- Author, Natalie Sherman y Theo Leggett
- Role, BBC News
Boeing se declaró culpable de conspiración para cometer fraude luego de que las autoridades en Estados Unidos descubrieran que la empresa incumplió un acuerdo que pretendía reformarla tras dos accidentes fatales de sus aviones 737 Max en los que murieron 346 pasajeros y tripulantes.
El Departamento de Justicia de EE.UU. informó que el fabricante de aviones también acordó pagar una multa de US$243,6 millones.
Sin embargo, las familias de las personas que murieron en los vuelos hace cinco años criticaron el acuerdo por considerarlo un “trato ventajoso” que le permitirá a Boeing eludir toda responsabilidad por las muertes. Uno de los familiares lo calificó como una “abominación atroz”.
El acuerdo debe ser aprobado ahora por un juez de EE.UU.
Al declararse culpable, Boeing evitará el espectáculo que implica un juicio penal, algo que las familias de las víctimas han estado pidiendo insistentemente.
Dos trágicos accidentes
La compañía está en crisis por su historial de seguridad desde los dos accidentes casi idénticos que sufrieron aviones 737 Max en 2018 y 2019, que llevaron a la inmovilización global de ese modelo de aviones durante más de un año.
En 2021, los fiscales acusaron a Boeing de conspiración para defraudar a los organismos reguladores, alegando que había engañado a la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) sobre su sistema de control de vuelo MCAS, implicado en ambos accidentes.
La FAA acordó no procesar a Boeing si la empresa pagaba una multa y completaba con éxito un periodo de tres años de mayor supervisión y presentación de informes.
Pero en enero, poco antes de que finalizara ese periodo, la puerta de un Boeing de Alaska Airlines explotó poco después del despegue, lo que obligó al avión a aterrizar de emergencia.
Nadie resultó herido durante el incidente, pero sí se intensificó el escrutinio sobre hasta qué punto Boeing había avanzado en mejorar su historial de seguridad y calidad.
En mayo, el Departamento de Justicia afirmó que Boeing había incumplido las condiciones del acuerdo de 2021, lo cual abría la posibilidad de un proceso judicial.
La decisión de Boeing de declararse culpable es una mancha negra en el historial de la empresa, que es un importante contratista militar del gobierno estadounidense, ya que ahora tiene antecedentes penales.
No está claro cómo afectarán esos antecedentes penales a las actividades de contratación de la empresa. El gobierno suele prohibir la participación en licitaciones de las empresas con antecedentes, pero puede conceder exenciones.
Insuficiente para las familias
Paul Cassell, abogado que representa a algunas de las familias de las personas fallecidas en los vuelos de 2018 y 2019, dijo: “Este acuerdo ventajoso no reconoce que, debido a la conspiración de Boeing, murieron 346 personas“.
“A través de la astuta actuación legal de Boeing y del Departamento de Justicia, se están ocultando las consecuencias mortales del delito de Boeing”.
Cassell pidió al juez que evalúa el acuerdo que “rechace esta declaración de culpabilidad inapropiada y simplemente convoque un juicio público, para que todos los hechos que rodean el caso se expongan en un foro justo y abierto ante un jurado”.
En una carta dirigida al gobierno en junio, Cassell pidió al Departamento de Justicia que impusiera a Boeing una multa de más de US$24.000 millones en reconocimiento de lo que describió como “el delito empresarial más mortífero de la historia de Estados Unidos”.
También pidió que se enjuiciara a algunas personas, entre ellas al exdirector ejecutivo de Boeing, Dennis Muilenberg.
Zipporah Kuria, quien perdió a su padre Joseph en uno de los accidentes mortales, expresó: “Espero que, Dios no lo quiera, si esto vuelve a ocurrir se le recuerde al Departamento de Justicia que tuvo la oportunidad de hacer algo significativo y en lugar de ello eligió no hacerlo”.
En el acuerdo de 2021, Boeing acordó pagar US$2.500 millones para resolver el asunto, incluidos US$500 millones para un fondo de las víctimas.
El acuerdo indignó a los familiares, que no fueron consultados sobre las condiciones y piden que se juzgue a la empresa.
A finales de junio, CBS News, socio de la BBC en EE.UU., informó que personal directivo del Departamento de Justicia había recomendado que se iniciara un proceso judicial.
En una audiencia realizada en junio, el senador Richard Blumenthal dijo que creía que existía una “evidencia casi abrumadora” de que debía iniciarse un proceso judicial.
Los abogados de los familiares dijeron que al Departamento de Justicia le preocupaba no tener un caso sólido contra la empresa.
Mark Forkner, un antiguo piloto técnico de Boeing que fue la única persona que se enfrentó a cargos penales por el incidente, fue absuelto por un jurado en 2022. Sus abogados argumentaron que se le había utilizado como chivo expiatorio.
Los antecedentes
Mark Cohen, profesor emérito de la Universidad de Vanderbilt, que ha estudiado las condenas contra empresas, dijo que los fiscales suelen preferir acuerdos en los que la empresa se declara culpable, que les permiten evitar el riesgo de un juicio y le dan al gobierno más poder sobre la empresa que una sentencia típica.
“Tienen que pensar en las consecuencias colaterales”, dijo. “No se toman este tipo de casos a la ligera”.
Los problemas por el incumplimiento del acuerdo de 2021 no son el primer roce de Boeing con la ley.
En 2015, la empresa pagó millones en multas a la Administración Federal de Aviación para resolver una serie de reclamaciones por fabricación inadecuada y otros problemas.
La empresa también sigue enfrentándose a investigaciones y demandas por el incidente del vuelo de Alaska Airlines de enero.
¿Demasiado grande para ser juzgada?
Boeing es una de las empresas más grandes e importantes de Estados Unidos.
La empresa es uno de los dos principales fabricantes mundiales de aviones comerciales. Y es uno de los cinco mayores contratistas de defensa de Estados Unidos.
Emplea a más de 170.000 personas en todo el mundo, 150.000 de ellas en Estados Unidos, y generó unos ingresos por casi US$78.000 millones el año pasado. Su contribución a la economía estadounidense es vital.
Pero su compromiso con la seguridad se ha puesto en tela de juicio en repetidas ocasiones.
Varios informantes han denunciado presuntas prácticas inseguras en las fábricas de Boeing, así como en las de su principal proveedor, Spirit Aerosystems.
Los críticos exigen un cambio fundamental en la cultura corporativa de Boeing. Los fallos de seguridad de la empresa distan mucho de ser nuevos, y los intentos de resolverlos parecen haber sido infructuosos.
Tras los dos accidentes casi idénticos que ocurrieron en sus flamantes 737 Max en los que murieron 346 personas, se descubrió que se habían hecho recortes en el diseño del avión y que se había engañado a los reguladores.
Tras el primer accidente, se permitió que el avión siguiera volando a pesar de que se conocía el problema, por lo que se acusó a Boeing de anteponer sus ganancias a la seguridad de los pasajeros.
El Departamento de Justicia concluyó ahora que Boeing incumplió las condiciones del acuerdo de 2021 al no implantar ni aplicar un programa adecuado de cumplimiento y ética, lo que permite que la empresa sea procesada ahora por la acusación penal original.
Un gigante aéreo
Algunos legisladores de Washington, sin embargo, han expresado su preocupación por las consecuencias de imponer altos castigos a Boeing.
En una audiencia celebrada en abril, el senador republicano Ron Johnson dijo que temía que los organismos reguladores fueran perjudicar a una empresa tan crítica para la economía estadounidense.
“Vuelvo a la realidad del hecho de que todos queremos que Boeing tenga éxito“, dijo.
“No queremos pensar que hay condiciones en estos aviones que realmente deberían obligar a los entes reguladores a dejarlos en tierra, con lo que eso haría a nuestra economía, lo que eso haría a la vida de las personas”.
Según los analistas, no cabe duda de que la condición de Boeing como uno de los contratistas principales del ejército estadounidense habría sido un factor clave a la hora de decidir qué medidas tomar contra la empresa.
Sólo en 2022, Boeing acumuló contratos con el Departamento de Defensa por valor de más de US$14.000 millones.
También hay que tener en cuenta la posición de Boeing en el mercado de la aviación comercial. El gigante aéreo tiene actualmente pedidos de más de 6.000 aviones, lo que representa años de producción.
Su gran rival Airbus tiene una cartera de pedidos aún mayor, y ha estado luchando para producir suficientes aviones para satisfacer la demanda.
Rivales emergentes
En pocas palabras, el mercado necesita actualmente a Boeing para que las compañías aéreas obtengan los aviones que necesitan. Pero en el futuro la empresa también tendrá que estar en buena forma si quiere hacer frente a la amenaza de un rival emergente.
El fabricante chino Comac, respaldado por el Estado, produce actualmente el avión de pasajeros C919, un rival potencial del 737 Max y el Airbus A320 neo. Comenzó sus vuelos comerciales en mayo.
Aunque su cartera de pedidos es minúscula en comparación con la de los dos gigantes establecidos, a largo plazo podría beneficiarse de cualquier debilidad del gigante estadounidense.
También existe la posibilidad de que la brasileña Embraer, un fabricante de éxito para aerolíneas regionales más pequeñas, llene parte del espacio que actualmente ocupan Boeing y Airbus en el mercado.
“Boeing es demasiado grande para caer, pero no es demasiado grande para ser mediocre”, dice Ronald Epstein, analista de Bank of America que sigue a la empresa.
“Todos queremos una Boeing sana”, añade. “Tener una Boeing que va por mal camino es malo para todos”.
Las crisis ya han pasado una elevada factura a la compañía, que ha perdido dinero todos los años desde 2019, una suma que asciende a más de US$30.000 millones.
Todo esto puede explicar por qué el Departamento de Justicia no ha impuesto sanciones más severas a Boeing. No obstante, la empresa ha admitido un delito grave.
Eso en sí mismo es un gran avance. La cuestión ahora es si el Departamento de Justicia ha hecho lo suficiente para disuadir a la empresa de cometer delitos en el futuro.
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