Miles de ciudadanos de Mallorca -más de 20.000, según las estimaciones de la Policía Nacional, unas 50.000 según los organizadores- han vuelto a tomar las calles para alzar la voz contra las consecuencias que acarrea la masificación turística en su vida diaria. Los residentes acusan una saturación que cada año roza límites extremos, con graves efectos sobre todo en materia de vivienda. Las principales avenidas de Palma se han llenado de pancartas que rezaban, entre otros eslóganes, ‘Como la isla, nuestra paciencia también es finita’, ‘Basta de saturación, Mallorca para quien la habita’, ‘Mallorca no está en venta. Paremos el monocultivo turístico’ o ‘Your luxury, our misery’ (‘Tu lujo, nuestra miseria’).
Pasadas las 19.00 horas, los manifestantes partían del céntrico Parc de ses Estacions para recorrer las principales vías de la capital balear hasta culminar la marcha en el Passeig des Born, donde un portavoz de la plataforma ‘Menys turisme, Més vida’, convocante de la protesta, ha leído un manifiesto a favor del cambio del modelo turístico, generador de “especulación” y encarecimiento de la vivienda. Los convocantes aseguran que “no se reclama una tipología de turista” sino la consecución de un modelo “justo, igualitario, que atienda la actual crisis económica y social”.
En declaraciones a los medios, el portavoz de la entidad organizadora, Pere Joan Femenia, ha subrayado que el objetivo de la manifestación de este domingo pasa por cambiar el rumbo porque “la población está harta de un modelo económico que no tiene en cuenta las problemáticas que genera en los residentes” y que, además, “solo piensa en seguir creciendo”. El activista ha recordado que llevan años manifestándose y llevando a cabo acciones contra el modelo turístico, si bien en la actualidad los ciudadanos de Balears se encuentran más concienciados para salir “con más fuerza” a la calle, además de ser espoleados a protestar por las manifestaciones que este año han tenido lugar en las Islas Canarias.
“La ciudadanía quiere poner punto y final a este crecimiento”
“Es ahora, después de más de dos años de récords turísticos, cuando la población ha dicho basta. La ciudadanía quiere poner un punto y final a este crecimiento y medidas concretas para limitar y decrecer en el número de turistas que vienen” a la isla, así como “mejorar el bienestar de la población local”, ha abundado.
En declaraciones a elDiario.es, Laura Camargo, exdiputada de Podemos, ha expresado su indignación ante la situación actual: “Nos manifestamos porque estamos ya cansadas de que no se pongan límites a la especulación, a la masificación y al modelo turístico depredador que desde hace décadas se desarrolla en Balears y que es independiente del partido político que gobierne”. “Creo que ya se ha demostrado claramente que este modelo no lleva a ninguna parte, sino al colapso, a la extinción, a la destrucción de nuestras preciosas islas y además genera precariedad en el modelo laboral”.
Camargo ha puesto el foco en uno de los principales problemas generados por el actual modelo y del cual “estamos todas ya muy cansadas”: “La imposibilidad de acceder a una vivienda digna a precios razonables, algo que tiene una relación directa con este modelo turístico y de lo que nos hemos visto afectadas la mayoría de las personas que vivimos aquí.
La exparlamentaria también ha acudido a la manifestación junto a miembros de Mallorca per Palestina, que han denunciado el hecho de que Leonardo Hotels, cadena de capital israelí, esté abriendo nuevos hoteles “tanto en Eivissa como en Mallorca”. “Esta cadena de hoteles financia y participa de manera directa en el genocidio del pueblo palestino. Por lo tanto, doble motivo o triple motivo para que se frene este modelo depredador, para que haya políticas de vivienda dignas y asequibles y para que Leonardo Hotels no abra nuevas sucursales en las islas”, ha añadido Camargo en declaraciones a elDiario.es.
Entre los manifestantes se encontraban dos jóvenes mallorquinas, Marta y Esther, que llevan cinco años estudiando en Barcelona y que, como han señalado a este medio, sufren la saturación turística cada temporada alta que regresan a la isla para estar con su familia. “Se nota ya a la hora de coger el vuelo, en el que prácticamente no viaja ningún mallorquín. Siempre hay turistas en grupo y cada año va a más, sobre todo después de la pandemia. Todo ha hecho un boom: cada vez hay más gente y cada vez todo sube más de precio”, comenta Marta.
“Intentas ir a tomar algo y todo está destinado al turista”
Por su parte, Esther lamenta que “es llegar a Palma y no poder ni ir a pasear. Intentas ir a tomar algo y todo está destinado al turista. No hay nada pensado para el residente. Queremos estar en nuestra isla, en casa, y vas a una playa y está todo lleno”. Su idea, cuentan, es volver a vivir en Mallorca, pero son conscientes de los elevados precios de la vivienda: “Te pones a mirar precios y es imposible. La gente de aquí no podemos ni siquiera alquilar un piso. Y todo esto ha subido por el turismo y el alquiler de pisos a turistas”, subrayan.
Al término de la manifestación, que ha transcurrido sin incidentes, Bel Miquel Cazorla, Sílvia Rechac Font y Rosa Garcias Miralles -del grupo musical Pitxorines- y Júlia Mérida Coll –musicóloga y creadora del Podcast ‘Pati de Butaques’– han leído un manifiesto en el que se ha vuelto exigir a los responsables políticos “acciones claras enfocadas a poner límites e iniciar el cambio de rumbo de modelo económico”. Un modelo que, de acuerdo con el manifiesto que se ha leído, “nos expulsa, nos precariza, destroza nuestro territorio, consume recursos que no tenemos y nos aboca a la dependencia de un solo sector económico que nos hace una sociedad vulnerable y sin alternativas”.
El “drama” del acceso a la vivienda
Asimismo, el manifiesto ha puesto énfasis en denunciar el “drama” en el acceso a la vivienda, el “empobrecimiento” de los trabajadores, y la “legalización de hasta 50.000 construcciones con infracciones urbanísticas en suelo rústico”, así como en la necesidad de “poner límites” para garantizar un “desarrollo sostenible”, es decir, “un modelo justo, igualitario”, que atienda “la actual crisis ecológica y social” mediante el “decrecimiento turístico y la diversificación de la economía” con criterios de “justicia social”. Todo ello con medidas como la regulación de la compraventa de vivienda a no residentes, dejar de invertir dinero público en ampliación de infraestructuras -puertos, aeropuertos, carreteras y desaladoras- y en promoción turística, el decrecimiento en número de vuelos y moratoria de cruceros o el establecimiento de un máximo de vehículos de alquiler.
La controversia en torno a las consecuencias del turismo masivo vuelve a situarse en primera línea en Balears. Un territorio nunca ajeno a los debates sobre la necesidad de buscar un equilibrio económico y medioambiental sin dejar de lado a una industria, la turística, que representa más del 45â¯% del Producto Interior Bruto (PIB), emplea a más de 200.000 trabajadores y genera más de 16.000 millones de euros en ingresos anuales. El año pasado, el archipiélago marcó un récord histórico de 17,8 millones de turistas.
La situación se suma, además, a una lenta agonía: un imparable crecimiento poblacional con serias repercusiones en materia sanitaria, educativa y de vivienda así como sobre el consumo de energía y de agua. El impacto del desarrollo turístico y la actividad humana en las islas, constantemente amenazadas por el ladrillo y el asfalto, ha causado un acelerado proceso de degradación que prevé agravarse en los próximos años fruto del impacto del cambio climático.
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