Nadie tiene del todo claro si el mito fue creado por él mismo o surgió de una convicción colectiva en el círculo rojo. Es probable que se haya tratado de una cuota de ambas cosas. Cualquiera sea el caso, la creencia existe: algunos agentes de poder le adjudican al ministro de Economía, Luis Caputo, un conocimiento especial para navegar el mercado en situaciones adversas. Por eso, lo comparaban con Lionel Messi durante el gobierno de Macri, algo que le valió también tomadas de pelo. “Messi” volvió esta semana.
El equipo económico implementó un mecanismo para pagar barato por los dólares que les compra a los exportadores y venderlos caros en los canales financieros. La operación tiene dos caras: los críticos de Caputo dicen que es un mecanismo para intervenir en el mercado cambiario. Tienen razón. Sus defensores, en cambio, sostienen que es la manera de esterilizar pesos para bajar más rápido la inflación, salir del cepo y alcanzar antes el fortalecimiento de las reservas. También tienen razón.
Los dos tenían información muy calificada sobre cómo estaban los ánimos en la Selección. Y enseguida hubo entendimiento. Tanto Javier Milei como Mauricio Macri tenían el mismo dato, de voces muy autorizadas: ni Lionel Messi ni el resto de los jugadores querían hacer un nuevo pedido público de disculpas al seleccionado francés. Por lo tanto, a Julio Garro, que había reclamado ese gesto de los jugadores argentinos, había que echarlo de inmediato de la subsecretaría de Deportes. Había que salir de ahí.
La coincidencia en torno al futuro de Garro fue la anécdota que precedió al tema más urticante que tenían pendiente el Gobierno y el líder de Pro: el de la coparticipación de la Ciudad. El retaceo en el goteo diario a la administración de Jorge Macri se estaba convirtiendo en un problema serio. Primero, porque -según aseguran en Uspallata- venía complicándose seriamente la ecuación financiera de la Ciudad. Segundo, porque la discusión por la coparticipación obturaba cualquier otra conversación entre los libertarios y el macrismo.
Por Matías Moreno
Desde llegó a la Casa Rosada hace más de siete meses, Javier Milei repite que su objetivo primordial es atender dos mandatos que le dieron sus votantes: eliminar la inflación y reinstaurar la seguridad ciudadana. A sabiendas de que su figura de outsider se alimenta del hartazgo con “la casta”, el Presidente se jacta de que conserva un alto nivel de apoyo popular, pese a que, asegura, aplicó “el ajuste fiscal más grande de la humanidad”. También suele decir que mantendrá encendida la “motosierra”, un símbolo de su proyecto de poder y su apuesta por reducir el tamaño del Estado, hasta que concluya su paso por la primera magistratura. “Todo lo que se pueda cortar, lo vamos a cortar”, predica.
Esa lógica de Milei se traslada al manejo de sus equipos de ministros, asesores y colaboradores. En los 223 días que lleva al frente del Gobierno, el líder de los libertarios echó a unos 55 funcionarios de alto rango. Es decir, personas que habían sido designadas en puestos estratégicos de la función pública y que estaban al mando de carteras, secretarías, subsecretarías o empresas que controla el Estado. En base a esas cifras se deduce que, en promedio, casi dos funcionarios fueron eyectados por semana de sus cargos desde que Milei tomó posesión el 10 de diciembre pasado. Dicho de otro modo: cada cuatro días de gestión, un integrante de la planta política de la administración nacional fue desplazado de sus funciones por orden de Milei, quien dio el salto a la política grande sin contar con experiencia en la gestión de grandes estructuras de poder o la tarea de articular equipos de asesores y manejar enormes presupuestos.
Por Joaquín Morales Solá
El país vive un momento doblemente peligroso. Hubo, por un lado, una amenaza real del régimen teocrático de Irán, a través del diario oficialista Tehran Times. El periódico que mejor expresa las opiniones del gobierno iraní señaló que la Argentina pagará por haber reconocido formalmente que Hamas es una organización terrorista. Lo es. Qué duda cabe. El gobierno de Irán es, además, el responsable de los dos atentados que volaron la embajada de Israel en la Argentina, primero, y la sede de la mutual de la comunidad judía (AMIA), después, en los años 90. El atentado a la AMIA, del que se cumplieron 30 años de impunidad el jueves pasado, dejó 85 muertos y es uno de los más graves que haya sufrido el pueblo judío desde el Holocausto. La Justicia argentina concluyó, definitiva y formalmente, que esa criminal incursión en territorio argentino fue responsabilidad intelectual y financiera de Irán. El anuncio del Tehran Times estableció lo que se conocía mediante trascendidos de los gobiernos más poderosos del mundo: Irán es aliado y cómplice de Hamas y lo fue en la salvaje invasión a Israel del 7 de octubre pasado, cuando asesinó, torturó, violó y secuestró a ciudadanos israelíes inocentes. Hasta ahora, siguen cautivos de Hamas 121 rehenes, algunos argentinos. Los ayatollahs de Irán le reprochan a Javier Milei que haya aceptado, simplemente, una realidad objetiva: Hamas tiene una fachada política, detrás de la cual se esconde una cruel organización terrorista.
Por Jorge Liotti
El gobierno libertario transita la etapa más compleja de su corta gestión con cambios de dinámica en los tres frentes de batalla que se planteó. En el terreno económico, con el corrimiento de la prioridad original basada en el ajuste fiscal y la reducción de la inflación, a una preocupación creciente por la imposibilidad de aquietar a los mercados. En lo político, porque el espíritu reformista que se concentró al principio en el mega DNU y la Ley Bases ahora se fragmentó en múltiples iniciativas (baja de la edad de imputabilidad, las SAD, los cambios electorales, la SIDE) frente a actores que están menos dispuestos a cooperar. Y en el plano cultural, el sello de la marca La Libertad Avanza, a partir de la brusca transición del combate digital contra “la casta”, el enemigo externo predilecto, a una suerte de guerra civil interna en las redes contra la propia tropa, como ocurrió en los casos de los asesores presidenciales Fausto Spotorno y Teddy Karagozian, y especialmente de la insólita polémica con Francia, que no sólo eyectó a Julio Garro de su cargo, sino que dejó al ecosistema libertario en estado de confusión como nunca antes.
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Días después de que seis diputados de La Libertad Avanza visiten a Alfredo Astiz y otros represores en el penal de Ezeiza, Martín Menem, presidente de la cámara Baja, desligó al Gobierno de aquel encuentro y aseguró que se trató de “actos individuales”. Además, culpó a los medios de comunicación de instalar mentiras y aclaró que la postura del partido no está vinculada a la dictadura militar.
“El hecho de que no haya pauta implica que, de cualquier cosa que esté dando vueltas, el culpable es el presidente de la cámara. De quienes hayan ido no tengo constatado que hayan ido a visitar a quienes dicen que fueron a visitar. Eso en primer término. Se que fueron a visitar un servicio penitenciario y varios de ellos integran la Comisión de Seguridad Interior”, señaló Menem en diálogo con el periodista español Javier Negre.
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Por Laura Serra
La resurrección de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), decisión que impuso el presidente Javier Milei por decreto de necesidad y urgencia (DNU), no tiene otro objetivo que empoderar al organismo con amplias facultades operativas y presupuestarias –incluidos los gastos reservados-, y concentrar en él la supervisión de todo el sistema de inteligencia nacional, una tarea hasta ahora repartida con los Ministerios de Seguridad y de Defensa, encabezados por Patricia Bullrich y Luis Petri respectivamente.
En efecto, de una lectura detallada de los decretos 614 y 615 que dieron nacimiento a la nueva SIDE se desprende que Sergio Neiffert, su flamante secretario y mano derecha de Santiago Caputo, no solo ejercerá las riendas del organismo a su cargo, sino que también tendrá fuerte injerencia sobre el funcionamiento operativo y los respectivos presupuestos de la Dirección de Inteligencia Criminal, bajo la órbita de Bullrich, y la Dirección de Inteligencia Estratégica Militar, que depende de Petri.
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Por Cecilia Devanna
Javier Milei cerró este viernes una semana intensa en el plano económico y político con una entrevista en la que apuntó, con nombre y apellido, a diversos actores, a los que responsabilizó de varias maniobras para complicar el escenario local. Uno en el que en el Gobierno siente que logró superar una semana compleja, pero que aún así lo peor no pasó: que “los embates siguen” y que deben “mantener la guardia alta”, según describen muy cerca del presidente.
El que habló frente el micrófono fue un Milei en estado puro, que hizo público lo que durante días dijo en privado. Cuando terminó las dos horas de entrevista en Neura, el chat “Gabinete”, explotaba de mensajes en los que los ministros y funcionarios lo felicitaban por sus declaraciones.
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Por Ignacio Grimaldi
El Banco Central comenzará a ejecutar este lunes su nueva política monetaria de “emisión cero”. Es la misma que anunciaron el presidente de la entidad, Santiago Bausili, y el ministro de Economía, Luis Caputo, en la conferencia de prensa del viernes 28 de junio y, casi tres semanas después, entrará en juego con el inicio de la operación de títulos de deuda del Tesoro: las Letras Fiscal de Liquidez, también conocidas como Lefi.
Bajo este instrumento el Gobierno trasladó la deuda del Banco Central al Tesoro y, en consecuencia, buscó transmitir el mensaje de “emisión cero”, en el sentido de que la entidad dirigida por Bausili no imprimirá más pesos para financiar la renovación de dichos pasivos que equivalen a aproximadamente $20 billones. Esta jugada supone mayor exigencia para el Tesoro que, ya sin maquinita, el 17 de julio de 2025 tendrá que afrontar el vencimiento de esta deuda que se irá capitalizando día a día, según la tasa de interés nominal anual.
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LA NACION
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