Joe Biden lleva dos semanas tratando de borrar la pésima impresión que dio en el debate de la CNN contra Donald Trump en Atlanta. El presidente de Estados Unidos confirmó ese día los peores temores de quienes consideraban que, a sus 81 años, no está en la mejor forma para ser reelegido y dirigir cuatro años más la primera potencia mundial. Pese a los esfuerzos de Biden por despejar las dudas, ni el recuerdo del encuentro televisivo se diluye ni el debate sobre su continuidad se cierra. La presión sobre el presidente va en aumento en el frente político, en el mediático y en el financiero. El dinero puede acabar siendo un factor decisivo, pero Biden tiene todavía las arcas repletas. Antes de que las finanzas presionen, son las personas del círculo cercano al mandatario las que pueden convencerle de que lo mejor que puede hacer es ceder el testigo.
Los demócratas están tratando de ser cuidadosos en la forma de pedir a Biden que se aparte. Muchos cubren de elogios sus mensajes, pero coinciden en que no es el más apropiado ni para derrotar a Donald Trump en las urnas en noviembre ni para dirigir el país otros cuatro años. Acabaría un hipotético segundo mandato con 86. Si el presidente no acepta voluntariamente renunciar a la reelección, es muy difícil forzarle. Ganó las primarias demócratas sin casi oposición y la inmensa mayoría de los delegados de la convención de Chicago de agosto tienen el compromiso de apoyarle.
Incluso mensajes como el de la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de 84 años, pidiéndole que se decida pronto porque el tiempo apremia (cuando en realidad Biden ya se había decidido a seguir) erosionan la autoridad del presidente, aunque lo hagan cuidadosamente: “Quiero que haga lo que decida hacer”, afirmaba Pelosi, como si no se hubiera enterado de que ya se había decidido. Este jueves continuaban las reuniones de legisladores y senadores demócratas en el Capitolio con la candidatura de Biden como asunto monográfico.
Hasta este jueves son 10 los miembros de la Cámara de Representantes que han pedido abiertamente al presidente que tire la toalla. La última en sumarse ha sido la congresista por Míchigan Hillary Scholten. “El presidente Biden ha pasado su vida sirviendo a nuestra nación y construyendo la próxima generación de liderazgo estadounidense”, ha dicho en un comunicado que ha tuiteado este jueves. “Por el bien de nuestra democracia, creo que es hora de que se haga a un lado de la carrera presidencial y permita que un nuevo líder dé un paso adelante”, añade Scholten, que matiza que si el presidente no se retira, votará por él antes que por Trump.
Los senadores han sido más prudentes y solo uno ha pedido abiertamente hasta ahora a Biden que ceda el testigo. Se trata de Peter Welch, senador por Vermont. “No podemos ignorar la desastrosa actuación del presidente Biden en el debate. No podemos ignorar ni descartar las preguntas válidas que se han planteado desde aquella noche”, escribió este miércoles en un artículo en The Washington Post. “Entiendo por qué el presidente Biden quiere presentarse. Ya nos salvó una vez de Donald Trump y quiere volver a hacerlo. Pero tiene que replantearse si es el mejor candidato para hacerlo. En mi opinión, no lo es”, continuaba Welch. “La conversación nacional se centra en la edad y la capacidad del presidente Biden. Solo él puede cambiarlo”, añadía.
Aunque Biden dijo que descartaba “por completo” retirarse o que solo lo haría si se lo pedía el “Señor Todopoderoso”, otro potente caballero es don dinero. Varios donantes y recaudadores de fondos destacados del Partido Demócrata han retirado su apoyo al presidente y pedido un cambio de tercio en la candidatura demócrata. Entre ellos están el cofundador de Netflix Reed Hastings; el magnate hotelero Stewart Bainum Jr; Abigail Disney, heredera de la fortuna de la familia Disney, el filántropo Gideon Stein y muchos otros menos conocidos.
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Para poder seguir usando el dinero de la campaña, lo más fácil es que la sustituta de Biden fuera la vicepresidenta, Kamala Harris, que ya figura en la candidatura. El presidente se ha mostrado hasta ahora convencido de que es él el que tiene más posibilidades de derrotar a Trump. Probablemente, también tema un cisma sucesorio que acabe dando la victoria al republicano.
La NBC y The New York Times aseguraban este jueves que la campaña presidencial demócrata ha empezado a hacer de forma sigilosa encuestas para ver cómo le iría a Harris frente a frente contra Trump.
Una de las deserciones más sonadas fue este miércoles la del actor George Clooney, que fue coanfitrión del acto en el que el Partido Demócrata logró 28 millones de dólares en una sola noche, el sábado 15 de junio. A ese acto acudieron también Julia Roberts, Barbra Streisand y Jack Black, entre otros famosos. Clooney dijo que el Biden que se encontró en ese acto no era el brillante de 2010 ni tampoco el de 2020. “Era el mismo hombre que todos presenciamos en el debate”, sentenció en un artículo en The New York Times. “Los líderes de nuestro partido tienen que dejar de decirnos que 51 millones de personas no vieron lo que simplemente vimos”, añadía. “Joe Biden es un héroe; salvó la democracia en 2020. Necesitamos que lo haga de nuevo en 2024″, concluía su petición de retirada.
El también actor Michael Douglas ha expresado este jueves similares preocupaciones sobre las posibilidades electorales de Biden, aunque también envolviendo su mensaje en elogios: “Adoro a este hombre. Cincuenta años de servicio público, un tipo maravilloso. Esta es simplemente una de esas elecciones cruciales. Y es muy difícil”, ha dicho en declaraciones a un programa de la cadena ABC en las que ha mostrado su acuerdo con Clooney.
El 11 de julio iba a ser el día en que Trump fuera sentenciado por los 34 delitos por los que fue declarado culpable. Podría haber sido un hito en favor del candidato demócrata. Sin embargo, la sentencia del Tribunal Supremo en la que los jueces otorgaron una amplia inmunidad a los presidentes por sus actos oficiales, también invalidó algunos métodos de prueba. Eso deja en el aire el fallo del caso Stormy Daniels, que de momento se ha aplazado hasta septiembre, en caso de que la sentencia siga siendo válida.
De ese modo, una fecha en la que Trump podía ser sentenciado a la cárcel o dejado en libertad condicional, al final se había convertido en relevante porque el presidente daba una rueda de prensa con motivo del final de la cumbre de la OTAN que, en la práctica, se ha convertido en una prueba en directo sobre su capacidad cognitiva. La comparecencia estaba prevista para las 18.30 de Washington, las 00.30 horas del viernes en la España peninsular.
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