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La reforma a la educación –aquella que en un primer momento fue la de mostrar y que permitió sentar acuerdos inéditos entre petrismo y oposición–, hoy parece herida de muerte. Faltando dos días para que concluyan las sesiones legislativas, el proyecto no fue incluido en el orden del día de este miércoles y parece virtualmente hundido.

Los puntos de discordia que llevaron a la ruptura de lo pactado y la división que persiste podría precipitar el archivo de la iniciativa. Justo este miércoles, en cumplimiento del Estatuto de la Oposición, se priorizaron proyectos del Centro Democrático y Cambio Radical, quienes estarán al frente de la dirección de la plenaria.

Así las cosas, parece que el pesimismo y el vaticinio de que será necesario arrancar de ceros el próximo 20 de julio parecen ser los únicos puntos en los que hoy hay acuerdo. “Cometimos errores (…) Es posible que toque hundir la reforma a la educación si no se llega a un acuerdo sobre los puntos clave”, admitió en diálogo con la emisora W Radio el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco.

En el Congreso los ánimos no distan de lo dicho por el jefe de la cartera política. “No quiero que se hunda, pero es una realidad política”, reconoció desde el Pacto Histórico la senadora Clara López. “Como van las cosas, lo más seguro es que termine hundida, que en últimas da la oportunidad de nuevamente concertar un proyecto”, dijo por su parte la senadora Paloma Valencia (Centro Democrático).

La reforma se terminó desbaratando luego de que, tras superar su tercer debate, sectores como la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) o la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) expresaran su descontento con el acuerdo al que llegaron la bancada de Gobierno y oposición.

Entre otros, hubo rechazo porque se haya pactado un modelo mixto de educación –y no uno esencialmente público–; que considerara el desempeño de los estudiantes en las pruebas de Estado como criterio para evaluar a los profesores, o que se diera vía libre a la educación terciaria (técnica y tecnológica).

El descontento subió a tal nivel que hubo marchas en contra de la reforma y los escuderos irrestrictos del Gobierno sentaron su voz de protesta con visos de pelea. Ante semejante situación, este martes el presidente Gustavo Petro no tuvo de otra que salir a desautorizar a su ministra de Educación, Aurora Vergara, y quejarse por lo acordado.

“Hay que decirlo, quienes no quieren la educación pública ganaron, saboteando el proyecto del Gobierno”, aseguró el Jefe de Estado, quien reivindicó el enfoque estatal del proyecto y dejó de lado a los privados: “No es que queramos acabar la educación privada. Como sucede con los colegios privados será apoyada por el Gobierno, pero no con los recursos públicos que se deben centrar en la educación pública para garantizar que sea un derecho público universal”.

Semejante declaración sería la estocada final para un proyecto que luce hoy moribundo y sin muchos chances de acuerdo. No solo restan miércoles y jueves para que la plenaria logre zanjar diferencias, sino que tanto las ponencias de la oposición como del petrismo parecen estar lejos de los 54 votos que se requieren para finiquitar el proyecto. Por si fuera poco, aún falta la conciliación.

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Por Diario

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