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El Gobierno Nacional y la disidencia de las extintas Farc, conocida como Segunda Marquetalia, instalaron este lunes en Caracas, Venezuela, la mesa de diálogos de paz para un eventual desarme y dejación de las armas. En el acto estuvo presente Iván Márquez, comandante del grupo insurgente.
Es la segunda aparición pública que hace el subversivo; la primera fue unos días atrás cuando circuló su imagen al conocerse que se llevarían a cabo las negociaciones de paz con el Gobierno. Iván Márquez había sido dado por muerto durante el gobierno del expresidente Iván Duque en un bombardeo en selvas venezolanas.
Sentado en primera fila, se ve en aparente buen estado de salud, aunque en redes sociales se especula que tiene una prótesis en el brazo derecho y dificultad para abrir el ojo derecho. Un poco más delgado, pálido, pero de buen ánimo, saludó el inicio de esta nueva etapa en la que el Gobierno deposita su confianza frente a sus intenciones de desarme de este grupo disidente.
En la jornada de instalación, Márquez aparece sentado junto a Walter Mendoza, jefe de la delegación de ese grupo armado, y Otty Patiño, comisionado para la Paz.
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Estos eventos no son desconocidos para él. Hizo parte del Secretariado de las extintas Farc que firmó el Acuerdo de Paz con el Gobierno del expresidente, Juan Manuel Santos, en el año 2016. Tres años después del desarme total, traicionó lo acordado y volvió a las armas junto a Jesús Santrich, otro firmante de la paz.
Dice Pastor Alape, desmovilizado y compañero de batallas de Márquez –actualmente reincorporado a la sociedad civil– que la decisión de Iván Márquez de volver a las armas y llevar consigo a un número importante de hombres se basó en sus temores de ser asesinado o extraditado.
Tras regresar a la insurgencia, se escondió por mucho tiempo en la frontera con Venezuela. Allí fundó la Segunda Marquetalia, grupo criminal que cinco años después se ha expandido a 300 municipios de Colombia y en sus filas cuenta a más 1.751 hombres y mujeres alzados en armas. De estos, 1.162 forman parte del brazo armado y 589 están en redes de apoyo.
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Con este, ya suma cuatro negociaciones de paz a lo largo de su vida criminal. La primera fue en 1984 durante el gobierno de Belisario Betancur. Alcanzó a ser miembro del partido que nació de ese proceso: la Unión Patriótica. Incluso llegó a ser concejal y después representante por el Caquetá. Tres años después regresó a la clandestinidad tras el exterminio de la UP.
“Hay que darle la oportunidad de explicar por qué volvió a la insurgencia, cuáles fueron los motivos, que pueda argumentar, dar su discurso. El camino siempre debe ser buscar la paz”, dice Alape, compañero de Márquez desde 1984.
Ahora, con casi 70 años, este disidente tendrá, por cuarta vez, la oportunidad para hacer la paz. El Gobierno se compromete a implementar acciones para desescalar el conflicto en las zonas donde hace presencia la Segunda Marquetalia.
En la mesa se hablará incluso sobre la posibilidad de que vaya o no a prisión. Eso sí, no será vocero en los diálogos de paz, su aparición se da como comandante del grupo criminal y orientador de las conversaciones.
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