Arabia Saudita informó este domingo que más de 1.300 personas murieron durante la peregrinación del hach a la Meca debido al intenso calor y precisó que la mayoría de los fallecidos no contaba con un permiso oficial.
“Lamentablemente, el número de víctimas mortales fue de 1.301 y un 83 % no tenían una autorización para realizar el hach y caminar largas distancias, expuestos directamente al sol, sin las condiciones adecuadas”, indicó la agencia oficial saudita.
En los últimos años, el calendario lunar del islam hace que este rito coincida con el sofocante verano en Arabia Saudita y este año se registraron temperaturas de 51,8º C en la Meca.
Hasta este domingo, las autoridades sauditas no habían realizado ningún comentario público sobre las muertes reportadas ni anunciaron su propio balance.
Pero esta fuente había advertido que la cifra era parcial y no cubría todo el periodo del hach, que concluyó el miércoles.
Este año, esta peregrinación congregó a 1,8 millones de fieles, 1,6 millones de ellos procedentes de otros países, según las autoridades sauditas.
Los visados son otorgados por Arabia Saudita según un sistema de cuotas por país y, en casos como Egipto, sorteados luego entre los fieles.
Quienes salen beneficiados deben recurrir a agentes de viaje acreditados, generalmente costosos.
Peregrinos cuentan el horror del calor durante el hach en La Meca
Yaser, un ingeniero egipcio de 60 años, realizó la semana pasada la peregrinación del hach en La Meca sin haber obtenido el permiso que solicita desde hace años. Y hoy lamenta amargamente su decisión.
“La busqué en todos los hospitales de La Meca”, dice Yaser, contactado por teléfono por la AFP en el hotel donde se aloja. El hombre duda en hacer las maletas de su mujer. “Me niego a creer que haya muerto”, afirma.
Un diplomático árabe afirmó a la AFP que los 630 egipcios identificados entre los fallecidos eran peregrinos clandestinos que no pudieron acceder a las tiendas climatizadas puestas a disposición para enfrentar temperaturas que alcanzaron los 51,8º C en la Gran Mezquita de La Meca.
El Departamento de Estado de Estados Unidos informó, a su vez, que “varios” ciudadanos de ese país fallecieron en la peregrinación, sin dar más detalles.
El funcionario saudita estimó el número de peregrinos no registrados “en unos 400.000″, “casi todos de una nacionalidad”, refiriéndose probablemente a Egipto.
“Cuerpos en el suelo”
Yaser, que se negó a dar su apellido, rápidamente entendió las dificultades que tendría que enfrentar por no tener el permiso.
Incluso antes del inicio de la peregrinación hace una semana, algunos comercios y restaurantes se negaron a atenderlo.
Cuando empezaron los ritos, con largas horas de marcha y oración bajo un sol abrasador, tuvo que pagar tarifas exorbitantes para subir a los autobuses oficiales, único medio de transporte en los lugares sagrados.
Agotado por el calor, relata que fue rechazado en un hospital donde buscaba ayuda y que perdió el rastro de su esposa en la multitud durante el ritual de la “lapidación del diablo” en Mina, cerca de La Meca.
Desde entonces pospuso varias veces su vuelo de regreso.
Otros peregrinos clandestinos egipcios describieron a la AFP dificultades similares y escenas dramáticas durante los rituales en Mina.
“Vi cuerpos en el suelo. También personas que se desplomaban repentinamente y morían de agotamiento”, cuenta Mohamed, de 31 años, un egipcio que vive en Arabia Saudita y realizó el hach con su madre, de 56.
Una egipcia, residente en Riad, afirma que vio morir a su madre antes de que llegara una ambulancia y que el cuerpo fue llevado a un lugar desconocido. “¿No tenemos derecho a verla una última vez antes de que sea enterrada?”, se pregunta.
Incluso algunos peregrinos registrados tuvieron dificultades para acceder a los servicios de emergencia, lo que muestra que el sistema estaba desbordado, afirma Mustafa, cuyos dos padres, ambos con permisos de hach, fallecieron después de ser separados de los familiares que los acompañaban.
“Sabíamos que estaban cansados”, dice Mustafa por teléfono desde Egipto. “Caminaban mucho, no encontraban agua y hacía mucho calor. Nunca volveremos a verlos”, lamenta, señalando que su único consuelo es que la sepultura de sus padres se halle en La Meca, la ciudad más sagrada del islam.
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