otros elementos de carácter, tal vez masiánicos hacia un discurso de lealtad que impidieron que Chávez perdiera esos votos”, refiere Betancourt. Pero en 2013 no fue así.

“Esa es la primera perdida de la base popular del chavismo. Casi un millón de votos de quienes votaron por Hugo Chávez votaron un año después por la opción de Capriles Radonski”, recuerda.

Betancourt señala que por culpa del abstencionismo opositor en las elecciones de 2018 se “le regalaron 6 años al chavismo” y ahora, tras 12 años, prevalece un escenario de autoritarismo consolidado en víspera de una justa tras la cual proyecta al menos tres escenarios.

Gobernabilidad, ¿moneda de cambio?

La politóloga contempla un escenario en el que el “neochavismo”, como califica a la actual coalición de gobierno, pierde las presidenciales, pero riega una matriz de triunfo.

¿Cómo? Maduro y sus adleteres eventualmente reconocen la derrota, pero se mantienen altivos, con un discurso en el que abrogan la responsabilidad de lo ocurrido a factores externos como las sanciones de los Estados Unidos, al supuesto black out mediático, “o a cualquier otra inverosimilitud” que puedan presentar como prueba en sus discursos.

Si tu pierdes una elección con una matriz de triunfo hacia tus bases estarías dándole de alguna manera a tus seguidores una razón para mantenerse alineados. Y eso legitimaría su posición como un acto de fuerza, calle, rebeldía y rebelión”, argumenta.

Betancourt resalta que el grupo, hasta ese momento, gobernante, solo tendría como moneda de cambio la gobernabilidad “de la calle” y la institucional. Recuerda que el resto de los poderes del Estado seguirán en manos del chavismo. “A cambio pedirán, posiblemente, la anulación inmediata de María Corina Machado como figura protagónica del proceso de transición”.

En el escenario del potencial fraude, el gobierno tendría bajo su espalda una presión demasiado grande. Y que no había tenido previamente. “Es un proceso difícil de sostener y lo intentaría solo a punta de represión”.

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En ese marco, tomarían mucha fuerza los movimientos internos dentro de la izquierda, quienes estarían en fase de reflexión y cuyas fuerzas, aunque disminuidas, hacen vida dentro del chavismo.

Betancourt deslinda al chavismo del “neo-chavismo”.

Nunca vimos al chavismo de Chávez ante un escenario de perdida absoluta del voto popular”, y recuerda que cuando se registraron las elecciones para la Reforma Constitucional era un escenario distinto, con partidos políticos que tenían derechos políticos. Había un mínimo de institucionalidad política, pero nunca logramos ver a ese chavismo con la pérdida de la base popular. No sabemos que caminos hubiese tomado ese chavismo”, reconoce.

 

Chavismo sin Chávez

Betancourt considera que Maduro se encuentra frente a un dilema de perdida absoluta de base popular y tomó el camino de la consolidación de del autoritarismo.

Ella, pone en la mesa distinciones más pragmáticas al analizar los liderazgos que emergieron en el gobierno de Maduro. “Son personajes que siempre estuvieron al margen y excluidos en el chavismo de Chávez. Emergieron con Maduro y están teniendo puestos de mucha relevancia”, añade.

Nombra como ejemplo al fiscal general Tareck William Saab, quien aunque estuvo en algún cargo siempre fue marginado. “Para el núcleo del chavismo de Chávez esas personas no tenían acceso, el caso del Fiscal General es un caso muy evidente”.

Se refiere a Delcy Rodríguez, que hoy juega un rol importante para el gobierno de Maduro, pero nunca perteneció al gobierno de Chávez como una figura resaltante. “Asume preponderancia con Maduro”.

El único liderazgo que tiene un rol de engranaje es, en su parecer, Jorge Rodríguez, quien fue alcalde de Caracas. “De resto es difícil de conseguir un personaje con esa duplicidad en sus roles.

La politóloga hace una referencia muy importante. “Todos los ministros de Chávez están básicamente perseguidos, presos, amenazados o exiliados”.

Otro elemento que identifica, es la “naturaleza estética” de ambos proyectos, con la incorporación, durante la última campaña de Chávez y su muerte, de representantes de la televisión o farándula, una “clase media, medio exitosa”, que empezó a jugar un rol muy preponderante.

Pareciese ser que hay otro tipo de ética en cuanto al mensaje que se muestra, como el acceso a la riqueza. Hay mucho menos pudor y cuidado con la imagen de gobierno. Y eso le da una identidad propia al gobierno de Maduro”.

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Por Diario

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