Heredero de Evo Morales, Luis Arce accedió a la presidencia de Bolivia en noviembre del 2020 como el candidato moderado del Movimiento al Socialismo (MAS), fundado en 1997 por Morales. Arce aparece entonces como la alternativa tecnócrata tras la fallida presidencia de Jeanine Áñez, con el objetivo de aportar su experiencia como reconocido economista a la endeble situación del país. Muchos le atribuían la responsabilidad del ya extinguido “milagro económico boliviano”, por lo que los electores tenían su rostro familiarizado.
Sus padres son Carlos Arce Gonzales y Olga Catacora, ambos maestros de la enseñanza pública, quienes educaron Arce en un ambiente de clase media en La Paz. Tras un período exitoso de educación secundaria, el futuro presidente ingresó en el Instituto de Educación Bancaria (IDEB), donde se graduó como Contador General en Provisión Nacional. Posteriormente, empezó a estudiar en la Facultad de Ciencias Económicas y Financieras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), lo que le llevó a realizar un máster en Economía en la Universidad de Warwick.
Tras su estancia en Coventry, cerca de Londres, volvió a Bolivia, donde trabajó en el Banco Central de Bolivia hasta el 2006. Una carrera profesional que combinó con una especialización académica en política monetaria, particularmente sobre la dolarización de la economía impulsada por la presidencia de Paz Estenssoro, la cual criticaba ampliamente.
Hasta su llegada al gobierno de Morales, Arce compaginó sus funciones en el Banco Central con una próspera cátedra académica, la docencia en diversas universidades bolivianas y la publicación en reconocidas revistas académicas.
Con una holgada carrera como economista, el 2006 Arce accedió al gobierno como Ministro de Economía, cuyo mandato hasta el 2019 lo convirtió en un icono de la izquierda latinoamericana. Entre su acción de gobierno, el economista destacó por una gestión comedida del presupuesto y una combinación ambiciosa de un modelo de intervención estatal con el crecimiento económico del sector privado.
Bolivia seguía siendo uno de los países más precarios de América
Hasta el 2016, los objetivos de Arce se cumplieron: el desempleo disminuyó, los ingresos por cápita incrementaron y la pobreza se redució. Sin embargo, según relata el perfil desarrollado por el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), con “la escasez de tejido industrial generador de riqueza estructural y no coyuntural como la que producía la demanda externa de metales e hidrocarburos, (…) Bolivia seguía siendo uno de los países más precarios de América”. Pronto, la dependencia de la economía boliviana con sus exportaciones mostró la fragilidad del crecimiento.
Cuando Arce asume el cargo de presidente en el 2020, Bolivia ya no era la potencia económica latinoamericana que había emergido dos décadas antes. Los ingresos comenzaron a caer en 2014 y, en su llegada a la Casa Grande del Pueblo, Arce describió la recesión de su país como la peor en 40 años. La producción doméstica de carburantes ya no cubría el consumo nacional y el país importaba del exterior el 86% de su diésel y el 56% de su gasolina. Los hogares también se habían visto obligados a lidiar con una abrumadora inflación de los alimentos y los productos más básicos.
El “intento de golpe de Estado” de este miércoles en La Paz es el resultado del incremento de las tensiones en el país, coincidiendo con la división entre Arce y quien fue su padrino político, Evo Morales. El expresidente boliviano y fundador del Movimiento al Socialismo tiene intención de presentarse a las elecciones del 2025, ahondando en la fisura entre los antiguos aliados.
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