Hace ahora un año que el sumergible Titan implosionó en su ruta hacia el Titanic causando la muerte a cinco personas y aunque siguen sin resolverse cuestiones básicas sobre lo sucedido ya hay en marcha nuevos intentos comerciales para repetir el arriesgado descenso con turistas.

Este lunes, un día antes del primer aniversario del accidente, el Consejo de Seguridad del Transporte de Canadá (TSB en inglés) publicó una actualización de la investigación que efectúa desde hace un año en la que constató que el Titan operó desde 2021 sin “estar registrado o certificado en Canadá o ningún otro país”.

A raíz de las pesquisas en marcha, TSB advirtió que ha identificado “otros sumergibles operando en las aguas canadienses y en la zona económica exclusiva del país, tanto antes como después de junio de 2023”, que no están registrados con ningún país.

Por ello, a principios de este año la agencia federal avisó al Ministerio de Transportes de Canadá “del riesgo que suponen los sumergibles que operan en las aguas canadienses”.

El riesgo de los sumergibles se mantiene

El peligro de los sumergibles no certificados quedó evidente el 18 de junio de 2023 con la tragedia del Titan, el único batiscafo del mundo hecho con fibra de carbono y que en teoría era capaz de sumergirse a 4.000 metros de profundidad.

Ese día, el sumergible inició una inmersión hacia el Titanic con cinco personas a bordo: el millonario empresario paquistaní Shahzada Dawood con su hijo Suleman, estudiante de 19 años; el explorador británico Hamish Harding; el explorador francés Paul-Henri Nargeolet y el consejero delegado de la firma OceanGate, Stockton Rush.

Aproximadamente 1 hora y 45 minutos después del inicio del descenso se perdió comunicación con el Titan y se iniciaron las tareas de búsqueda y rescate. El 22 de junio, el Servicio de Guardacostas de EE.UU. confirmó el hallazgo de los restos de la embarcación en el fondo del océano y que todos sus ocupantes habían fallecido.

Doce meses después, Canadá y Estados Unidos siguen investigando. Canadá porque aunque el Titan era una embarcación estadounidense operando en aguas internacionales, el sumergible partió de territorio canadiense.

El pecio del Titanic, el transatlántico británico que se hundió el 15 de abril de 1912 en el Atlántico norte cuando se dirigía del Reino Unido a Nueva York causando la muerte a 1.496 personas, se encuentra fuera de las aguas canadienses: Terranova es el lugar más cercano a la zona del naufragio.

Por eso, OceanGate, la empresa dueña del sumergible Titan, operaba desde 2021 desde la localidad canadiense Cape Race, a unas 325 millas náuticas al noroeste del lugar del hundimiento del Titanic.

Y desde Cape Race partió en junio de 2023 el navío nodriza del Titan, el barco canadiense Polar Prince, arrastrando el batiscafo de OceanGate junto a su plataforma.

Los nuevos aventureros

El Servicio de Guardacostas de EE.UU. advirtió este lunes en un comunicado que la investigación “sigue activa pero llevará más tiempo de lo esperado inicialmente” por su complejidad.

La teoría dominante es que el casco de fibra de carbono del Titan había sufrido microfracturas en inmersiones previas que debilitaron la estructura hasta que cedió por las enormes presiones de la inmersión hacia el Titanic.

Los riesgos a los que alude Canadá aumentarán dentro de poco si el milmillonario Larry Connor, un empresario del sector inmobiliario de Ohio (EE.UU.), prosigue con sus planes para descender 3.800 metros hasta el lugar donde se encuentran los restos del Titanic.

Para esta aventura, que se podría producir en 2026, Connor se ha asociado con Patrick Lahey, cuya empresa Triton Submarines está especializada en la construcción de batiscafos para grandes profundidades.

Tanto Connor como Lahey han querido subrayar en declaraciones a la prensa que su proyecto no es comparable al de OceanGate y Titan, un sumergible que, tras el accidente, fue considerado como un vehículo construido por aficionados con numerosos errores de diseño.

Según Triton Submarines, el Triton 4000/2 Abyssal Explorer, cuyo casco es básicamente una burbuja acrílica con capacidad para dos personas y que tiene un precio estimado de 20 millones de dólares, estará certificado para sumergirse hasta unos 4.000 metros.

“Quiero mostrar al mundo que aunque el océano es muy poderoso, puede ser maravilloso y se puede disfrutar, además de transformar tu vida, si se hace de la forma apropiada”, declaró en Connor al periódico The Wall Street Journal en mayo.

“Me preocupa que la gente asocie los submarinos, especialmente los que son nuevos o diferentes, con el peligro o la tragedia”, añadió.

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By Diario

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