Impuestos para turistas, alzas de precios y lugares exclusivo para japoneses, son algunas de las medidas que el país asiático ha implementado para pelear contra el sobreturismo. Pero, ¿por qué Japón se cansó de los visitantes?
Entre 2023 y 2024, Japón ha recibido a 25 millones de turistas, según cifras de la Organización Nacional de Turismo del país asiático, lo que significa un verdadero éxito a nivel económico que, aún así, no le ha permitido sacar cuentas alegres al gobierno nipón, que estudia diversas acciones para combatir la molestia e incomodidad social que provocan las actitudes de los visitantes.
De esta manera, las autoridades japonesas han puesto en marcha algunas medidas como la subida de precios en los sectores más visitados, impuestos exclusivos para turistas e incluso la prohibición a ingresar a ciertos barrios. Una declaración de ‘guerra’ contra el turismo de masas que busca equilibrar los beneficios económicos con el bienestar de los lugareños.
El precoz aburrimiento de Japón con el turismo
Según los últimos datos publicados por la Organización de Naciones Unidas (ONU), un 2,7% de la población en Japón corresponde a extranjeros, es decir, más de tres millones de inmigrantes. Considerando que el número total de habitantes supera los 125 millones en el país asiático, los foráneos no significan una influencia en la interculturalidad de una sociedad nipona que, recién en 2008, le abrió las puertas de manera transversal al turismo.
Con la necesidad de potenciar la economía en otras áreas tras la compleja crisis a finales de los 90′, en 2003, comenzaron los trabajos para promover el turismo por primera vez en ciudades como Tokio, Kioto y Osaka. Tres años más tarde, el gobierno japonés aprobó una ley que permitía impulsar esta actividad y ayudar a las pequeñas y medianas empresas que apostaran por esta industria. Sin embargo, recién en 2008 se creó una entidad exclusiva de turismo.
Tras la flexibilidad de las restricciones de visado, el florecimiento del turismo en Japón experimentó un cambio radical durante la pasada década con la llegada de visitantes chinos. Este país desencadenó un frenesí de actividad que algunos aprovecharon al máximo, mientras que otros rechazaron fervientemente, al percibir a sus vecinos como individuos ruidosos y desordenados, cuyo único atributo destacable era su abundancia de dinero. Pese a ello, permitió abrirle el camino al país nipón para presentarse al mundo como un destino de ensueño.
A medida que los ‘millennials’ -generación de personas nacidas entre 1982 y 1994- iban creciendo y convirtiéndose en profesionales con un mayor capital, con la atractiva oferta de visitar una cultura que permitió la existencia de distintos animés y videojuegos, este problema se fue generalizando aún más en los últimos años. Ya no eran sólo viajeros chinos los que llenaban las calles de Tokio o Kioto, multiplicando por 30 su propia población, sino que la era de los ‘influencers’ y fotógrafos aficionados llegaba para quedarse en Japón que, poco a poco, comenzó a ofrecer una mejor relación calidad-precio, debido al estancamiento económico.
En conversación con The Guardian, Hiroshi, trabajador de un popular hotel en Yokohama, enfatizó en cómo la baja del yen y el alza de precios en otros países ha permitido que Japón sea un destino tan encantador para el bolsillo: “Antes venir era prohibitivo para la mayoría de la población mundial. Ahora, nuestros precios son similares a Europa, y en Asia hay muchas personas adinerada”.
De acuerdo al citado medio, no es difícil encontrar hospedajes de calidad por 100 dólares la noche y su oferta gastronómica llega a ser más barata que en muchos otros destinos más visitados por turistas. Pero, ¿qué tanto le conviene a Japón este desenfrenado turismo?
Mucha molestia, poca ganancia
La mala educación de los turistas es una grieta en la delicada armonía de una sociedad regida por estrictas normas sociales. Las multas no son suficientes para contener la voracidad de los visitantes que desean capturar con sus cámaras la esencia de las geishas, llegando incluso a atreverse a tocar sus preciosos kimonos. El respeto y la sensibilidad son más necesarios que nunca entre los habitantes de esta tierra de tradiciones milenarias, quienes piden a gritos una solución.
En ese sentido, los líderes locales están al tanto de la creciente insatisfacción de los habitantes ante el gran número de extranjeros que inundan sus calles. Según una encuesta local en Kioto, un sorprendente 80% de los residentes se quejan de que los visitantes resultan molestos. Ante esta situación, las autoridades han tomado la decisión de restringir la entrada de turistas en ciertas áreas de la ciudad, incluyendo el emblemático barrio de Gion, conocido por ser el hogar de las tradicionales maikos y geishas.
Las estrechas calles de este distrito estarán fuera del alcance de los turistas, en un intento por preservar su autenticidad y evitar convertir a la ciudad en un lugar incómodo para sus propios residentes. “No queríamos tomar esta medida, pero estamos desesperados. Esto no es un parque temático”, lamentó Isokazu Ota, representante vecinal y consejero japonés, en declaraciones a The Guardian.
A pesar del ‘boom’ del turismo de masas en Japón, el peso económico de esta actividad tampoco es para frotarse las manos, y es que sólo corresponde al 1% del Producto Interno Bruto (PIB), muy por debajo del 9,7% que este sector aporta a la economía en Chile o al 11% en países europeos como España o Portugal.
“Las ciudades deben estar pensadas siempre para sus residentes y hay que proteger sus derechos a no verse perturbados constantemente, preservando los comercios locales, que no siempre son los que demanda el turismo. Tampoco podemos obviar que, aunque Japón depende poco de ella, el turismo es una industria que también da de comer a muchas familias, por lo que se debe diversificar”, analiza al periódico inglés Hinata Kazuo, una joven habitante de Kioto.
Alternativas, medidas y prohibiciones
Además de las restricciones y prohibiciones para visitantes de otros países, el gobierno de Japón comenzó en 2023 a trabajar en medidas para evitar que los habitantes locales asocien al turismo como una actividad negativa, lanzando así el Plan para un Turismo Sostenible, una de las principales iniciativas que se enfoca en la promoción de destinos menos visitados y en desmotivar a los viajeros menos pudientes con subidas de precios en distintas áreas.
Un plan que ya se lleva a cabo a día de hoy y puede evidenciarse, por ejemplo, en servicios básicos como el transporte y acceso a parques naturales o templos, que aumentaron sus tarifas sólo para foráneos, como si de un impuesto se tratase. Una tasa turística que pretende sacar más réditos a este sector y que permita controlar la afluencia a los lugares más visitados.
En ese sentido, el marketing es fundamental para las autoridades japonesas que entienden que las restricciones y alza de precios no debe ser la única medida que deben tomar. Y es que esta ‘guerra’ contra el turismo es sólo en ciudades como Tokio, Kioto, Hiroshima u Osaka, y entienden que el impulso económico para sectores no tan visitados se puede beneficiar con esta actividad.
¿Japón quiere recibir a más viajeros? Sí, pero sólo en lugares menos visitados y en temporada baja. Así, el gobierno nipón se encuentra trabajando arduamente para promocionar once nuevos destinos que ofrecen lo mismo que las grandes ciudades; poder empaparse de la cultura japonesa y hermosos paisajes fotografiables. La Organización Nacional de Turismo ya puso en marcha esta iniciativa para que los turistas descubran nuevas experiencias.
“Viajar de forma sostenible por Japón hará que te sientas unido a este país. Podrás tener una visión inigualable de las maravillosas costumbres locales a través de vínculos inquebrantables con la naturaleza. Vivir estas experiencias tan auténticas servirán como base para inspirar nuevas ideas de viaje enriquecedoras. Te espera una opción de viaje sostenible y única en el mundo y una cálida bienvenida”, ya promociona esta entidad en su sitio web oficial.
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