Aunque Cristiano Ronaldo no anotó, la selección lusa mostró su potencial ofensivo y aseguró un lugar en la siguiente fase.


Estresada al máximo en la primera jornada, culminada una agónica remontada que lo advirtió de forma inesperada, Portugal reaccionó, desbordó y derrotó con autoridad a Turquía (0-3) en la segunda para sentenciar de inmediato su primera posición del grupo F, entre los goles de Bernardo Silva y Bruno Fernandes, un tanto ridículo en propia puerta de Samet Akaydin y una asistencia de Cristiano Ronaldo.

La selección lusa lo controló casi todo este sábado en el volcánico Signal Iduna Park de Dortmund, una caldera en ebullición que rebajó sus decibelios cuando asumió la realidad: la lógica y expresiva superioridad de Portugal, cuyo juego fue irrebatible para el conjunto turco, relegado a la segunda plaza y a la duda de la clasificación. Aún depende de sí misma.

Turquía jugó en casa. En un ambiente formidable a su favor. De los tres millones de habitantes de origen turco de Alemania, un tercio de ellos residen en la Cuenca del Ruhr. En las gradas del estadio Westfalen de Dortmund, la mayoría era apabullante. Unos 45.000 aficionados. Cada lance hacia delante, cada decisión del árbitro, las gradas rugían estruendosos, ávidas y expectantes ante todo lo que esperaba de su prometedor conjunto.

Sin Arda Güler de inicio. Su nuevo fenómeno, su goleador magnífico en la primera jornada, su ídolo. Fatigado desde su fantástica puesta en escena, aún en la segunda jornada, Vincenzo Montella se sentó con él para tomar una decisión antes del encuentro. Sin riesgos y suplente, consciente quizá de que la verdadera pugna por el pase será ante la República Checa.

Porque Portugal vuela hoy por hoy por encima de Turquía y muchas otras selecciones. Remarcadas Francia, Alemania o Inglaterra como favoritas principales, el equipo dirigido por Roberto Martínez, ganador de cada uno de sus doce compromisos de competición oficial desde que asumió el cargo tras el Mundial de Qatar 2022, puede considerarse entre ellas.

No cambió nada de su once, que funcionó más rotundo. En otro tipo de partido, contra un adversario más abierto, menos cerrado como lo fue la República Checa, se sintió más vertical y más a su gusto. Lo transmitió desde el principio. Llegó por todos los lados, hasta en ocho ocasiones, enfiló la oportunidad, lanzados sobre todo el vertiginoso sector de izquierdo de Nuno Mendes y Rafael Leão, este último amonestado y baja la última cita.

Era una cuestión de remate. De precisión en el momento clave. Hasta el minuto 21. El centro de Leao, el enésimo, derivó en la llegada de Bernardo Silva, cuyo zurdazo fue inabordable para el portero Altay Bayindir. Embocado el 0-1 por el centrocampista del Manchester City, simplemente fue el resultado de la diferencia ya sobre el terreno.

El 0-2, apenas ocho minutos después, se lo regaló su rival. No hizo nada Portugal para lograrlo. Ni siquiera para que fuera una consecuencia paralela de un ataque propio. Mientras Cristiano Ronaldo le echaba la bronca a Bernardo Silva, aspavientos incluidos, porque le había dado el pase al revés de su desmarque, Samet Akaydin se marcó gol.

El balón suelto de la falta de entendimiento entre Cristiano y Silva iba manso a los pies del central, al que no presionó nadie. Sin pensarlo, como un mecanismo habitual, casi por inercia, lo cedió de primeras hacia atrás sin darse cuenta de que su portero, Bayindir, ya había seguido el camino contrario hacia el propio balón. Por más que corrió ya no alcanzó a despejarlo.

Un gol propio del absurdo, un tanto ya demoledor para Turquía, cuyo ánimo tuvo un nombre, antes y después de los goles. Suplente en el primer choque, goleador al final sin portero ante Georgia y reemplazo de inicio de Arda Güler ante Portugal, la velocidad, la insistencia y el ímpetu de Kerem Aktürkoglu fueron esperanza para sus miles seguidores.

El primer remate, aún 0-0, fue suyo. Fallido. El segundo, ya con 0-2 en contra, también. Entonces se cruzó ágil Diogo Costa. También tiene portero Portugal. Otra garantía para sentirse a la altura de cualquiera en Alemania 2024, antes de cerrar definitivamente el partido, en otro desajuste defensivo de Turquía, incapaz de tira bien el fuera de juego.

Mientras sonaba estruendoso el reclamo, ansioso, de la afición por ver a Arda Güler sobre el campo (salió a jugar en el minuto 70, ya con 0-3 en contra), Cristiano Ronaldo se quedó solo ante el portero, ante el gol que la habría dato otro de tantos récords (el goleador más veterano de la Eurocopa). Al lado corría Bruno Fernandes. Se la cedió para empujar el 0-3. Un regalo de CR7, que alcanzó a Karel Poborsky como el mejor asistente de la Eurocopa.

Otra marca histórica para el líder de Portugal a sus 39 años, que ambiciona su segunda Eurocopa. De momento, ya está en octavos, con tantos recursos, al menos, como todos los competidores que se sienten favoritos. Ya espera a un tercero de grupo como rival.

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By Diario

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