El término niebla mental se hizo conocido durante la pandemia, como una de las consecuencias de la infección por COVID-19. En esos días se vio, además de las secuelas pulmonares o cardíacas que experimentaban algunos pacientes, que muchas personas se veían afectadas en su salud mental, con síntomas como embotamiento, lentitud, pérdida de memoria y confusión como las principales manifestaciones. A esta constelación de manifestaciones se la llamó niebla mental.
Sin embargo, esta afección no solo aparece como secuela del COVID, también puede ocurrir en pacientes con enfermedad celíaca, síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, mastocitosis y síndrome de taquicardia postural (POTS), así como deterioro cognitivo mínimo, una presentación clínica temprana de la enfermedad de Alzheimer (EA) y otros trastornos neuropsiquiátricos.
Así lo afirmaron los autores de un estudio publicado en la revista Frontiers in Neuroscience que investigó a la luteolina -un flavonoide antioxidante que sirve para proteger a la inflamación de los tejidos del cuerpo humano- y concluyó que puede ser de ayuda para el tratamiento de enfermedades neuropsiquiátricas y neurodegenerativas.
Según expresó a Infobae el doctor Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva de Fleni, con el aumento de la edad hay una declinación de las funciones cognitivas. “Los olvidos (pérdida de memoria reciente) y las anomias (no recordamos nombres) son algunos de los cambios cognitivos típicos del envejecimiento”, señaló.
Esto significa que el cerebro cambia con la edad y va dando señales.
El doctor Allegri agregó: “Como todos los órganos de nuestro cuerpo el cerebro se enfrenta a la senescencia, que es el progresivo descenso en la eficiencia biológica no atribuible a una enfermedad; la dificultad creciente en la posibilidad de adaptación del organismo; la fragilidad aumentada y la mayor susceptibilidad a contraer enfermedades”.
Y continuó: “La senescencia está definida por los llamados ‘cambios relacionados a la edad’ que son parte del envejecimiento normal. Así, a nivel cerebral observamos una reducción del volumen y una pérdida neuronal, más marcada en algunas regiones como el lóbulo temporal y en los hipocampos”. Así comienzan a aparecer algunos síntomas y olvidos que pueden ser propios del paso de los años o indicar una enfermedad.
Según los investigadores, la flavona luteolina tiene numerosas acciones útiles que incluyen propiedades “antioxidantes, antiinflamatorias, inhibición de la microglía, neuroprotección y aumento de la memoria”.
Y agregaron: “Una formulación de luteolina liposomal en extracto de oliva mejoró la atención en niños con TEA y niebla mental en pacientes con mastocitosis. Los análogos de luteolina metilada con mayor actividad y mejor biodisponibilidad podrían convertirse en tratamientos efectivos para trastornos neuropsiquiátricos y niebla mental”.
La Clínica Mayo explica que la mastocitosis sistémica es un trastorno poco frecuente que provoca la acumulación de cantidades excesivas de mastocitos en el cuerpo. Un mastocito es un tipo de glóbulo blanco. Los mastocitos se encuentran en los tejidos conectivos de todo el cuerpo.
La doctora Uma Naidoo, psiquiatra nutricional, experta en cerebro y miembro del cuerpo docente de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, ha escrito un libro llamado “Este es tu cerebro en la comida”, donde recomendó llevar una dieta antiinflamatoria. Es decir, comer a diario frutas, verduras y alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 como los frutos secos, el salmón o el aceite de oliva.
La doctora señaló que “la inflamación es la base de muchas afecciones de salud mental y ahí es donde la comida también se vuelve importante”. Según un estudio, la luteolina es uno de los flavonoides más comunes presentes en las verduras. Por ejemplo, se ha encontrado en los siguientes alimentos, entre otros:
- Zanahorias
- Pimientos
- Apio
- Aceite de oliva
- Menta
- Tomillo
- Romero
- Orégano
- Lechuga
- Granada
- Alcaucil
Además de incorporar alimentos ricos en luteolina, el cerebro precisa de otros nutrientes. Según la doctora Uma Naidoo, “incorporarlos a la dieta puede mejorar el estado de ánimo, agudizar la memoria y ayudar a que el cerebro funcione con la máxima eficiencia”, aseveró en diálogo con CNBC la doctora Uma Naidoo, Son los siguientes:
- Especias. Además de aportar sabor, estas son conocidas por sus propiedades antioxidantes. En otras palabras, ayudan al cerebro a combatir los radicales libres dañinos y, por lo tanto, previenen el estrés oxidativo, que puede dañar los tejidos. “Una de mis especias favoritas es la cúrcuma. La curcumina, su ingrediente activo, puede disminuir la ansiedad y cambiar la química cerebral correspondiente, protegiendo el hipocampo. También me encanta el azafrán”, señaló Naidoo.
- Alimentos fermentados: se elaboran combinando leche, verduras u otros ingredientes crudos con microorganismos como levaduras y bacterias. Algunos ejemplos incluyen yogur natural con cultivos activos, chucrut, kimchi y kombucha. Todas estas son fuentes de bacterias vivas que pueden mejorar la función intestinal saludable y disminuir la ansiedad.
- Chocolate negro amargo: es una excelente fuente de hierro, que ayuda a formar la cubierta que protege las neuronas y ayuda a controlar la síntesis de los químicos y las vías químicas involucradas en el estado de ánimo. En 2019, una encuesta transversal de más de 13.000 adultos encontró que las personas que comen chocolate amargo con regularidad tenían un 70% menos de riesgo de síntomas de depresión.
- Palta o aguacate: tienen cantidades relativamente altas de magnesio, que es importante para el correcto funcionamiento del cerebro.
- Nueces: tienen grasas y aceites saludables que el cerebro necesita para funcionar bien, junto con vitaminas y minerales esenciales, por ejemplo, el selenio en las nueces de Brasil. Los efectos antiinflamatorios y antioxidantes de los ácidos grasos omega-3 de las nueces son muy prometedores para mejorar la memoria.
- Verduras de hojas verdes. “Cuando digo que las verduras de hoja verde como la col rizada marcan una diferencia en la salud, mis pacientes rechazan la idea. Pero las verduras de hoja verde contienen vitamina E, carotenoides y flavonoides, que son nutrientes que protegen contra la demencia y el deterioro cognitivo”, destacó Naidoo.
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