El candidato republicano a las elecciones presidenciales de EE UU, Donald Trump, estaba muy lejos de Washington —haciendo campaña en Florida, su Estado de residencia y donde el jueves por la noche recibió al primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Pese a esa distancia geográfica, en la cumbre de la OTAN celebrada esta semana en la capital estadounidense su sombra no dejó de condicionar las deliberaciones de los aliados…

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El candidato republicano a las elecciones presidenciales de EE UU, Donald Trump, estaba muy lejos de Washington —haciendo campaña en Florida, su Estado de residencia y donde el jueves por la noche recibió al primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Pese a esa distancia geográfica, en la cumbre de la OTAN celebrada esta semana en la capital estadounidense su sombra no dejó de condicionar las deliberaciones de los aliados. La preocupación por un posible giro de 180 grados en la política exterior estadounidense en caso de un triunfo del expresidente en las elecciones presidenciales de noviembre, potenciada por la incertidumbre en torno a las condiciones físicas del presidente Joe Biden, subyacía tras una serie de pasos adoptados por los líderes de la OTAN para proteger la ayuda a Ucrania y blindar a la propia Alianza ante posibles bandazos políticos si regresa un expresidente muy crítico hacia la organización.

A lo largo de sus tres días de cumbre, los 32 países han declarado “irreversible” el camino de Ucrania al ingreso en la Alianza y han anunciado el envío de nuevo material de defensa antiaérea y aviones F-16. También han acordado medidas que traspasan el control y la coordinación de la ayuda, hasta ahora más o menos supervisada por Estados Unidos, a la OTAN. Un mando con sede en Alemania se encargará de la gestión del adiestramiento, la planificación y la coordinación de la asistencia, que se entregará a Kiev a través de Eslovaquia, Rumania y Polonia.

Los aliados también han suscrito un compromiso para potenciar y coordinar sus industrias de defensa, un objetivo fundamental para dotar a Europa de una mayor autosuficiencia en armamento en caso de que Estados Unidos, el mayor socio de la organización, redujera sus aportaciones. Entre otros acuerdos, Alemania, Francia, Italia y Polonia han suscrito un memorándum de entendimiento para desarrollar un nuevo misil de crucero de largo alcance de lanzamiento desde tierra.

Y han reiterado una y otra vez que la gran mayoría de los miembros, 23, cumple el objetivo mínimo de gasto del 2% de su PIB en defensa, y el resto tiene planes para lograrlo en los próximos años. Que los socios alcancen e incluso sobrepasen esa meta es una de las grandes fijaciones de Trump en torno a la Alianza.

Qué pueda pasar en la política estadounidense hacia la OTAN fue uno de los grandes temas en los corrillos del centro de convenciones en Washington y en los debates de expertos. A lo largo de los tres días de cumbre, cada entrevista a los líderes o sus ministros contenía, invariablemente, una pregunta sobre la fortaleza física y mental de Biden, ante los llamamientos de legisladores de su propio partido para que renuncie a presentarse a la reelección. De manera más o menos adornada, la respuesta -con alguna excepción húngara- era un invariable “está en buena forma”.

Del mismo modo, a las preguntas sobre un posible retorno de Trump, las respuestas estándar oscilaban del “veremos” al “la Alianza es sólida, un cambio de Gobierno no va a cambiar nada”.

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Las políticas de los dos candidatos quedaban expuestas visiblemente a lo largo de la cumbre. “Una OTAN fuerte es fundamental para los intereses de seguridad estadounidenses”, defendía Biden en su rueda de prensa de cierre de la cumbre. El demócrata se presentaba como el “candidato más cualificado” para defender esa fortaleza y asegurar que Ucrania prevalece ante la invasión rusa.

Poner fin a la guerra “en 24 horas”

Trump, por su parte, ha declarado en varias ocasiones que si regresa a la presidencia pondrá fin a la guerra “en 24 horas”. En su reunión con Orbán, en su residencia de Mar-a-Lago en Florida, ambos abordaban el supuesto plan de paz para Ucrania. “Abordamos vías para lograr la paz. La buena noticia del día: ¡lo va a arreglar!”, sostenía el primer ministro húngaro en un mensaje en redes sociales, junto a una foto de ambos. El republicano, a su vez, replicaba también en redes. “Gracias, Viktor. Debe haber PAZ, y rápido”.

Esta semana, el expresidente volvía a mostrarse muy crítico con la Alianza y sus miembros en un mitin en el acaudalado barrio de Doral, en las afueras de Miami. “No tenía mucha idea sobre qué diablos era la OTAN antes” de ocupar la presidencia, subrayaba. “Pero no me llevó mucho enterarme, como dos minutos. Y lo primero que entendí es que no pagaban. Nosotros pagábamos, casi el total de la OTAN. Y dije que eso es injusto”. El candidato republicano pasó a reiterar su amenaza de no respetar el artículo 5, la cláusula de defensa mutua, en caso de que alguno de los países que no cumplen el objetivo de gasto en Defensa superior al 2% del PIB resultara agredido.

Posteriormente, el candidato matizaba sus palabras. En una entrevista concedida a Fox News Radio, negó que planee —como se planteó más de una vez durante su mandato— sacar a Estados Unidos de la OTAN. “No, lo que quiero es que (el resto de los socios) paguen sus facturas” de Defensa, arguyó.

El secretario general saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, asegura que no está preocupado sobre el compromiso de Estados Unidos con la Alianza si Trump vence en noviembre. Según ha apuntado, la Alianza cuenta con el respaldo de una mayoría de los legisladores en el Congreso estadounidense y la mayoría de los miembros de la OTAN cumplen con los objetivos de gasto.

Los aliados de Trump también han tratado de acallar las dudas sobre lo que ocurriría en caso de un regreso del magnate inmobiliario a la Casa Blanca. En un acto en los márgenes de la cumbre, el senador republicano Thom Tillis, copresidente del Grupo de Observadores de la OTAN en la Cámara alta de EE UU, insistía en que Trump no se plantea una salida de la Alianza, y atribuía la retórica del candidato a meras fanfarronadas electorales. “No es una amenaza de verdad”, insistía, “vamos a dejarlo claro: no es algo que se esté planteando”.

Otros se mostraban más escépticos. Trump “ha dicho que acabará la guerra en 24 horas, y que la terminará incluso antes de su investidura. Nadie sabe lo que eso quiere decir. De lo que sí podemos estar seguros es de que no va a ser así, porque [el presidente ruso, Vladímir] Putin no tiene ninguna intención de acabar la guerra en 24 horas, pase lo que pase”, apuntaba en una charla este viernes el exembajador de EE UU ante la OTAN Kurt Volker, del Centro de Análisis de Política Europea.

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By Diario

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