El plan para reformar y ampliar la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza avanza, mientras se diseña la reorganización de sus aulas y servicios para encarar unas obras que alterarán el día a día del claustro y de los alumnos. Y, para hacer frente a una compleja actuación, se definen los espacios que será necesario ocupar cuando empiecen los trabajos en el edificio B, el primero en el que se intervendrá.

En 1973 finalizó la construcción de la actual facultad y del cercano Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Dada la gran demanda de unos estudios, que entonces no tenían números clausus, se creó en 1982 el edificio aulario o B, al otro lado de la calle Domingo Miral. Sin embargo, medio siglo después, estos inmuebles han tenido que ir adaptándose para albergar diferentes usos, teniendo en cuenta además que albergan a estudiantes de otras facultades, como Ciencias de la Salud, Estudios Sociales, Filosofía y Letras o Universidad de la Experiencia, además de cursos, jornadas, reuniones científicas o congresos a lo largo del año. La limitación estructural, de aislamiento o incluso de seguridad, hacen necesario acometer las obras, adaptando la construcción a un consumo casi nulo.

Así figura en el pliego de prescripciones técnicas, publicado con la licitación, y que incluye el anteproyecto, el estudio de detalle, el proyecto básico, la ejecución o la dirección de las obras. Estará financiado 100% por el Gobierno de Aragón y el plazo para presentar las ofertas finaliza el 30 de agosto. Es una actuación contemplada dentro de la programación del Plan de Infraestructuras 2022/2026 de la Universidad de Zaragoza.

La reforma, que debería haber comenzado en junio de este año, empezará más tarde, en 2025. Y lo hará por el edificio B. La actuación contempla rehabilitar el inmueble central, demoler los dos anexos para construir dos nuevos de mayor altura y triplicar así el espacio disponible.

El decano, Javier Lanuza, considera que “la docencia en Medicina ha cambiado”: “Hay más estudios y parte de la formación recae en la simulación”. Además de que es necesario adecuar los laboratorios de investigación y las instalaciones. “Es un edificio que ya tiene 50 años, y llevamos tiempo poniendo parches”.

Distintas fases

Para que la reforma y ampliación de la facultad tengan la mínima repercusión durante estos años, el proyecto se llevará a cabo en distintas fases, de manera que las obras no impidan la continuidad de la actividad docente e investigadora. Primero se acometerá la intervención en el edificio B, y supondrá la demolición de los volúmenes de una planta anexos al aulario y destinados a biblioteca y seminarios y despachos. En la fase 1, el aulario actual se rehabilitará de forma integral para contar con 16 aulas (dos de ellas grandes) y ocho seminarios. Ofrecerá aulas de gran tamaño. En esta misma fase se ampliará mediante una nueva edificación paralela a la calle Violante de Hungría, donde se instalará la nueva Biblioteca de Ciencias Biomédicas, para lo que será necesario proceder a la demolición del edificio de una planta. Dará servicio a los estudiantes universitarios de todas las ramas biosanitarias y al personal sanitario y, por lo tanto, contará con acceso independiente. Allí se reagrupará la biblioteca de la Facultad de Medicina (actualmente en el edificio B), la hemeroteca (en el A) y la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Salud.

La fase 2 consistirá en una edificación de nueva planta, en la zona sur de la parcela, donde se concentrarán los laboratorios e instalaciones de investigación, el centro de donación de cadáveres con las salas de disección anatómica y un hospital de simulación, en el que se recrean las instalaciones y circuitos propios de un entorno hospitalario. “Estos servicios se trasladarán en cuanto esté el inmueble listo, para no interferir en su funcionamiento”, indica.

El decano explica que “haciendo ingeniería de horarios” las ocho aulas del edificio B se podrían trasladar al A, en turno de mañana y tarde, al igual que las clases de la Universidad de la Experiencia, mientras duren las obras. Los seminarios y despachos que no tengan espacio suficiente, además de la sala de simulación, podrían pasar a la vieja Facultad de Educación, situada en la calle San Juan Bosco de la capital aragonesa junto al colegio de Infantil y Primaria Recarte y Ornat. Cuando finalice la actuación en el aulario, resume el decano, se dispondrá ya de muchas aulas, para dar servicio al edificio A cuando sea necesario: “Pero estamos hablando de muchos años vista. Tendremos tiempo de concretarlo”.

Última intervención

En último lugar se trabajará en el edificio A, que en la actualidad alberga “espacios críticos” como el Departamento de Anatomía o los laboratorios de investigación, que deben mantenerse en uso hasta su traslado a su ubicación definitiva en la ampliación del edificio B.

Este inmueble fue construido en 1973. La actuación buscará alcanzar una mejor relación de la facultad con el Campus San Francisco, del que forma parte. Para ello se prevé la creación de un nuevo acceso. Las áreas funcionales se mantendrán en la ubicación actual, y mantendrá una distribución similar el Decanato, la secretaría, el salón de actos y el salón de grados.

El presupuesto máximo de los proyectos a redactar, según conta en el pliego de prescripciones técnicas para el encargo de redacción del Plan Director, sin incluir el equipamiento, es de 20,15 millones de euros, iva incluido. De esta cantidad, 11,15 millones serán para la fase 1, de rehabilitación integral del aulario y ampliación para la Biblioteca Biomédica, y 9 millones para la fase 2, el nuevo edificio de laboratorios de investigación, el centro de simulación clínica, habilidades y competencias y el área de anatomía y centro de donación de cadáveres.

La Facultad de Medicina prepara una exposición histórica así como distintas actividades por sus 50 años para octubre, coincidiendo con San Lucas, su patrón.

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By Diario

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