La gran mayoría de los estudios sobre la microbiota inciden en sus funciones beneficiosas, pero no siempre los millones de microorganismos que habitan nuestro intestino juegan a nuestro favor. En esta línea está el hallazgo de científicos del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), dependiente del CSIC: han descubierto que bacterias presentes en la microbiota intestinal producen enzimas que inactivan las hormonas responsables del control de la glucosa en la sangre. El estudio, publicado en la revista científica “Genome Biology”, abre la puerta a mejorar los tratamientos frente a la diabetes tipo 2.
“La microbiota puede empeorar nuestra salud metabólica”, explica en una nota del CSIC la investigadora Marta Olivares Sevilla, una de las autoras del estudio. El mecanismo es el siguiente: en nuestro organismo tenemos unas hormonas llamadas incretinas, causantes de la secreción de insulina por parte del páncreas. La insulina, por su parte, es otra hormona, que, como es bien sabido, es secretada por el páncreas cuando ingerimos alimentos y permite la entrada de la glucosa en las células. En la diabetes tipo 2 –la que afecta al 90% de los pacientes de diabetes y está casi siempre asociada a la obesidad– se produce una resistencia a la insulina. Hasta ahora se sabía que una proteína presente en nuestro organismo, llamada dipeptidil peptidasa-4 (DPP4), degrada las incretinas, en concreto el polipéptido inhibidor gástrico (GIP) y el péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1). Precisamente los nuevos medicamentos contra la diabetes tipo 2, los ya famosos Ozempic y Wegovy, que tienen como principio activo la semaglutida, bloquean la degradación de las hormonas incretínicas, tales como la GLP-1, y pueden incrementar sus niveles naturales en circulación, favoreciendo así el control de la glucosa en pacientes de diabetes tipo 2.
Pues bien, los investigadores del CSIC han descubierto que enzimas producidas por ciertas bacterias del intestino, en concreto del género Parabacteroides merdae, muestran un comportamiento idéntico a la proteína DPP-4, degradando las incretinas y perjudicando, por tanto, la secreción de insulina.
Alfonso Benítez, científico del CSIC en el IATA y autor del estudio, recuerda que la investigación farmacéutica para el tratamiento de la diabetes tipo 2 se ha enfocado en la interacción entre la proteína DPP-4 y las incretinas, intentando aumentar la vida útil de estas inhibiendo la actividad de la DPP-4. “Estos fármacos se han diseñado para actuar sobre la DPP-4 humana, pero no sabíamos que algunas bacterias intestinales producen enzimas que actúan de manera idéntica”, explica Benítez. “Nuestro hallazgo muestra la necesidad de incorporar este factor para conseguir unas terapias más efectivas frente a la diabetes tipo 2”, concluye el investigador.
Referencia científica:
Olivares, M., Hernández-Calderón, P., Cárdenas-Brito, S. et al. Gut microbiota DPP4-like enzymes are increased in type-2 diabetes and contribute to incretin inactivation. Genome Biology. DOI: doi.org/10.1186/s13059-024-03325-4
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