Los bonos de PDVSA, la petrolera estatal venezolana, están reviviendo en los mercados pese a que la compañía lleva siete años en suspensión de pagos. La causa son las elecciones presidenciales del próximo domingo: un grupo de inversores ha decidido apostar a que Nicolás Maduro perderá y el siguiente Gobierno sacará al país de la crisis financiera en la que lleva sumido desde hace una década.
Los fondos William Blair, Gramercy Funds y la española Auriga Global Investors han decidido comprar cantidades importantes de bonos de PDVSA, valorados en apenas un 11% de su valor inicial. Su apuesta es que habrá una reestructuración de la deuda más pronto que tarde, y que el Gobierno venezolano acabará aceptando pagar más de ese 11%. Todo lo que ofrezca de más será ganancia pura.
La clave está en que las encuestas apuntan a una victoria aplastante de Edmundo González, ex embajador de Venezuela en Argentina. González, que hasta ahora no se había involucrado en política, fue el candidato de emergencia que presentó la oposición al chavismo después de que el Gobierno de Maduro inhabilitara, una tras otra, a todas las candidatas que iba eligiendo la coalición opositora. Finalmente, Maduro aceptó medirse contra González, una figura prácticamente desconocida para el público general, pero que se ha disparado por encima del 60% en las encuestas gracias al respaldo de la oposición. Maduro sigue atascado con un techo en el 24%, según esos sondeos, y llega a caer al 10% en algunos estudios. Solo una firma le sitúa por delante: la encuestadora del propio Gobierno. Y la cercanía a la fecha electoral, el 28 de julio, dificulta la posibilidad de usar maniobras judiciales para inhabilitar a González a última hora, lo que ha abierto la puerta por primera vez a una derrota de Maduro.
En ese posible escenario de vuelta al mercado internacional, los bonos soberanos de Venezuela están reaccionando con subidas de un 20% en lo que va de año, hasta rondar el 18% de su valor nominal. Y en abril, JP Morgan dio el pistoletazo de salida a las apuestas por PDVSA al comprar bonos de la firma petrolera, alegando que su valoración, un 60% de la de la deuda nacional, es excesivamente baja.
Según los analistas de Bloomberg, lo más probable es que los bonos estatales venezolanos sigan valiendo más que los de su principal empresa pública, porque han acumulado más intereses impagados. Pero un Gobierno de transición post-chavista necesitaría recuperar el principal activo y fuente de divisas del Estado, PDVSA, así que tendría que solventar su impago de forma prioritaria. Y la expectativa de estos fondos es que el valor de ambos tipos de bonos se acerque bastante al final.
La meta de todos estos inversores es una recuperación veloz de la economía venezolana si González gana las elecciones. Según Asdrúbal Oliveros, de la consultora Ecoanalítica, una victoria de la oposición podría llevar a un “crecimiento de dos dígitos” del PIB del país, frente al 2,3% de 2023 y el 4% que calcula la ONU para este año. Pero una semana en la política venezolana es un mundo, y prever qué puede pasar en las elecciones es muy complicado, dado que el Gobierno aún tiene muchas armas para acosar a la oposición y dificultar su campaña, y el recuento y confirmación de los resultados se anticipa muy tenso si Maduro realmente acaba perdiendo. Lo que está claro es que las señales de los grandes fondos son claras: tras 25 años, creen que puede haber alternancia política en el país caribeño. Y están apostando su dinero a ello.
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