Más de 28 meses después del inicio de la invasión a gran escala en Ucrania, Rusia ha vuelto a utilizar una de sus tácticas más letales: el ataque a la población civil. Sobre las 10.00 de este lunes, una oleada de misiles se ha dirigido a Ucrania desde los flancos este y sur de la frontera con Rusia y ha impactado en varios puntos del país, con especial intensidad en Kiev. Según el último balance provisional ofrecido por el Ministerio del Interior, al menos 23 personas han muerto en la capital ucrania en una de las peores ofensivas que se recuerdan en la ciudad desde el inicio de la guerra en febrero de 2022. La cifra de víctimas mortales en todo el territorio supera ya la treintena, por más de un centenar los heridos. Uno de los lugares golpeados en Kiev ha sido el hospital pediátrico de Ojmatdit, que ha tenido que ser evacuado de inmediato. “Es importante que todo el mundo vea lo que [Rusia] está haciendo”, ha manifestado en un mensaje en sus redes sociales el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, junto a un vídeo en el que se mostraban los destrozos ocasionados en el centro sanitario infantil.
Varias horas después de que los misiles cayeran sobre la capital, las ambulancias y los equipos de emergencia seguían trabajando en el centro para llegar a los lugares de impacto. Las columnas de humo se podían apreciar aún a mediodía sobre algunos de los distritos afectados, como el de Solomianski, muy cerca de la estación de tren de Pasazhirskii, o el de Shevchenkivski, junto a la estación de metro de Lukianivska y donde la munición rusa reventó el inmueble de una conocida empresa ucrania. La ofensiva ha golpeado el corazón del país, en un ataque combinado de misiles de crucero, balísticos y bombas guiadas, en la víspera de la reunión de la OTAN en Washington en la que se celebrará su 75º aniversario y en la que se prevé que Kiev obtenga nuevas garantías para la futura adhesión a la Alianza, un paso que rechaza de forma tajante el Kremlin.
Zelenski, que ha llegado este lunes a Varsovia para firmar un acuerdo de seguridad con el primer ministro polaco, Donald Tusk, ha calificado el ataque de “terrorista” y ha cifrado en 40 los misiles que cayeron este lunes sobre el país. “Ahora que el hospital [de Ojmatdit] ha sido dañado por un ataque ruso, que hay personas bajo los escombros y aún se desconoce el número exacto de víctimas”, ha señalado el dirigente, “Rusia no puede alegar desconocimiento de hacia dónde vuelan sus misiles y debe rendir cuentas plenamente por todos sus crímenes”. El Consejo de Seguridad de la ONU celebrará este martes una reunión sobre esta última ofensiva rusa, a petición del Reino Unido, Francia, Ecuador, Eslovenia y Estados Unidos.
No es la primera vez en los últimos días que Rusia pone a la capital de Ucrania en el centro de la diana. En esta ocasión, y pese a los trabajos de las defensas, los proyectiles rusos han alcanzado y dañado a la luz del día, por dentro y por fuera, el hospital pediátrico Ojmatdit, en Shevchenkivski, a un par de kilómetros del centro de Kiev. Estas instalaciones, que ocupan toda una manzana, son las mejores del país en sanidad infantil. Según ha informado un portavoz de los bomberos, dos personas han muerto por este ataque, al menos una de ellas, un trabajador sanitario, y otras 15 han resultado heridas.
A un puñado de metros de la entrada, mientras voluntarios y equipos de emergencias trabajaban para retirar los restos del inmueble arrancados de cuajo por la onda expansiva de un misil, Oleksandr Istomin, de 29 años, del departamento de hematología pediátrica, mostraba en un vídeo grabado por él mismo cómo había quedado la habitación en la que se encontraba. “Soy afortunado, solo eso”, ha manifestado al señalar con su dedo la sala en la que estaba cuando, a las diez de la mañana, tras varias explosiones cercanas, un misil golpeó junto a la zona de cuidados intensivos. Una de las ventanas se desprendió hacia el interior y pudo caerle encima. “Sí, temí por mi vida”, ha relatado, “nadie puede ignorar algo así”. Este empleado del centro calcula que más de un millar de niños estaban ingresados en Ojmatdit, a los que hay que sumar cientos de trabajadores. “Si esta es la nueva estrategia de Rusia, ¿qué será lo siguiente?”, se ha preguntado Istomin, con evidentes signos de fatiga y frustración.
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Las imágenes del interior, tomadas por el personal que grabó los instantes posteriores al ataque, y las que deja el exterior, con la fachada destrozada y un edificio colindante prácticamente derrumbado, son dantescas. Los periodistas gráficos que han llegado durante el desalojo del hospital han podido retratar a muchos menores heridos y ensangrentados, bajo los cuidados de los sanitarios. Decenas de personas, entre voluntarios, trabajadores de emergencias y sanitarios del centro, trabajaban para retirar el material en buen estado. Junto a una incubadora se mesaba el pelo, a la carrera de un lado a otro, Irina Safronova, de 60 años. Trabaja en el departamento de anestesia. “Estaba dentro del edificio y se derrumbó todo encima”, ha relatado mientras se tocaba algunos rasguños que sufrió en la cara. Salió arrastrándose, apartando todo lo que tenía por la cabeza. “Nuestra suerte”, ha proseguido, “es que habíamos sacado a los niños de la zona de cuidados intensivos y allí es donde cayó el misil”.
“Este es uno de los peores ataques”, ha manifestado el alcalde de la ciudad, Vitali Klitschko. “Se puede ver: es un hospital infantil”. Klitschko, que se trasladó a primera hora hasta Ojmatdit, informó de que los pacientes de este centro, los niños, habían sido trasladados a otras instalaciones públicas.
A las víctimas mortales de Kiev hay que sumar, también en un balance aún provisional, al menos 11 muertos en Krivói Rih, en el centro de Ucrania, y otros tres en Pokrovsk, en la franja oriental, cerca de la línea del frente. También ha habido bombardeos en zonas civiles de Dnipró, Sloviansk y Kramatorsk. El Ministerio de Defensa ruso, en línea con lo expuesto desde el comienzo de la invasión tras cada bombardeo, en la frontera quizá del esperpento dialéctico, ha defendido que sus fuerzas habían llevado a cabo ataques contra objetivos de la industria de defensa y bases de la aviación en Ucrania. “Los objetivos se han logrado”, ha afirmado en un comunicado el departamento dirigido por Andréi Belousov. La Fiscalía ucrania ha informado de que enviará las pruebas recabas tras la ofensiva este lunes al Tribunal Penal Internacional de La Haya para que investigue posibles crímenes de guerra o lesa humanidad.
La oficina humanitaria de Naciones Unidas (OCHA) ha emitido un mensaje de condena contra el bombardeo ruso. “Los inaceptables ataques aéreos que este lunes han dañado un hospital infantil en Kiev no son más que otro ejemplo de las terribles consecuencias de la invasión rusa para la población civil de Ucrania”, ha manifestado su coordinadora en el país, Denise Brown. “Miles de hospitales, centros de salud y clínicas han sufrido daños en los últimos dos años. Las instalaciones sanitarias tienen protección especial en virtud del derecho internacional humanitario debido a que salvan vidas. Los hospitales deben ser protegidos”.
Antes del bombardeo de primera hora del lunes, de madrugada, Moscú había atacado las provincias de Yitomir y Cherkasi, en el centro del país, sin causar víctimas mortales ni daños. La ofensiva rusa noquea a una población exhausta tras más de dos años de guerra, muy castigada por los cortes de luz debidos al bombardeo sistemático de las centrales eléctricas ―Ucrania ha perdido la mitad de energía que generaba hace unos meses, lo que lleva a apagones diarios en todo el país―, y con problemas tanto en el suministro de munición para el frente como en la movilización de hombres para el combate.
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