El jefe del Hezbolá libanés, Hasan Nasrallah, advirtió este miércoles que “ningún lugar” de Israel estaría a salvo de sus misiles si el gobierno israelí, en guerra con el movimiento islamista Hamás en Gaza, abre un nuevo frente de conflicto en su frontera norte.
Nasrallah amenazó también a Chipre, afirmando que este país del Mediterráneo oriental, miembro de la Unión Europea, sería considerado como “parte de la guerra” si autoriza a Israel a usar sus aeropuertos y bases para atacar Líbano.
He leído los comentarios (del jefe de Hezbolá) y quiero decir que la República de Chipre no está implicada de ninguna forma en esta guerra
“He leído los comentarios (del jefe de Hezbolá) y quiero decir que la República de Chipre no está implicada de ninguna forma en esta guerra”, declaró el presidente chipriota, Nikos Christodoulides, en un comunicado.
Chipre es “parte de la solución, no del problema”, insistió, al recordar que su país ha tenido un papel “reconocido por el mundo árabe y toda la comunidad internacional” en el corredor marítimo creado para llevar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza.
Pero el líder de Hezbolá sostuvo que “el enemigo sabe muy bien que nos hemos preparado para lo peor (…) y que no habrá ningún lugar (…) al resguardo de nuestros cohetes”.
Los disparos de cohetes contra Israel podrían efectuarse desde “tierra, aire y mar”, añadió.
El ejército israelí anunció el martes que tenía lista una “ofensiva” contra Hezbolá, respaldado y financiado por Irán, tras semanas de intensificación de los disparos desde ambos lados de la frontera.
El canciller israelí, Israel Katz, amenazó con destruir a Hezbolá en una “guerra total”.
Horas después, el ejército israelí bombardeó objetivos de Hezbolá en el sur de Líbano.
La frontera entre estos dos países es escenario de duelos de artillería casi diarios desde el inicio el 7 de octubre de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza.
Crecen las voces para poner fin al conflicto en Oriente Próximo
Hezbolá afirmó el miércoles que disparó “decenas de cohetes Katiusha y proyectiles de artillería” hacia el norte de Israel, en respuesta a bombardeos israelíes en el sur de Líbano, que mataron a cuatro de sus combatientes.
Recibimos nuevas armas, desarrollamos algunas de nuestras armas (…) y estamos guardando otras para los días que vienen
“Recibimos nuevas armas, desarrollamos algunas de nuestras armas (…) y estamos guardando otras para los días que vienen”, sostuvo el jefe del movimiento libanés, que perdió a uno de sus comandantes en un bombardeo israelí la semana pasada.
La escalada bélica coincidió con una visita a Beirut de un emisario del presidente estadounidense Joe Biden, Amos Hochstein, quien juzgó “urgente” disminuir las tensiones en la frontera entre Israel y Líbano.
Hochstein también defendió el plan de alto el fuego para la Franja de Gaza presentado el 31 de mayo por Biden.
En el estrecho territorio palestino, gobernado por Hamás y devastado por más de ocho meses de guerra, los bombardeos israelíes no dan tregua.
A las puertas de Rafah, en el extremo sur del enclave, al menos siete personas murieron en bombardeos con drones.
El ejército israelí lanzó el 7 de mayo una ofensiva terrestre en sa localidad, con el objetivo proclamado de eliminar los “últimos batallones” de Hamás.
En el norte de la Franja, testigos reportaron disparos en Ciudad de Gaza. Y en Nuseirat, en el centro, al menos tres personas murieron en un bombardeo, informó la Defensa Civil del territorio.
La catástrofe humanitaria en Gaza
La guerra se desencadenó el 7 de octubre, cuando milicianos islamistas mataron a 1.194 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a 251 en el sur de Israel, según un recuento basado en datos oficiales israelíes.
El ejército israelí estima que 116 personas permanecen secuestradas en Gaza, 41 de las cuales habrían muerto.
En respuesta, Israel lanzó una ofensiva que ya ha dejado al menos 37.396 muertos en Gaza, también civiles en su mayoría, según el Ministerio de Salud del territorio.
El conflicto también desató una catástrofe humanitaria, que según la ONU sumió a los habitantes de Gaza en una situación al borde de la hambruna.
El 9 de octubre, Israel impuso un asedio “casi completo” al territorio, obstaculizando la entrada de alimentos, agua, combustible y medicamentos. La ayuda humanitaria autorizada a entrar es insuficiente.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, enfrenta una oleada de críticas internas y externas por su gestión de la guerra y por no haber logrado que los rehenes sean liberados.
Pero el dirigente, al frente de una coalición de fuerzas nacionalistas, ultraconservadoras y ortodoxas judías, afirma que proseguirá la guerra hasta “aniquilar” a Hamás, considerado como una organización “terrorista” por Israel, la Unión Europea y Estados Unidos.
El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) solicitó en mayo que la máxima instancia judicial de la ONU emita pedidos de captura Netanyahu, su ministro de defensa, Yoav Gallant, y tres dirigentes de Hamás por presuntos crímenes crímenes de guerra y contra la humanidad.
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