Un estudio revela que las personas mayores que se sienten crónicamente solas tienen más riesgo de sufrir un ictus que las que se sienten mínimamente aisladas.
La soledad puede estar relacionada con un mayor riesgo de sufrir un ictus entre las personas mayores, según un nuevo estudio.
Investigadores de la Universidad de Harvard examinaron los datos de más de 12.000 adultos mayores de 50 años y realizaron un seguimiento de los niveles de soledad en dos ocasiones, con cuatro años de intervalo.
Así, compararon su nivel de soledad con la incidencia del ictus. Los resultados de su estudio se publicaron en la revista ‘eClinicalMedicine’.
La soledad puede relacionarse con un 56% más de riesgo de sufrir un ictus
Los participantes que se identificaron como solitarios durante la primera evaluación tenían un 25% más de probabilidades de sufrir un ictus que los que no lo hicieron.
En el caso de los que manifestaron sentirse solos de forma constante en ambas evaluaciones, el riesgo de sufrir un ictus era un 56% mayor que en el de los que no se sentían aislados de forma constante.
“La soledad se considera, cada vez más, un importante problema de salud pública. Nuestros hallazgos ponen aún más de relieve por qué es así”, declara en un comunicado, Yenee Soh, investigadora asociada del Departamento de Ciencias Sociales y del Comportamiento de Harvard, y autora principal del estudio.
“Especialmente, cuando se experimenta de forma crónica, nuestro estudio sugiere que la soledad puede desempeñar un papel importante en la incidencia del ictus, que ya es una de las principales causas de discapacidad y mortalidad a largo plazo en todo el mundo”, añade.
Las personas que experimentaron soledad temporal, al principio del estudio, o durante el seguimiento, no mostraron un aumento claro del riesgo de sufrir un ictus.
Hacer frente a la epidemia de la soledad
“Repetir las evaluaciones de la soledad puede ayudar a identificar a quienes están crónicamente solos y, por tanto, corren un mayor riesgo de sufrir un ictus. Si no abordamos sus sentimientos de soledad, a pequeña y gran escala, podrían producirse profundas consecuencias para la salud“, señala Soh.
“Es importante que estas intervenciones se dirijan específicamente a la soledad, que es una percepción subjetiva y no debe confundirse con el aislamiento social“, explica.
Los investigadores subrayaron la necesidad de seguir investigando para comprender los mecanismos que subyacen a esta asociación.
La soledad es un problema generalizado que afecta a millones de personas en Europa. Una encuesta realizada en 2022 reveló que, de media, alrededor del 13% de los encuestados afirmaba sentirse solo la mayor parte del tiempo, o todo el tiempo.
La soledad no es solamente un factor de riesgo potencial de accidentes cerebrovasculares. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el aislamiento social se asocia a un aumento del 50% del riesgo de demencia y un aumento del 29% del riesgo de cardiopatías.
Desde el punto de vista psicológico, la soledad también se ha asociado a mayores tasas de depresión, ansiedad y suicidio.
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