A medida que aumentaba la posibilidad de que la Ley Bases pasara el filtro del Congreso, primero en la Cámara alta y más tarde en la baja, Javier Milei fue moderando el tono de sus habituales reproches a senadores y diputados. Con el objetivo muy cerca, empezó a reorientar sus diatribas hacia la prensa y los economistas. Los periodistas en particular, han sido últimamente el blanco predilecto del Presidente, a los que tilda de “delincuentes” y “ensobrados” frecuentemente.

La tentación de echarle la culpa al mensajero no es nueva. Atraviesa todas las épocas y gobiernos, aunque, en definitiva, los medios no hacen más que reflejar las dudas y diagnósticos del mercado, los economistas, los empresarios y el Fondo Monetario Internacional. Eso que habitualmente se llama el “círculo rojo”.

Una curiosidad: los comentarios críticos en el exterior no irritan tanto como los de la prensa argentina, aunque hagan análisis parecidos. The Economist instó a Milei a definir qué hará con el Banco Central y el peso. “En la campaña prometía dolarizar la economía; ahora él y su equipo hablan de una competencia de monedas en la que el peso coexistiría con otras divisas. Esta incertidumbre tiene un costo. Los inversores no quieren hundir dinero en un país donde el sistema monetario y cambiario está en el aire”, advirtió el semanario inglés, que mejor refleja el pensamiento del establishment internacional.

Conforme el tiempo pasa y se demoran definiciones importantes de política económica, el apremio por obtener precisiones crece y esa presión irá en aumento, no en disminución. Por eso la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal no tuvo el efecto balsámico que el Gobierno imaginaba. Lo sucedido en los dos primeros días de la semana no podrían ser más ilustrativos. Los mercados pueden hacer que los tiempos se aceleren drásticamente y entren en una dinámica imprevisible.

Lo que le vienen pidiendo al Gobierno es que diseñe una hoja de ruta para salir del cepo, que defina claramente qué régimen monetario y cambiario tendrá, y advierten sobre el atraso del dólar y la creciente dificultad para sumar reservas. Hasta ahora los funcionarios se habían limitado mayormente a pedir un voto de confianza, porque “saben lo que hay que hacer”, antes que en dar detalles.

El cierre de junio con el dólar en alza, saldo por compras de reservas en rojo y el anuncio de cambios en la política monetaria obligaron a abandonar el modo troll y volver a la comunicación cara a cara con el periodismo profesional para intentar transmitir tranquilidad. El ministro Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, tuvieron que dejar la red social X de lado y dar una conferencia de prensa para bajar “ansiedades”, según la definición oficial. En la Argentina, una suba del dólar, por nominal o razonable que sea, nunca deja de ser noticia. Es un indicador económico clave en lo político. Dólar controlado y baja inflación son los pilares de la popularidad de un gobierno. No en vano, Milei apretó el acelerador para mostrar resultados rápidamente, cuando antes de llegar al poder decía que bajar la inflación llevaría un año y medio.

Pero no es todo. Los funcionarios ratificaron que seguirá la tablita de devaluaciones del 2% mensual (el crawling peg) y el dólar blend para exportadores, al tiempo que fueron imprecisos sobre la salida del cepo, la rebaja del impuesto PAIS y el nuevo acuerdo con el Fondo. El mercado esperaba otra cosa, tal como quedó a la vista. La calma financiera de la que el Gobierno disfrutaba hasta acá parece haber quedado atrás. “Puede haber volatilidad, pero no va a haber crisis”, apostó Caputo. Para colmo, el real se viene devaluando y pone más dudas sobre la competitividad local.

“Es una ansiedad [la del círculo rojo] basada; no es psicológica. Hay negocios que dependen del cepo. Es uno de los temas que más incomoda la actividad económica porque las empresas tienen que generar dividendos, girar divisas al exterior y atrás viene la posibilidad de hacer negocios. La ansiedad va a ir creciendo”, pronostica el economista y asesor del Gobierno, Fausto Spotorno. “Me parece que, con la conferencia, el Gobierno quiso explicar un poco mejor cómo imagina la salida del cepo; no será un evento, sino un proceso y para poder hacerlo además tiene que acumular reservas y cerrar la brecha cambiaria”, agrega. Para él, es una tarea que no debería esperar a 2025 y tendría que estar resuelta en los próximos tres o cuatro meses para hacer posible la recuperación económica.

Caputo y Bausili presentaron cambios de política monetaria por los cuales pasarán deuda del Central al Tesoro para, sin aumentar el pasivo de la entidad, poder subir la tasa de interés por encima de la inflación. Era otro reclamo de los mercados y del FMI. Milei había hablado horas antes de un nuevo régimen monetario y cambiario, manteniendo la ambigüedad. “Una vez que alcancemos un 1% de inflación, una de dos: o vamos por una situación de tipo de cambio fijo o vas a una situación de tipo de cambio flexible. Si consideramos que la economía no está muy monetizada podemos ir a tipo de cambio fijo para monetizarla, o sea, solo estás emitiendo contra demanda de dinero o alternativamente dejás tipo de cambio libre. Hay que ver en qué condiciones monetarias llegamos”, explicó.

El Presidente parece seguir apegado a la idea de la dolarización endógena, pese a que el staff del Fondo hizo pública su preferencia por la competencia de monedas al estilo de Perú o Uruguay, en la que la gente elige libremente con qué moneda operar. Esta y otras disidencias que están surgiendo en el marco de la negociación por un nuevo acuerdo, como la vigencia del dólar blend para exportadores, llevó a Milei a identificar al chileno Rodrigo Valdés, director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo, como otro de sus enemigos.

“La ampliación de la brecha cambiaria [a más del 50%] ha puesto sobre el tapete el mecanismo del blend, por el cual se destina el 20% de las exportaciones a alimentar la oferta de divisas en el mercado libre de cambios. Hay un conflicto de objetivos, ya que esa porción de los ingresos por ventas al exterior está restando oferta de divisas en el mercado oficial. Casi US$7600 millones se habrían canalizado por el mercado libre, equivalentes al 73% del superávit comercial del período, estimado en US$10.500 millones. Esto explica el tenor de la pulseada entre el gobierno y el staff del FMI”, grafica Jorge Vasconcelos, del Ieral de la Fundación Mediterránea.

¿Es posible replicar el modelo peruano o uruguayo en el país? El tema se abordó la semana pasada en la presentación del nuevo libro de Emilio Ocampo, “Argentina dolarizada”, quien insistió en la necesidad de reemplazar el peso por el dólar como reaseguro contra la irresponsabilidad fiscal de la política. “Sigo creyendo que es el camino que la Argentina tiene que seguir”, dijo el economista al que inicialmente Milei le había encomendado cerrar el Banco Central y terminó renunciando.

El coautor del libro, Alfredo Romano, dijo que aunque al bimonetarismo a la peruana se le diera un estatus legal no estaría a salvo de que el regreso del populismo revirtiera la medida y advirtió sobre la incertidumbre cambiaría: “Si solo se sigue discutiendo cuánto vale el dólar, cuánto debería valer, o cuándo será la devaluación y de cuánto va a ser, es imposible planificar y pensar en la inversión”. Llamativamente, participaron de la presentación dos integrantes del consejo asesor presidencial: los emprendedores Alec Oxenford, cofundador de OLX y quien prologó la obra, y Eduardo Bastitta.

A falta de pistas sobre el futuro del cepo, en materia de inversión el Gobierno se ilusiona con el RIGI, el régimen de incentivo a las grandes inversiones. Es una promesa de incentivos y protección de derechos adquiridos para proyectos de envergadura. De todos modos, con sus antecedentes, la Argentina siempre tendrá que demostrar sus promesas con hechos. La incesante salida del país de multinacionales que dejan sus activos en manos locales -el caso más reciente, el de Procter & Gamble y Newsan- es el mejor indicador de que la confianza no se recupera solo con un cambio de gobierno.

Lo sabe Milei, que en su paso por Alemania recibió inquietudes por la forma en que Toto Caputo difirió el pago de la deuda de Cammesa con las empresas eléctricas mediante un bono y con quita. “El Canciller Federal [Olaf] Scholz abordó el tema de la seguridad jurídica para las empresas alemanas en Argentina”, reconocieron fuentes diplomáticas. Hasta ahora el Gobierno solo pudo ensayar como defensa que redujo la mora de la deuda de los nueve meses que tenía la anterior administración a tres o cuatro.

El tema salió también en un encuentro de compañías de ese origen en el país el jueves 27. Fue en la reunión de directorio de la AHK, la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana, en la que representantes de la embajada germana dieron detalles del viaje presidencial ante ejecutivos de firmas como Bayer, Merck, SAP, BMW, Mercedes-Benz, Siemens, Lufthansa y la energética Wintershall Dea, entre otras.

Se esperaba que el segundo semestre, o la “segunda etapa” de la gestión Milei, incorporara nuevos ejes a la discusión pública de una sociedad impaciente: inversión, crecimiento, empleo, pobreza, un escenario ya de por sí difícil como para sumar el frente financiero, que hasta ahora era el que aportaba la calma. Ni la prensa, ni los economistas ni el FMI: el verdadero enemigo es el tiempo.

Conocé The Trust Project

[
,
,

By Diario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *