Anuncia Manuel Marrero, primer ministro de la nación en discurso ante el Parlamento: “Estamos trabajando firmemente en dotar a nuestro sistema de tiendas con alternativas de producto“.
¡Qué grande el socialismo! ¿Algún otro país discutirá al máximo nivel las “alternativas de productos en tiendas”? Cortes españolas, senadores estadounidenses ¿cuándo discutieron por última vez el tema del pollo por pesca’o?
Innovador se autotitula Silicon Valley pero, ¿dónde se inventó la mermelada de yuca? Innovaciones que resuelven problemas suceden en esta Revolución que ha creado “alternativas de producto” como chícharo por café, cerelac por leche, sirope por yogur, “cosa” de harina de boniato por pan, pasta de oca por carne y una lista interminable de avances dietéticos.
¿Algún otro gobierno trabajará “firmemente” creando “alternativas”?
Continuó Marrero acerca de la exención de aranceles para la importación de alimentos y medicinas: “Hemos estado extendiéndolo cada tres meses y nosotros lo hemos analizado con profundidad, que hay distorsiones detrás de esta medida que la aprobamos para beneficiar al pueblo, para que pudieran traer un poco de comida, un poco de aseo desde afuera, no cobrarle nada en la frontera. Pero ha sido esto tomado por personas que se dedican a traer inmensas cantidades de productos para comercializarlos en un mercado negro“.
Al primer ministro le atormentan las “distorsiones” derivadas del acto de bondad socialista-aduanera con el que su Gobierno está permitiendo importación sin aranceles de comida, aseo y medicinas. Y es que, aunque cueste creerlo, personas inescrupulosas han aprovechado esa oportunidad para traer no “un poco de comida, un poco de aseo”, sino mucha comida, mucho aseo y muchas medicinas. Y eso, claramente, no puede permitirse. ¿Qué atrocidad es esa de llevarle comida al hambriento y medicinas al enfermo?
Marrero y el resto del Gobierno, compañeros y compañeras que puntualmente reciben su “asignación” con las proteínas, vitaminas, minerales, carbohidratos, grasas y alcoholes escoceses que necesitan los miembros del Consejo de Ministros para construir el socialismo; compañeros y compañeras que, a barriga llena, dirigen los Juegos del Hambre en Cuba; compañeros y compañeras que no saben qué es tener un hijo enfermo sin medicinas pues al CIMEQ no le afecta el cruel bloqueo; esos compañeros y compañeras a los que nada falta, están planeando volver a cerrar la Aduana.
El Gobierno nos quiere salvar de esos malos cubanos que jamás hicieron una autocrítica honesta en un análisis de grupo, descarados que ahora traen demasiada comida, demasiado desodorante y demasiado Tylenol que termina —¡qué horror!— en el mercado negro. Son gente desalmada que se atreve a cobrar por la comida, el aseo y las medicinas que importan, no las regalan como hace GAESA en las tiendas MLC o Hugo Cancio por internet.
Lógica castrista: permitir que importen “un poco” en plan autoabastecimiento para paliar propia hambre, propia peste y propias enfermedades: bien. Pero permitir que importen “inmensas cantidades” para paliar el hambre, la peste y las enfermedades de los cubanos que no pueden viajar: mal, distorsión.
¿Será que distorsión no es aquello que dañe al pueblo, sino aquello que impida al castrismo garrapatear hasta la última gota de sangre al perro flaco sarnoso en que nos han convertido? Corregir distorsiones, en esencia, es evitar que los cubanos vivan diferente a como el Gobierno quiere que vivan, aunque eso signifique vivir peor.
Por eso no está el Gobierno “trabajando firmemente” para mejorar el acceso de los cubanos a medicinas, aseo y alimentos, pues en ese caso aparte de “dotar a nuestro sistema de tiendas con alternativas de producto”, seguirían permitiendo la libre importación de esas mercancías de las que literalmente depende la subsistencia del país, fomentando así opciones de abastecimiento hasta que las tiendas estatales, vendiendo suficiente y a buen precio, hicieran irrelevante al mercado negro.
Pero el objetivo no es curar, alimentar y asear al perro sarnoso, sino eliminarle a GAESA la competencia de las importaciones gratuitas, para que pueda seguir cobrando a precio de gelatto en Dubai, la crema de marabú. El objetivo es recuperar el monopolio del abastecimiento minorista para que no continúen escapándose esos 2.000 millones de dólares de remesas que ahora controla el sector privado.
Lo que anuncia Marrero, realmente, es que a partir de septiembre comenzarán a recuperar ese control cerrando las importaciones gratuitas. Pero esto es solo un pasito. GAESA sabe que su verdadera competencia son las MIPYMES. Así que cuánto tardará Marrero —representante de los militares en el Gobierno— en acusar a las MIPYMES de distorsiones, de maldad y hasta de herejía. Ah no, esperen, ya comenzaron a hacerlo, acusándolas de no pagar el fisco, de provocar déficit fiscal e inflación, de especular, de importar carros “no compatibles con la sociedad nuestra”. (Nuestra de ellos se refiere, nosotros somos de ellos.)
Los militares han secuestrado la economía cubana. No es sorpresa entonces que declaren la economía de guerra, aunque no guerra contra el hambre, las enfermedades o la peste, sino contra el propio pueblo que, a veces, solo a veces, se atreve a intentar aliviar el cepo socialista. El pueblo es el verdadero enemigo.
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