—¡Qué notable que en medio de una sociedad tan erotizada, todavía haya personas que digan: Quiero vivir de manera celibataria, quiero consagrar mi inteligencia, mi voluntad, mi libertad, mi cuerpo, mi ser al Señor, porque Él es todo para mí!
Fernando Chomalí se presentó ante una iglesia llena. Era 26 de agosto de 2012. Domingo. Día de Eucaristía. La catedral de Concepción estaba a rebosar. El cuerpo diaconal, del Seminario, representantes de comunidades y familias enteras estaban presentes.
La cita de las 17:00 horas tenía dos objetivos específicos. Dar las gracias y celebrar la consagración de dos nuevos diáconos: César y Reynaldo Oliva Lagos.
Oliva Lagos tenía una particularidad. En ese entonces, no sólo era juez del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Concepción, un abogado reconocido en los recovecos judiciales, también se convertía en el primer diácono célibe de la arquidiócesis. El mensaje del entonces arzobispo y actual líder de la Iglesia en Chile resonó en la catedral y apuntó en esa dirección. Lo comparó incluso con Pedro, uno de los apóstoles más cercanos a Jesús.
—Reynaldo y César le dicen al Señor ¿a quién iremos? Nosotros hemos creído y sabemos que eres Dios —cerró su homilía.
Ambos se convirtieron en diáconos permanentes de la Iglesia católica desde ese día.
Pero a Reynaldo le duró poco. El 11 de diciembre del 2013 —un año y cuatro meses después de que Chomalí lo presentara— fue restringido del diaconado permanente. Y una semana más tarde, él mismo le escribió una carta al papa Francisco solicitando su reducción al estado laical. En simple, remover sus derechos y privilegios eclesiásticos.
En el escrito decía que sus tiempos de abogado y diácono no eran compatibles. Pero la verdad era otra: la propia Iglesia le sugirió que renunciara. Era la mejor opción después de que una madre fuera a denunciarlo por haber tenido conversaciones “con lenguaje erótico y subido de tono” con su hijo menor de edad.
Era la primera denuncia de otras que se replicarían una década después.
El Arzobispado de Concepción lo imposibilitó de ejercer en el ministerio, al mismo tiempo que le prohibió acercarse a cualquier menor de edad que frecuentara las sedes católicas.
10 años después apareció una nueva denuncia por abuso sexual y la causa llegó a la Fiscalía Metropolitana Norte. Todo ocurrió en el mismo periodo que él juraba como ministro de la Corte de Apelaciones de Arica.
Su propio camino de celibato
La primera vez que Reynaldo le escribió a Matías por Facebook fue el 12 de noviembre del 2011. Matías tenía 12 años. Reynaldo 43. Le preguntó si era acólito en una parroquia en Tomé, y si había asistido a la peregrinación de ese día.
Matías le respondió que era nuevo y que no había podido ir, que quizás el otro año. Era la primera vez que conversaban. Cuatro minutos después Reynaldo le preguntó:
—Y tiene polola?
—Nop, primero mis estudios —replicó Matías.
—Si eres ordenado puedes hacer las dos cosas. Qué edad tienes?
—Tengo 12
—Ah, joven para tener una polola. Mejor tranquilo. Pero es la edad de la amiga manuela jaja.
Reynaldo insistió. Le envió varios mensajes saludándolo que no tuvieron respuesta desde el 17 de noviembre de 2011 hasta el 15 de febrero de 2012. Una hilera de “hola” y “qué tal” provenientes sólo de su lado.
Aunque para entonces no era diácono, Reynaldo no era ningún desconocido en las sedes católicas. Mientras estaba en su proceso de entrar al diaconado permanente, asistía a diferentes parroquias de la región del Bío Bío —incluida la de Tomé— para formar a variados grupos.
Por ejemplo, en la Parroquia del Sagrario —al lado de la catedral de Concepción— fue asesor de acólitos. La mayoría de sus estudiantes eran niños o jóvenes menores de edad. En el mismo templo era el encargado de recolectar el dinero de la alcancía, abrir y cerrar las puertas de la parroquia o instruir en catequesis. Una especie de “voluntariado”, como describen quienes lo conocieron en ese entonces.
Por eso no era extraño que Reynaldo conversara con los acólitos, esos niños revestidos de blanco entero que ayudan en las misas. Además, él generaba esa simpatía. Así lo dejó entrever José Osorio, uno los sacerdotes que trabajó en la misma parroquia y que declaró ante la fiscalía y el OS9 de Carabineros el 7 de noviembre de 2023. Resulta que para ese entonces, el Ministerio Público ya había abierto una investigación penal contra Oliva, a cargo del fiscal Xavier Armendáriz.
—Según mi parecer, en ocasiones jugaba con los acólitos. Demostraba que había como cierta confianza con ellos. Los niños tenían cierta confianza con él. Y como él era abogado me imagino que lo veían como de cierto prestigio para ellos.
“¿Minitas o club de tobi?”
En febrero de 2012, Matías y Reynaldo volvieron a tener conversaciones intermitentes. El abogado le preguntaba por las notas del colegio, por sus quehaceres y cómo estaba. Eso duraba unos minutos. El diálogo se desviaba siempre en invitarlo a tomar cervezas. Y la masturbación.
—No deberías estar en el hotel en concentración, durmiendo, en vez de trasnochar? jaja. En vez de estar mirando videos pornos jaja —le envió Reynaldo al niño.
—ajajaj si recién estoy conectado. Andaba jugando a la pelota —respondió Matías.
—Wena, o sea que miras videos pornos —insistió el abogado.
—noo.
—Mmm pillín no más (…) Jaja, estás en toda la edad de la manfinfla, jaja.
Ese año siguieron hablando. Reynaldo se empecinaba en preguntar qué cerveza le gustaba y en que fueran a beber juntos. Hasta le consultó si era más de vodka o de ron. Matías, aún en la pubertad, ni siquiera había probado el alcohol.
Algunas veces la conversación fue, entre comillas, más sutil. Oliva Lagos le preguntaba por sus notas del colegio, y como a Matías le iba bien, lo felicitaba. Luego lo invitaba a comer un completo juntos para celebrarlo. Le decía que si se le hacía tarde podía quedarse a dormir a su casa. Que podía invitar a unas minitas o hacer un “club de tobi”.
—Tengo desayuno y ducha —le soltó Reynaldo el 5 de mayo de 2013.
Siguieron así todo ese año. Las respuestas de Matías eran monosilábicas. Ese 2013 fue el más insistente para que se juntaran. Siempre el pretexto era comer algo y luego que se quedara en su casa, aunque nunca concretaron nada. Y ese año también coincidió que Matías quería iniciar la enseñanza media en el Colegio Salesiano de Concepción —una institución católica— y Reynaldo lo iba a ayudar a entrar. Supuestamente.
—Vamos a rezar y ver qué puedo hacer. Le preguntaré al padre de mi parroquia si conoce a alguien del Sale —le comentó el 23 de octubre. Luego volvió a averiguar— Y pololea? (…) Pura manuela palma.
Desde ahí en adelante comenzó a llamarlo “el joven manfinflero”, pese a que Matías le decía que no se masturbaba.
A fines de octubre, Reynaldo, quien ya era diácono permanente, le aseguró que consiguió ayuda con un padre para que entrara al Salesiano.
—Gracias tío Reynaldo 🙂 —le agradeció Matías.
—Vamos por una cerveza —le replicó el abogado.
Le garantizó que el padre había movido sus contactos para que ingresara al colegio católico. Cada vez que podía se inmiscuía en sus asuntos. Quería saber qué estaba haciendo y deslizaba comentarios sexuales. Incluso cuando Matías le decía que no podía juntarse, él ponía fechas para que se vieran. Los últimos meses de 2013 fue más directo con sus propuestas.
—No se aburre hablando conmigo? Es que tantas hueas que hablo, y además pregunto mucho. Y cómo anda la manfinfla? Cuándo fue la última? Yo a tu edad me echaba como tres diarias —inquirió Oliva.
Los sacramentos del juez
Cuando Matías le preguntaba si había podido concretar lo del Colegio Salesiano, Reynaldo prometía que lo estaba viendo. Que tuviera paciencia. Él insistía que por favor le avisara si tenía novedades porque era su sueño entrar a ese liceo.
—Pero cuidado, donde son puros hombres se le puede pegar alguna mala junta jajaj. Mire que como en todo colegio de hombres pasan cosas en los vestuarios jaja. Típico juego de adolescentes. Usted nunca lo hizo? —le espetó el juez.
De vez en cuando le preguntaba si había asistido a misa y luego venía ese cambio rotundo a la masturbación. Le explicaba que si no lo hacía ahora, después “le vendría con más fuerza”. El abogado también se ofreció para enseñarle en los ramos del colegio que más le costaban y aseguraba que para entrar al Salesiano debía “poner la intención en manos de Dios para que se hiciera la voluntad de Él”.
—Si Dios quiere que sea así, así será —empezó Reynaldo.
—aré lo que sea por quedar jajajaj ósea algunas cosas (sic) —respondió Matías.
—qué cosas no harías jajaj.
—nolose (sic).
—ajajaj ponerte en 4?.
—nicagando…
—pero con vaselina no duele tanto, dicen jajaja.
—nicagando, jamás…
—jajaj nunca digas jamás jaja o sino mamarlo, jajaj —sentenció Oliva.
Al final, Reynaldo nunca lo ayudó. Se excusó en que lo estaba viendo, que estaba en Santiago, que tenía problemas con el internet o que ya estaba conversado con el padre.
El 5 de noviembre de 2013 Matías lo eliminó de sus amigos de Facebook. Su madre encontró todas las conversaciones. Ella decidió exponerlo: envió un correo al arzobispado por una “situación muy delicada”. Explicó en seis líneas que el diácono Reynaldo Oliva Lagos, quien iba a su parroquia para formar al grupo de lectores y acólitos, y que se ganó la confianza de ella y de los otros padres, “se expresó de manera vulgar y le dijo cosas a su hijo que no son de un hombre dedicado al servicio de Dios”.
“Yo hice averiguaciones con algunos chicos, donde ellos me contaron que también les habría escrito y los invitaba a su casa a tomar chelitas y a quedarse en su casa”, escribió en el mail.
En su mensaje expuso que no quería perjudicarlo, sólo esperaba que se tomaran “cartas en el asunto”. Alguien como él no merecía tan “Digno Honor”, aseguró.
En conversación con BBCL Investiga, la mujer cuenta que cuando encontró las conversaciones se lo planteó a un sacerdote que la ayudó. Fue él quien lo denunció en la Iglesia y le sacó capturas a los chats para tenerlos como evidencia. Luego, la citaron desde el arzobispado y le preguntaron si sabía de casos similares. En la oportunidad exhibió que otras mamás de la parroquia habían encontrado insinuaciones parecidas con sus hijos.
Aun así la denuncia sólo quedó en la Iglesia.
—Yo no quería hacerle más recuerdos a mi hijo. Yo le pregunté si le había hecho algo y me dijo que no. Si él venía a la parroquia yo lo iba a desenmascarar, pero desde el arzobispado me dijeron que no iba a ser más diácono. Lo que sí, se lo comuniqué a todo el grupo de directores de la iglesia porque todos tenían una opinión diferente de él —devela hoy, 11 años después.
Confesaos vuestros pecados
La tarde del 11 de diciembre de 2013, el secretario de la diócesis, José Miguel San Martín, citó a Reynaldo al Arzobispado de Concepción. Estaba nervioso y ansioso, aunque según él no sabía por qué lo habían llamado. Le explicaron sin rodeos que se enteraron de los chats que tuvo con Matías, un menor de edad, y que incluían un “alto contenido erótico”.
—No sé de qué me habla —se excusó Reynaldo.
Le expusieron más argumentos: que hablaron con la madre, que hizo una pastoral con acólitos en esa parroquia, que entabló amistad con los jóvenes. Él lo siguió negando. Refutó que fue hace mucho tiempo y ya no tenía vínculos con nadie. Ni siquiera se acordaba.
El diálogo subió de tono. José Miguel jugó su última carta: mostrarle los chats. Y agregó que probablemente no era el único menor de edad con el que habría tenido ese tipo de insinuaciones sexuales, lo que a sus ojos, era un abuso.
A Reynaldo no le quedó otra que aceptar. Discutió que no era ni un delito ni un abuso. Asumió que fue una “torpeza”, pero que jamás pretendió otra cosa más que conversar con Matías. Según él, nunca “pensó algo fuera de lugar”.
Leyeron juntos el protocolo del Episcopado en materia de prevención de abusos sexuales contra menores. Le hicieron saber que su ministerio quedaba restringido desde ese día y que la madre de Matías era libre de denunciarlo a los tribunales si así lo deseaba. Si bien nunca lo hizo, la Iglesia tampoco. José Miguel le sugirió que mejor pidiera la reducción al estado laical.
“No le agrada la situación y se complica, se le ve agitado (…) Se desespera un poco pensando en su prestigio y buen nombre que debe mantener como juez de la República”, se lee en el acta de ese día que firmó el propio José Miguel y que hoy publica BBCL Investiga.
El siguiente documento que llegó a las manos de Reynaldo fue un decreto oficial del arzobispado, firmado de puño y letra por Fernando Chomalí, que lo restringía como diácono permanente y con “la prohibición absoluta de acercarse a la víctima y a cualquier niño que frecuente sus iglesias”. Al mismo tiempo, le prohibieron seguir ejerciendo como abogado del tribunal eclesiástico.
Secreto católico
12 días después de esa reunión Reynaldo tuvo que escribir una carta asumiendo los hechos. A su vez, la Iglesia designó al presbítero Juan Pablo Marín para que investigara internamente la denuncia de abuso sexual en su contra.
“Efectivamente sostuve dichas conversaciones y en ella mencioné la masturbación pero sin ningún otro ánimo que sólo una conversación. Reconozco que ello fue una inmadurez de mi parte (…) Nunca hubo contacto personal”, se defendió.
La segunda carta escrita de su puño y letra fue dirigida al propio papa Francisco con dirección al Vaticano, el 18 de diciembre:
“Solicito la dispensa del ministerio diaconal y reducción al estado laical, por motivos estrictamente personales. Me he podido percatar que el ministerio diaconal es incompatible con mi profesión de abogado que ejerzo (…) Luego de un proceso de discernimiento, de mucha oración, he optado por dedicarme a mi profesión, sin perjuicio de seguir sirviendo a la Iglesia como laico”.
La última acta del Arzobispado por esta causa fue el 30 de diciembre de 2013. En ella se lee que Reynaldo expresó que estaba con depresión y mucha preocupación por todo lo vivido. Cuestionaba “¿cómo podría yo estar invitando gente a la casa, niños?”. Decía que en la Iglesia le preguntaban por qué había dejado el diaconado y él no sabía qué responder.
José Miguel, el secretario canciller, le pidió que asistiera a misa los domingos en otra parroquia, pero le aseguró que la Iglesia no contaría nada, según quedó plasmado en el mismo documento.
“Le digo que por nuestra parte no informaremos nada, pero sí tendré que informárselo al presbítero Rivera, encargado de la escuela de diaconado (…) No tenga cuidado, pues nosotros no informaremos de esto y cualquier duda se comunica conmigo”.
Extracto del acta del arzobispado
Y así lo hicieron, durante casi una década todo quedó bajo la alfombra.
Inquirido por BBCL Investiga, Fernando Chomalí dice que en ese momento no denunciaron porque la madre de Matías no quiso hacerlo.
—Se respetó la decisión de la familia, que no quiso hacer nada. Estaba agradecida que lo echáramos (a Reynaldo)— aclara.
Si bien todo quedó en carpetas llenas de polvo, en 2018 hubo una incautación masiva al interior de la Iglesia de Concepción por parte de la fiscalía. Poco y nada de supo de la causa hasta que en julio de 2023 apareció una nueva denuncia por abuso sexual.
Según confidencian fuentes de este medio, la Iglesia penquista no sólo entregó sin objeciones el material requerido por el Ministerio Público, sino que también le hicieron ver al fiscal que lideró el allanamiento la especial importancia que tenía la carpeta de Reynaldo Oliva. En medio de las miles de causas almacenadas por el arzobispado, un miembro de la sede católica alertó al persecutor: “Ponga ojo a estos archivos”, le dijo antes de entregarle personalmente los documentos.
“Esa causa canónica estaba como muy fondeá. Una persona, no recuerdo si hombre o mujer, le dijo al fiscal ‘léala, léala’ y le pasó la carpeta en las manos”, dice otro de los consultados.
Una confesión sacramental
—Mientras yo estaba en la sacristía de la Parroquia del Sagrario, antes de ayudar a la misa de las 17:00 horas, Reynaldo pasó caminando y me agarró el pene y los testículos por encima de la ropa y me dice “amigo”.
Para Luciano, la primera vez que Reynaldo abusó de él fue cuando tenía 16 años, en 2011. La segunda vez fue en la casa del juez mientras tomaban once. Dice que deslizó su mano por abajo de la mesa con la intención de tocar su entrepierna. Luciano le pegó un palmetazo en la mano. Las que vinieron después, acusa, incluyeron masturbación y sexo oral.
La historia judicial partió cuando Luciano acusó abusos de parte de Reynaldo ante el Arzobispado de Concepción. Fue la propia institución católica la que, esta vez, sí lo denunció al Ministerio Público.
Para entonces, la causa quedó en manos de la fiscal regional del Bío Bío, Marcela Cartagena. Al poco andar, remitió todos los antecedentes al mandamás de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, Xavier Armendáriz. El persecutor actualmente lidera todas las causas contra la Iglesia católica, luego de reemplazar en esa misión a su entonces símil de O’Higgins, Emiliano Arias.
Por eso, el 31 de julio citaron a Luciano. Y recién el 16 de agosto de 2023 concretaron esa declaración.
—Conocí a Reynaldo Oliva Lagos en 2010, cuando era aspirante para el diaconado permanente —inició Luciano.
Detalló que de niño fue acólito. Su vida la pasó en la Iglesia y siempre encontró un hogar ahí. Nunca tuvo dinero. Su familia era de escasos recursos y cuando quiso estudiar Derecho, Reynaldo se ofreció a pagarle el preuniversitario. Desembolsó $1,6 millones sin pedir nada a cambio. O eso pensó él.
Para entonces, cuenta que Reynaldo ya había tenido dos insinuaciones sexuales. Testigos del grupo de acólitos detallan que era sabido que ambos tenían una relación más cercana. Luciano no lo niega, pero asegura que nunca pensó que estaba siendo abusado. Todo empeoró en 2016.
Ese año Luciano estudiaba Derecho en la Universidad de Concepción y tuvo que ir a una audiencia en el tribunal de esa ciudad. Se encontró de frente con Reynaldo. Él era el juez. Tras cruzar miradas, dice que Reynaldo le mandó a decir que era “un ingrato porque no lo iba a ver”. También lo llamaba a su celular. Cada vez que podía le sacaba en cara que él le había pagado el preuniversitario.
—En 2016, en el segundo semestre en la casa de Reynaldo, nos empezamos a masturbar mutuamente y él me mordió el pene. Por eso me fui y no lo quería ver más —confesó Luciano. A la fecha tenía 20 años.
También se ducharon juntos una vez. En 2017 Luciano retomó el contacto con Reynaldo. Dice que fue porque su papá era alcohólico, estaba enfermo e iba a morir. De 2017 a 2019 hubo situaciones similares.
—Esto ocurrió en el departamento de él, en la casa y en el departamento, más o menos una vez a la semana. Veíamos una película porno y nos masturbábamos uno cada uno. Después él me masturbó con la mano. En otras oportunidades yo lo masturbé. También él me hacía sexo oral. Nunca hubo penetración, aunque me lo insinuó varias veces.
Luciano aclara que todo empezó porque la sobrina de Reynaldo era compañera suya en la universidad y a diario le insinuaba que fuera a ver a su tío. Él se sentía en deuda por lo de preuniversitario y no podía negarse. Tenía una especie de control sobre él. Más que eso, Reynaldo usaba siempre esa carta. Cuando comían juntos se lo enrostraba y Luciano se bloqueaba.
—Estoy tan arrepentido de haber recibido esa plata porque fue todo tan rápido. Como te digo, yo llegué al Sagrario de chico y Reynaldo me dice “te voy a pagar el preuniversitario”. Y claro, yo iba para la casa de él, conversábamos y este tipo lo hacía como un juego —se lamenta Luciano en entrevista con BBCL Investiga.
Para la pandemia su padre había muerto, por eso a veces le pedía dinero. Como cuando lo hizo para cortarse el pelo.
—Él me respondió: “Mamada o estimulación”. Mamada es sexo oral y estimulación es introducir el dedo en el ano. En el fondo me estaba diciendo elije una de las dos y te deposito —atestiguó ante fiscalía.
Luciano dice que se atrevió a denunciar porque Reynaldo lo seguía molestando. Pero lo que gatilló todo, fue que lo vio revestido, colaborando en la misa de la iglesia Santo Domingo de Concepción. Por eso le contó sobre su abuso al obispo Bernardo Álvarez. Cuando este último declaró a fiscalía, detalló que Luciano estaba muy alterado.
—Me respondió que no era posible que Reynaldo fuera revestido, ya que él era un abusador y que temía mucho que lo que le pasó a él, le pudiera pasar a otra persona. En ese momento agregó a grandes rasgos que, tiempo atrás, fue abusado sexualmente por Reynaldo, específicamente en el tiempo que servían en la parroquia Sagrario de Concepción.
Fue Álvarez quien lo derivó a la oficina de Recepción de denuncias del Arzobispado de Concepción. Y luego, a la fiscalía donde se sumaron los chats con Matías.
La abogada María Elena Santibáñez, experta en casos de delitos sexuales, explica que situaciones como las denunciadas por Luciano podrían configurar un abuso con estupro. Es decir, cuando hay dependencia de algún tipo. O también cuando existen desamparos económicos o afectivos como aquí sí ocurrió.
“Esto sería más parecido a las modalidades del estupro si se logra acreditar este abuso y la relación de dependencia que existía entre estas personas. (…) Habría que ver en el fondo cómo era la relación específica de ellos, si es que efectivamente ejercía un poder sobre la vida de estas personas, y si acaso estas personas eran menores de 18 años”, detalla.
Y si bien dice que la Iglesia no habría cometido un ilícito al no denunciar los hechos contenidos en el caso, pues la legislación actual obliga sólo a colegios y funcionarios públicos, Santibáñez enfatiza en que lo sucedido al menor sí podría ser constitutivo de delito. Sostiene que cuando no hay contacto físico, pero sí insinuaciones sexuales, se denomina abuso sexual impropio por exposición de menores a actos de significación sexual. Nada se eso se investigó penalmente luego de que ni la familia ni el arzobispado denunciaran los hechos al Ministerio Público.
Consultados por este medio, desde el Arzobispado de Concepción aseguran que modificaron el protocolo que los rige, por lo que actualmente todos sus miembros están obligados a denunciar cualquier hecho de estas características. Inquiridos específicamente por qué no pusieron los antecedentes de Matías ante la fiscalía no ofrecieron una respuesta formal.
¿En qué quedó la investigación interna que realizó la Iglesia?
La información a la que se refiere se encuentra en la carpeta incautada por el Ministerio Público. Cabe señalar que este arzobispado mantiene el derecho a la reserva de la información por la protección de las víctimas y/o denunciantes.
Cuerpo de acólitos
Luciano también reveló una tercera denuncia de abuso sexual. Dijo que a fines de 2013 también encontraron a Reynaldo masturbando a un niño en el Sagrario de Concepción. Fue algo que le contaron a él y que luego se esparció por la iglesia durante años, hasta la fecha.
Quien también escuchó sobre ese asunto fue Jonatan, uno de los acólitos que estaba en el grupo de Reynaldo. Cuando declaró a fiscalía el 6 de noviembre del 2023, agregó que fue el administrador parroquial quien lo encontró tocándole los genitales al niño. Algo que es desmentido por el involucrado ante las consultas de BBCL Investiga. Afirma que nunca sufrió ningún abuso por parte de Reynaldo.
Jonatan, en todo caso, también se refirió a su propia experiencia. Expuso que una vez en la iglesia estaba agachado guardando alimentos y Reynaldo pasó por atrás pegándole una palmada en al trasero. No fue la única situación que lo descolocó. A BBCL Investiga asegura que cuando hablaban por Facebook siempre desviaba el tema a la masturbación o quería saber si tenía polola. Mismo modus operandi que empleó con Matías.
Sumado a eso, evidenció ante el OS9 una situación particular sobre un chico que de un día a otro desapareció:
—Reynaldo tenía unos comportamientos extraños con Francisco. Específicamente recuerdo que lo tomaba en brazos y lo acercaba mucho a su cuerpo. Después de un tiempo pregunté por Francisco porque se fue de la parroquia. Supe que Francisco con Reynaldo, al estar en una videollamada, Oliva sacó sus genitales y los exhibió por el video.
Como Jonatan y Luciano eran acólitos, en 2021 se juntaron a almorzar. De ese momento Jonatan recuerda:
—Allí me develó una situación ocurrida con Reynaldo. Cuando Luciano tenía como 19 ó 20 años, Reynaldo le tocó sus genitales. Tengo entendido que fue en la casa de Oliva debido a que este siempre lo invitaba a quedarse a su casa a dormir.
Un sacristán de la parroquia El Sagrario, quien prefirió mantenerse anónimo para este reportaje, relató que en un almuerzo del salón parroquial, Luciano le contó un episodio de su adolescencia que vivió al interior de la sacristía de El Sagrario, lugar donde los sacerdotes y acólitos guardan los objetos religiosos.
—En este espacio, con el diácono permanente que estaba en ese periodo, que debió ser en 2013 Reynaldo Oliva, había tenido conductas hacia él, las cuales consistían en tocaciones genitales. Recuerdo que en ese momento Luciano se puso a llorar, haciendo un gesto como de desahogo.
Añadió que después de ese abuso, Luciano se ausentó de la parroquia.
—Reynaldo lo trataba de ubicar. Luciano me dijo que le había escrito por Facebook, como mensajes insinuadores, conductas homosexuales. También como Luciano tenía una cierta ausencia de la figura paterna, le compraba cosas, le pasaba plata. Inconscientemente como joven, Reynaldo se aprovechó de él.
Un “santo” en la corte
Reynaldo no ha sido citado a declarar. Mientras era investigado, su carrera judicial fue en ascenso. El 9 de agosto de 2023 el Poder Judicial lo subió a su plataforma. En un video se le observa jurando como ministro de la Corte de Apelaciones de Arica. Uno de los cargos más altos a los que aspiran miembros de la judicatura chilena, sólo por debajo de la Corte Suprema.
—Dentro de toda mi trayectoria este es el culmen de la carrera. Tengo muy altas expectativas en este desafío que hoy me toca desempeñar —mencionó en ese momento.
Y lo era. Empezó como secretario en el Juzgado de Letras de Cañete y siguió en Los Ángeles. Luego ascendió a juez en Pucón, Linares, Puerto Montt y Concepción. Ahora, sigue esa trayectoria como ministro de corte.
Su carrera siempre destacó —y destaca— por ser, en el papel, intachable. Su calificación de notas de 2019 en el Poder Judicial fue de promedio 6,80. La misma hoja especifica que “ha demostrado un desempeño superior durante el periodo calificado”.
Fuentes de este medio lo describen como una persona respetuosa y correcta. Es quien manda correos con extractos de la Biblia o realiza los responsos (reza por los difuntos). Hoy, con 56 años, sigue siendo un hombre “religioso”.
BBCL Investiga contactó a Reynaldo Oliva, quien se mostró vacilante y sin entregar respuestas claras ante las consultas por estos episodios. Al principio los negó rotundamente. Cuando se le expusieron antecedentes, titubeó.
—¿Usted se acuerda o niega haber cometido estas acciones?
—La verdad, la verdad, es que no sé qué decir… porque la verdad es que no, no, no, no… no tenía idea de lo que me está diciendo. (Suspira) La verdad es que me descoloca —espetó.
Luego, comprometió una respuesta vía correo que llegó con siete palabras: “He decidido no referirme sobre el tema”.
La Corte de Apelaciones de Arica contestó a este medio que desconoce la investigación contra Reynaldo Oliva. Agregaron que un ministro es designado por el Presidente de la República —en este caso Gabriel Boric—, ante la terna propuesta por la Corte Suprema. A su vez, la Corte de Apelaciones no conoce a ningún futuro ministro hasta que se le informa la resolución firmada por el Mandatario.
“No es competencia de ésta ni de ninguna Corte efectuar chequeos personales de los candidatos o candidatas a ministros o ministras que juran en sus cargos. Esta Corte de Apelaciones no tiene conocimiento de ninguna inhabilidad vigente que afecte al ministro”, indicaron a través de una declaración escrita.
Pese a los antecedentes contenidos en este reportaje, la justicia una vez más no indagó en los alcances que pudieron tener las acciones de Oliva. En menos de siete meses, el Ministerio Público decidió —sin siquiera tomar declaración a Oliva— congelar la investigación. Así lo confirmó la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, quienes se limitaron a ratificar que la causa se encuentra actualmente con archivo previsional, a la espera de que pueda surgir nueva información en contra del magistrado. Se excusaron de aportar más antecedentes al indicar que la causa es secreta por incluir a menores de edad.
Él aún se mantiene en funciones.
Todos los nombres de las víctimas han sido cambiados para proteger su identidad. El nombre de la madre de Matías fue omitido por la misma razón.
ESTE ARTÍCULO DESCRIBE UN PROCESO JUDICIAL EN CURSO
Existe la posibilidad de que los cargos sean desestimados al finalizar la investigación, por lo cual NO se debe considerar al o los imputados como culpables hasta que la Justicia dicte sentencia en su contra.
(Artículo 04 del Código Procesal Penal)
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