La reciente apertura de la empresa importadora Mesol, bajo la gestión de Meliá Hotels International en Cuba, pone en evidencia la profunda crisis que atraviesa la isla en términos de abastecimiento de productos básicos.
Esta iniciativa, aunque presentada por la prensa oficialista como una solución eficiente para mantener la calidad en los hoteles de la cadena española, es un reflejo de la ineficacia del gobierno cubano para garantizar la provisión de bienes esenciales a su población y, ahora, a sus socios comerciales.
La empresa Mesol, constituida a principios de este año, tiene como objetivo abastecer a los hoteles de Meliá con una amplia gama de productos, desde alimentos y bebidas hasta artículos de limpieza y menaje de cocina.
Este movimiento estratégico responde a la creciente dificultad de encontrar productos básicos en el mercado cubano, una problemática que ha afectado no solo a los ciudadanos, sino también a las grandes cadenas hoteleras que operan en el país.
El comunicado oficial de Meliá destaca que Mesol trabajará en estrecha colaboración con equipos de hoteles y proveedores de larga trayectoria, principalmente de España, aunque también se buscarán nuevos suministradores en el Caribe y América Latina.
Esta red de distribución, que incluye la nacionalización, transporte y almacenamiento de productos, pretende asegurar un flujo constante de suministros que permita mantener la calidad del servicio característico de Meliá.
Sin embargo, esta estrategia de importación no es nueva entre las cadenas hoteleras en Cuba. Según el medio independiente 14ymedio, otras compañías, como la india MGM Muthu Hotels y la canadiense Blue Diamond, han seguido caminos similares. Estas empresas han establecido importadoras propias para traer desde muebles hasta productos alimenticios como Nutella y kétchup, artículos que son escasos o inexistentes en el mercado cubano.
El gobierno cubano, mientras tanto, ha mostrado una postura ambivalente respecto a esta situación. Por un lado, ha criticado públicamente la dependencia de las importaciones, argumentando que el país debería ser capaz de proveer a los hoteles con productos nacionales, fomentando así el encadenamiento económico.
En un artículo de 2022, el diario oficialista Granma subrayaba la necesidad de que los hoteles compren localmente, pero no mencionaba los problemas sistémicos que impiden a los agricultores locales satisfacer la demanda.
La realidad es que los contratos entre hoteleras y productores locales se gestionan a través del Ministerio de la Agricultura, un intermediario que, según testimonios, desincentiva a los agricultores debido a pagos irregulares e incumplimientos contractuales. Esta situación ha generado una desconfianza generalizada y una disminución en la producción local, exacerbando la necesidad de recurrir a importaciones.
La decisión de Meliá de crear Mesol se produce en un contexto de estancamiento del turismo en Cuba, donde los ingresos y la ocupación hotelera no han alcanzado las expectativas.
La situación política y económica de la isla ha dañado su imagen internacional, afectando negativamente el flujo de turistas. En 2023, Cuba fue el único destino en el que Meliá registró una caída en ingresos y ocupación hotelera, un claro indicador de la crisis que enfrenta el sector.
En marzo de ese año, el gobierno cubano reconoció los problemas que tenía el sector del turismo. Insuficiente conectividad aérea, impagos a proveedores que interrumpieron la cadena de suministros y dificultades para acceder al mercado internacional, entre otras, eran las problemáticas que enfrentaba el sector, referidas en un reportaje de Canal Caribe.
Para hacer frente a la crisis, el gobierno insistió en la necesidad de incrementar los contratos con proveedores nacionales y abastecer los hoteles de alimentos y otros servicios.
Asimismo, reconoció que hubo una descapitalización del sector, provocada por la falta de personal para trabajar en hoteles e instalaciones turísticas y, aunque no lo mencionó, el problema coincidió con el éxodo de cubanos registrado en los últimos años.
Las quejas de los turistas acerca de la pésima calidad de la comida que se oferta en las instalaciones turísticas llenan páginas y páginas de comentarios en sitios webs especializados en viajes y turismo.
“La comida era apenas comestible, la mayoría de las veces no lo era”, dijo un turista canadiense que pasó dos semanas en el complejo hotelero Barceló Solymar – Occidental Arenas Blancas, en Varadero.
“La peor experiencia de su vida”, resumió la turista, quien agregó que esa situación lo obligó a comer fuera del complejo hotelero la mayor parte del tiempo.
Los refrigerios consistían “en panecillos secos de un día, un perrito caliente crudo o una sola rebanada de carne… Sin ketchup ni mostaza”, añadió. “Me sirvieron pollo crudo y arroz con piedras dentro”, denunció.
“Comida escasa y colas de hasta dos horas para conseguir un pedazo de carne“, describieron algunos turistas en mayo pasado sobre la situación en el hotel Meliá Las Dunas en Cayo Santa María, al norte de la provincia cubana de Villa Clara.
“Tercer día en Varadero, Cuba, y ahora sí, nos vamos a cenar por fin a un lugar decente, porque la comida del hotel está horrorosa”, dijo en julio de 2023 un turista mexicano que pasó sus vacaciones en el famoso balneario.
El enfoque del régimen cubano en desarrollar el turismo a expensas de otros sectores vitales es una estrategia insostenible. La creación de empresas importadoras por parte de cadenas hoteleras extranjeras es una medida paliativa que evidencia la incapacidad del gobierno para gestionar eficientemente la economía y garantizar el bienestar de sus ciudadanos.
En lugar de depender de importaciones, Cuba debería enfocarse en fortalecer su producción local y crear un entorno económico que permita a sus habitantes y socios comerciales prosperar sin necesidad de recurrir a soluciones externas.
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