Los supervivientes de la estampida ocurrida durante una celebración religiosa en el norte de India describieron este miércoles el “caos” que provocó la muerte de 121 personas.
Cerca de 250.000 personas se habían congregado el martes para escuchar a un predicador hindú en Hathras, una ciudad del estado de Uttar Pradesh, en el norte de India, según la policía, más del triple de las 80.000 personas autorizadas.
Los responsables de gestión de desastres de Uttar Pradesh elevaron el número de muertos de 116 a 121.
Este miércoles el campo fangoso junto a una carretera donde ocurrió la estampida todavía estaba lleno de ropa y zapatos abandonados.
Según los testigos, muchas personas cayeron unas encima de otras mientras corrían por una pendiente hacia una zanja llena de agua.
”Todo el mundo, toda la multitud, incluidas mujeres y niños, abandonaron el lugar del evento al mismo tiempo”, explicó Sheela Maurya, una agente de policía de 50 años que estaba de servicio. “No había suficiente espacio y las personas caían unas encima de otras”, explicó.
La mayoría de las víctimas son mujeres. Algunos participantes se desmayaron presionados por la multitud, cayeron y fueron pisoteados.
La policía forense registró el lugar el miércoles en busca de pruebas.
La mujer policía que trabajaba el martes durante la ceremonia también resultó herida.
”Traté de ayudar a las mujeres, pero me desmayé y fui aplastada por la multitud”, cuenta. “No se cómo, pero alguien me sacó de allí”.
Hori Lal, de 45 años, que vive en Phulrai Mughalgadi, una aldea cercana, explicó que “la carretera principal que bordea el campo estaba abarrotada de gente y de vehículos durante kilómetros, había demasiada gente”.
”Cuando la gente comenzó a caerse y a ser aplastada, fue un caos”, explicó.
Según Chaitra V., una comisaria de policía de la ciudad de Aligarh, el pánico comenzó cuando “los participantes salían del lugar y una tormenta de polvo los cegó, lo que provocó un tumulto”.
Por su parte un informe de la policía indica que el incidente comenzó cuando “los peregrinos comenzaron a recoger tierra” detrás de los pasos del predicador.
La mujer policía, Sheela Maurya, “nunca había visto tanta gente” en un evento, aunque ya había trabajado en la seguridad de reuniones políticas o religiosas. “Hacía mucho calor, me caí y sobreviví con gran dificultad”.
Al amanecer del miércoles, cuatro cadáveres no identificados todavía yacían en el suelo de una morgue improvisada en el hospital de la cercana ciudad de Hathras.
Ram Nivas, un agricultor de 35 años, sigue buscando a Rumla, su cuñada desaparecida de 54 años. “No pudimos encontrarla por ningún lado”, dice, a pesar de haber acudido todos los hospitales de la zona durante la noche.
En las urgencias del hospital, Sandeep Kumar, de 29 años, está sentado junto a su hermana herida, Shikha Kumar, de 22 años.
”Cuando terminó el evento, todos querían salir rápido, eso fue lo que provocó la estampida”, cuenta. “Ella vio como la gente se desmayaba y la pisoteaban”, dice en referencia a su hermana.
El Primer ministro indio, Narendra Modi anunció una compensación de 2.400 dólares para los familiares de los fallecidos y de 600 dólares para los heridos del “trágico accidente”.
Por su parte la cámara alta del Parlamento guardó un minuto de silencio el miércoles.
Yogi Adityanath, primer Ministro de Uttar Pradesh y monje hindú, expresó sus condolencias a los familiares de las víctimas y ordenó que se iniciara una investigación.
No es la primera vez que una celebración religiosa en India termina en tragedia debido a la mala gestión y a los fallos de seguridad. En 2008 al menos 224 peregrinos murieron y más de 400 resultaron heridos en una estampida cerca de un templo de la ciudad de Jodhpur, en el norte.
(con información de AFP)
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