Por Kaitlin Sullivan —NBC News
Todo el mundo defeca, pero la frecuencia con la que la gente lo hace podría revelar mucho sobre su salud a largo plazo, según una investigación publicada el martes en la revista Cell Reports Medicine.
El estudio con más de 1,400 adultos sanos encontró que las personas que defecaron con menos frecuencia presentaron signos de una función renal disminuida, mientra que aquellos que fueron al baño más de lo normal, mostraron signos de deterioro en la función hepática.
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“Es bien sabido que problemas como el estreñimiento están asociados con enfermedades crónicas”, dijo el coautor del estudio Sean Gibbons, profesor asociado del Instituto de Biología de Sistemas de Seattle.
Lo que resulta menos evidente es qué ocurre primero: ¿el estreñimiento o la enfermedad crónica? ¿El estreñimiento en una etapa temprana de la vida causa enfermedades crónicas en personas que por lo demás son sanas, o es el estreñimiento el resultado de una enfermedad crónica?
Gibbons y su equipo utilizaron datos de una empresa de bienestar ahora extinta llamada Arivale para intentar responder a esa pregunta. Los participantes del estudio fueron adultos sanos, en su mayoría blancos, que vivían en el noroeste del Pacífico. Los investigadores analizaron muestras de sangre, heces y mediciones del Índice de Masa Corporal (IMC), así como respuestas a cuestionarios sobre dieta, hábitos de ejercicio y salud mental.
funcionamiento deficiente de los órganos, incluidos los riñones y el hígado. A partir de las muestras de heces, los investigadores pudieron secuenciar genéticamente el microbioma intestinal de cada persona, lo que les indicó la composición de los microbios beneficiosos y potencialmente dañinos que allí viven.
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La frecuencia ideal
Los investigadores separaron a los participantes en grupos, según la frecuencia con la que defecaban: una o dos deposiciones por semana, de tres a seis deposiciones por semana, de una a tres deposiciones por día y diarrea, que definieron como cuatro o más veces por día.
El estudio encontró que la frecuencia ideal de deposiciones para una salud óptima era una o dos al día. Las personas más jóvenes, las mujeres y las personas con un IMC más bajo tendían a defecar con menos frecuencia. El estreñimiento crónico (dos o menos deposiciones por semana) se relacionó con una disminución de la función renal, mientras que la diarrea (cuatro o más deposiciones al día) se asoció con una disminución de la función hepática.
La importancia de “alimentar” a nuestros microbios intestinales
El intestino está lleno de colonias de diferentes microbios que se alimenta de —y fermentan— los nutrientes en las heces. Su alimento preferido es la fibra, pero si las heces permanecen en el intestino durante demasiado tiempo, como en casos de estreñimiento crónico, los microbios agotan su suministro y recurren a las proteínas, cuya fuente suele ser la capa de moco rica en proteínas que recubre el intestino.
“Si no alimentamos a nuestros microbios, empezarán a comernos”, advirtió Gibbons.
Esto crea un problema triple: cuando esos microbios se alimentan de proteínas, producen metabolitos tóxicos, algunos de los cuales están asociados con disfunción renal y hepática. Además, a medida que más bacterias dependen de fuentes de alimento derivadas de la proteína, habrá más bacterias que prefieren proteína y menos de las bacterias beneficiosas que comen fibra.
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Con el tiempo, los microbios pueden comenzar a descomponer la membrana mucosa en busca de alimento, y el intestino puede volverse “permeable”.
Eso permite que las bacterias y metabolitos del intestino que son tóxicos para otros órganos se derramen al torrente sanguíneo, donde pueden causar inflamación que conduzca a enfermedades cardíacas, hepáticas y renales, dijo el Dr. Phillipp Hartmann, profesor asistente de gastroenterología pediátrica en el Universidad de California, San Diego, quien estudia la interacción entre el microbioma intestinal y otros órganos.
“Algo que podemos decir con certeza es que la permeabilidad intestinal al menos contribuye a enfermedades”, dijo Hartmann, quien no participó en la nueva investigación. “Puede que no sea el único factor, pero a menudo empeora las enfermedades”.
Una cadena similar de eventos microbianos puede ocurrir si una persona tiene diarrea, aunque en ese caso, es probable que se trate de una inflamación que degrada la membrana mucosa que recubre el intestino, lo que permite que las toxinas ingresen al torrente sanguíneo.
“Cuando tienes diarrea o estreñimiento, se acumulan microbios que producen toxinas que influyen en la enfermedad”, dijo Joseph Petrosino, catedrático de virología molecular y microbiología de la Facultad de Medicina de Baylor. Él tampoco participó en la nueva investigación.
El estudio encontró que las personas que reportaron estreñimiento o diarrea con regularidad tenían más bacterias intestinales que se alimentaban de proteínas, mientras que las personas que defecaban una o dos veces al día tenían más bacterias fermentadoras de fibra.
Gibbons dijo que no está claro por qué el estudio encontró que el estreñimiento estaba asociado con la disfunción renal y la diarrea con la disfunción hepática, pero que podría tener que ver con el hecho de que la diarrea impide que el intestino absorba los ácidos biliares (el producto del metabolismo del colesterol), lo que deja más para que el hígado lo procese. Los riñones se ven más afectados por los metabolitos producidos por los microbios intestinales que se alimentan de proteínas.
Debido a que el estudio no fue un ensayo clínico aleatorio que incluyera una intervención, la nueva investigación no puede concluir con certeza si tener entre una o dos deposiciones al día está relacionado con una enfermedad crónica, pero Gibbons señaló que parece que ese puede ser el caso.
“Planteamos la hipótesis de que veríamos más de estas toxinas derivadas de proteínas en la sangre de personas con menor frecuencia de deposiciones o estreñimiento, y lo hicimos”, explicó. “Estas cosas dañan el hígado y los riñones”.
Una dieta sana es clave
Petrosino dijo que, si bien no siempre está bajo el control de las personas, muchos factores del estilo de vida pueden ayudar a mantener a raya tanto el estreñimiento como la diarrea.
“En primer lugar, es importante llevar una dieta saludable, consumir alimentos que fertilicen y promuevan el crecimiento de bacterias buenas”, dijo.
Eso incluye comer muchas frutas y verduras, reducir el alcohol y las carnes rojas. En el estudio, las personas que informaron consumir una dieta rica en fibra, mantenerse hidratadas y hacer ejercicio con regularidad tendían a tener una frecuencia de evacuación intestinal más saludable. Los probióticos pueden ser útiles si una persona padece afecciones crónicas como malestar estomacal, estreñimiento o diarrea, explicó Petrosino.
“Hay probióticos que pueden ayudar a normalizar las cosas, pero si estás sano, no empezaría a tomarlos”, dijo. “No arregles lo que no está roto”.
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