Casi 2.300 millones costó el Concierto de la Esperanza, festival que se hace desde hace una década, que en esta ocasión fue organizado por el gobierno Petro a favor de la liberación de Palestina y se ejecutó por medio de la firma Evenpro Entretenimiento del empresario Alfredo Villaveces. El presupuesto fue aprobado por Hollman Morris, gerente de RTVC.
Agrupaciones de larga trayectoria dentro del rock y el hip hop latinoamericano como 2 Minutos, Los Rabanes, Desorden Público y el proyecto solista de Pato, uno de los cantantes de Control Machete, fueron algunos de los artistas contratados para la programación. Por informaciones de managers amigos sé que el rango de precios de la mayoría de las bandas estuvo por debajo de los 10.000 dólares.
Un valor que no es elevado en el mercado internacional (artistas con similares características pueden valer US$ 30.000 o US$ 50.000), sobre todo sí se tiene en cuenta que varias agrupaciones de las que se presentaron desde hace 25 o 30 años se mantienen vigentes en la escena latinoamericana.
Además, hay que tener en cuenta que el montaje del escenario que requieren para tocar puede costar varios cientos de millones de pesos colombianos. De todas maneras, el evento, que a pesar de la lluvia que cayó durante varios espacios de la jornada se desarrolló en una plaza casi llena, tuvo tanto admiradores como detractores.
De un lado están los que condenan los muertos en la Franja de Gaza y alrededores y consideran que todo acto de visibilización a favor de Palestina siempre será necesario. Del otro, quienes piensan que Israel sólo se esta defendiendo de los árabes o que Netanyahu tiene razón porque su país está ubicado en la tierra prometida.
Críticas al Concierto de la Esperanza
Muchas veces, las personas que tienen esta segunda postura son las mismas que condenan las declaraciones del presidente Gustavo Petro, quien ha llegado a hablar de genocidio o a equiparar al Primer Ministro israelí como un nazi. Además, en este grupo de personas también suelen estar quienes consideran que este acto fue más una iniciativa política que un acto cultural o que este no es momento para hacer este tipo de gastos.
Por ejemplo, por medio de un trino, Daniel Briceño, concejal del Centro Democrático expresó: “El concierto de la Esperanza y solidaridad con Palestina que se hará mañana en la Plaza de Bolivar le costará a todos los colombianos $2.294.656.270. Los recursos fueron destinados por Hollman Morris a través de RTVC. ¿Acaso no estamos en crisis fiscal?”.
El comentario de Briceño puede ser útil para profundizar un debate que desde hace años se viene dando dentro de las instituciones latinoamericanas, que es el de la importancia de la cultura y el de cómo se deberían invertir los recursos de una nación. ¿Cuánto es mucho dinero sí hablamos de cultura? ¿Cuánto es poco? ¿Qué tipo de eventos deben financiarse?
En los entornos más conservadores de la sociedad suele pensarse la cultura como un derroche o cómo una pérdida de dinero, pero para otros la cultura es el vehículo para difundir la ideas de un país. Y quizás tenga sentido pensarlo en un país como Colombia, donde a través de las canciones y las películas de producción nacional, los ciudadanos pudieron descubrir qué, allá en las zonas del territorio colombiano que desconocían, existían otras realidades.
Este año también se realizará la primera edición de Gospel Al Parque, un evento dedicado a los diversos géneros musicales que se han abarcado dentro de la música cristiana y a los cantos de adoración.
La iniciativa de un evento cristiano existe desde hace años y pone otro debate sobre la mesa: ¿Es correcto que un estado laico financie un evento de música religiosa y que inviertan en este una cifra igual o mayor a la del Concierto de la Esperanza?
Probablemente sí, porque incluso los no creyentes tendríamos que reconocer que la iglesia también hace una labor social. Acoge a personas de familias vulnerables y también a ciudadanos que intentan dejar la delincuencia o los problemas de drogadicción.
Además, muchos de sus músicos han intentado que su mensaje no sólo sea divino y que alcance incluso a quienes no piensan como ellos. Por ejemplo, la banda Rescate, del recientemente fallecido por cáncer Ulises Eyherabide, que en su momento fue una de las agrupaciones de rock cristiano más grandes de América Latina.
Es posible que el mejor ejemplo para hablar del alcance que tuvo Rescate, incluso en personas no cristianas, es la canción “Quiero más (paz)”. Uno de sus mayores éxitos que, aunque siempre tuvo interpretaciones diversas entre los seguidores del grupo, en su letra dejaba claro que ellos se referían específicamente a la paz de espíritu. “Queremos paz, pero no la que se firma en tratados”, decían ellos en una de sus estrofas.
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El Concierto de la Esperanza, a través de cinco momentos musicales
Uno de los artistas invitados al Concierto de la Esperanza fue Realidad Mental, un cantante de hip hop con veinte años de trayectoria y una dura historia de vida que utiliza como discurso inspiracional en tarima. En medio de su concierto, Oscar Alejandro Corredor (nombre de pila), habló de sus errores y mostró una puñalada que casi le quita la vida a los 17 años. La música le mostró otra forma de ver la vida y con sus éxitos “Orgullo rolo” o “Puro demonio” lo remarcó a lo largo de todo su show.
También fue muy simbólico ver a Desorden Público, quizás la agrupación de rock venezolano vigente más grande de la historia hablándole al público colombiano y a sus compatriotas que han venido al país. Los intérpretes de “Valle de balas” o “Combate” llevan más de treinta años defendiendo causas justas y hasta han llegado a confrontar a Nicolás Maduro, dentro en un evento organizado por el gobierno en el que tocaron casi que por obligación.
Otro momento para destacar es cuando Luis Eduardo Blanco habló de la depresión y del fallecimiento de su hermano hace pocos años, quien además era el cantante de esta agrupación venezolana que es considerada de culto dentro de la música latina. Quienes seguimos a la agrupación, famosa por canciones como “Sin ti”, “Brujería” o “Revolution (Cumbia reggae) y vivimos el proceso de la enfermedad de su hermano José Andrés Blanco de cerca (varios músicos bogotanos hicieron colectas para su tratamiento contra el cáncer), podríamos preguntarnos si se está hablando lo suficiente de salud mental en los entornos culturales.
En los últimos años, el rap se convirtió en uno de los principales vehículos de expresión de los adolescentes y adultos de los entornos más vulnerables de Colombia, principalmente de Bogotá. Existió una banda que lo hizo posible y esa fue Control Machete, comandada por Pato y por Fermín, quien desde hace años se convirtió al cristianismo y sólo participa ocasionalmente en los conciertos de su anterior compañero. Tal vez muchos asistentes no lo sabían, pero muchos raperos, que han inspirado tanto a nuevos talentos bogotanos como a adolescentes que se rebuscan la vida en Transmilenio, existen gracias al legado de este señor.
En los últimos meses, Los Rabanes han tenido varias presentaciones para el público colombiano donde han cantado éxitos como “My commanding wife” o “Señorita a mi me gusta su style”. Pero los panameños también son famosos por su defensa de causas justas con canciones como “Tu me disparas balas” o “Colonia americana, no” que por retrasos por lluvia tuvieron que retirar de la lista original. Verlos siempre será un canto a la vida y a la paz.
Por último, una mención especial al emotivo show de 2 Minutos, donde su cantante Mosca puso en contexto varias de sus canciones, algunas hechas en su época de furia adolescente, a fines de mostrar que los tiempos han cambiado; por ejemplo, con una mención reconociendo las personas trans en “Otra mujer”. La agrupación del barrio Valentina Alsina se ha mantenido 37 años a punta de constancia y amor por el punk, tanto así que es probable que en este momento no exista otra banda del género que tenga el lugar que ocupan dentro del rock latino.
Hace pocas semanas lo remarcaron con un disco de nuevas versiones de sus canciones, que tiene a otros grandes como Los Fabulosos Cadillacs, Trueno o Los Auténticos Decadentes como invitados.
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