La intérprete, aquejada durante años de problemas mentales, ha muerto a los 75 años mientras dormía en su casa
Shelley Duvall ha muerto a los 75 años, según ha confirmado su pareja, Dan Gilroy, a ‘The Hollywood Reporter’. Actriz de películas como ‘Tres mujeres’ (Robert Altman, 1977) y ‘Annie Hall’ (Woody Allen, 1977), Duvall es conocida principalmente por dos interpretaciones de 1980: la versión cinematográfica de ‘El resplandor‘, de Stephen King (dirigida por Stanley Kubrick) y la adaptación al celuloide del cómic ‘Popeye’, dirigida igualmente por Altman y en la que interpretó a Olivia.
Duvall ha fallecido este jueves mientras dormía en su casa de Blanco (Texas), según ha anunciado Gilroy. La causa de la muerte han sido complicaciones de la diabetes, según su amigo, el publicista Gary Springer.
Aquejada de problemas mentales durante buena parte de su vida, Duvall tuvo una carrera cinematográfica que empezó a declinar a partir de finales de los 80, tras títulos como ‘Los héroes del tiempo’ (Terry Gilliam, 1981) y ‘Frankenweenie’ (Tim Burton, 1984), con alguna aparición puntual, como ‘Retrato de una dama’ (Jane Campion, 1996), antes de su retirada, en 2002. El año pasado rompió dos décadas alejada de las cámaras con una participación en ‘The forest hills’, que queda como última obra de su filmografía.
En 2016 la actriz apareció en televisión contando su condición: “Estoy muy enferma. Necesito ayuda”. Además, relató que había fuerzas malévolas que pretendían hacerle daño. En una entrevista con ella publicada por ‘The New York Times’ hace unas semanas, Duvall achacaba la degradación de su salud mental al terremoto de Los Ángeles de 1994, que destruyó parcialmente su casa en la ciudad, y a la tensión provocada por el cáncer que sufrió su hermano.
Pero también señalaba directamente a los directivos de Hollywood. “Yo era una estrella. Tenía papeles protagonistas. La gente piensa que se trata solamente de una cuestión de envejecimiento, pero no lo es: es violencia“, denunció. “¿Cómo te sentirías si la gente fuese estupenda contigo y, de la noche a la mañana, te diesen la espalda? No lo creerías a menos que te sucediese. Y por eso duele tanto, porque no puedes creer que sea verdad”.
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