- Author, Jonathan Amos
- Role, Corresponsal de ciencia de la BBC
La NASA escogió a SpaceX, propiedad de Elon Musk, para derribar la Estación Espacial Internacional al final de su vida útil.
La empresa con sede en California construirá un vehículo capaz de empujar la plataforma que orbita nuestro planeta y que pesa 430 toneladas hacia el océano Pacífico a principios de la próxima década.
El contrato, por valor de US$843 millones, se anunció este miércoles.
Los primeros elementos de la Estación Espacial Internacional se lanzaron al espacio en 1998, y las operaciones con tripulación comenzaron en el 2000.
La estación gira alrededor de la Tierra cada 90 minutos a una altitud un poco mayor a los 400 km y en ella se han realizado miles de experimentos científicos, en los que se han investigado todo tipo de fenómenos, desde el proceso de envejecimiento de los seres humanos hasta la fórmula para nuevos tipos de materiales.
Los ingenieros afirman que la estructura del laboratorio sigue siendo bastante sólida, pero que es necesario establecer planes para su eventual eliminación. Sin ninguna intervención, la plataforma acabaría cayendo a la Tierra por sí sola, lo que supondría un riesgo considerable para la población del planeta.
“Escoger un vehículo de desórbita para la Estación Espacial Internacional ayudará a la NASA y a sus socios internacionales a garantizar una transición segura y responsable en la órbita terrestre baja al final de las operaciones de la estación”, declaró en un comunicado Ken Bowersox, director de operaciones espaciales de la organización.
Estados Unidos y Rusia lideran la EEI. Europa, Canadá y Japón desempeñan funciones de apoyo. Los países occidentales acordaron financiar la estación hasta 2030; Rusia afirma que su participación se prolongará al menos hasta 2028.
La NASA estudió varias opciones para la eliminación de la plataforma espacial al final de su vida útil; entre ellas, desarmar la estación y utilizar sus elementos más jóvenes en una plataforma de nueva generación. Otra idea ha sido simplemente cederla a alguna empresa comercial para su explotación y mantenimiento.
Pero todas esas soluciones conllevan diversas complicaciones tanto en términos de complejidad como de coste. Y también está el problema jurídico de tener que resolver asuntos de propiedad.
Ni la NASA ni SpaceX han dado a conocer los detalles del diseño del “remolcador” que sacará de órbita a la Estación Espacial Internacional, pero este necesitará un impulso considerable para guiarla de forma segura hacia la atmósfera en el lugar y el momento adecuados.
La gran masa y extensión de la plataforma (tiene aproximadamente las dimensiones de un campo de fútbol) hacen que algunas estructuras y componentes vayan a soportar el calor de la reentrada y caigan al planeta.
Los controladores permitirán que la órbita de la Estación Espacial Internacional vaya cayendo de forma natural a lo largo de un periodo de tiempo y, una vez que se haya retirado la última tripulación, mandarán al remolcador a que ejecute la maniobra final de abandono de la órbita.
Los residuos espaciales se dirigirán a un lugar remoto conocido como Polo de Inaccesibilidad del Pacífico, o Punto Nemo.
Bautizado con el nombre del famoso marinero submarino del libro de Julio Verne “20.000 leguas de viaje submarino”, se encuentra a más de 2.500 km de la masa terrestre más cercana.
La NASA confía en que varios consorcios privados hayan empezado a lanzar estaciones espaciales comerciales para cuando la Estación Espacial Internacional desaparezca del cielo.
El centro de atención de las agencias espaciales se desplazará a un proyecto para construir una plataforma llamada Gateway que orbitará alrededor de la Luna.
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