WASHINGTON.- The Washington Post sumó un nuevo capítulo a su ya convulsionada saga de cambios y reformas que han dejado al diario encerrado en una fuerte crisis interna. Las dos principales figuras elegidas por Jeff Bezos, uno de los hombres más ricos del mundo y dueño del Post, para liderar el futuro del periódico, el editor y CEO, Will Lewis, quien llegó a la empresa a fines del año anterior, y el futuro jefe de la redacción, Robert Winnett, quedaron bajo un fuerte escrutinio luego de ser acusados de recurrir a métodos ilegales, fraudulentos y antiéticos para conseguir información cuando trabajaban en medios británicos.
Lewis y Winnett trabajaron para The Sunday Times, de Rupert Murdoch, y The Daily Telegraph y ambos se forjaron en el ecosistema mediático británico, donde la prensa opera bajo otros estándares éticos y con límites diferentes a los que se manejan en la mayoría de los medios en Estados Unidos. Las acusaciones contra ambos aparecieron en dos artículos de investigación, uno publicado por The New York Times, el sábado, y otro, muy notablemente, publicado el domingo en el propio The Washington Post, que además lo llevó en la tapa en su edición impresa del lunes. Los periodistas del Post intentaron obtener una respuesta de Lewis –quien también trabajó en Dow Jones y el Wall Street Journal, ambas publicaciones de Murdoch–, pero el CEO del periódico declinó comentar para el artículo publicado en el medio que dirige.
“Lewis se negó a hacer comentarios a través de un vocero de The Washington Post en respuesta a una lista de preguntas detalladas, incluso sobre los orígenes de la información de las historias de 2004″.
Los dos artículos cavaron en profundidad en el pasado de dos periodistas que ahora se preparan para conducir uno de los diarios más influyentes del mundo, y uno de los íconos más preciados de la prensa norteamericana desde la cobertura del escándalo Watergate de Bob Woodward y Carl Bernstein que terminó con la presidencia de Richard Nixon, y se convirtió en un leading case del periodismo de investigación. La decisión de Bezos –que realizó una fuerte inversión luego de comprar The Washington Post en 2013 para sacarlo de la ruina financiera–, de contratar, primero a Lewis, que luego trajo a Winnett, ha desatado un verdadero vendaval interno –reflejado incluso en los propios artículos del diario–, y ha desparramado temores sobre el futuro editorial del periódico.
En un extenso artículo con cuatro firmas, The Washington Post reveló detalles del trabajo de un investigador privado llamado John Ford, con una extensa carrera de engaños y maniobras ilegales para obtener información confidencial para el Sunday Times. Alli, Ford describe su colaboración con Winnett para una serie de historias para las que Ford entregó detalles confidenciales sobre personajes ricos y poderosos de Gran Bretaña. Al igual que Lewis, Winnet, que trabaja actualmente en el Daily Telegraph, tampoco respondió a una lista detallada de preguntas de los periodistas a los que debe dirigir luego de las elecciones presidenciales de noviembre, el próximo 5 de noviembre.
El trabajo de Ford para el periódico de Murdoch también apareció en el artículo de The New York Times. Ese artículo indicó también que Lewis le asignó a un periodista, Peter Koenig, una nota en 2004 que utilizaba como fuente registros telefónicos que Koenig, que habló con The New York Times, entendía que habían sido obtenidos a través de hackers. Una reseña del Times sobre la carrera de Lewis también planteó interrogantes sobre una decisión, en 2009, como editor del Daily Telegraph, de pagar más de 100.000 libras por información de una fuente, una práctica prohibida en la mayoría de las redacciones norteamericanas.
“Todos los editores senior y la mayoría de los reporteros de The Sunday Times sabían que yo obtenía datos de facturación telefónica y transacciones de cuentas bancarias ilegales, casi todas las semanas, para mis artículos”, dijo Ford en una entrevista de 2018 con el sitio de noticias británico Byline Investigates, que reveló el trabajo de Ford para el periódico de Murdoch.
The Washington Post ha recorrido un camino ciertamente complicado desde la salida de Marty Baron, quien condujo la redacción hasta principios de 2021, cuando se retiró. Su partida coincidió con el final de una época fructífera para los medios, que captaron un sustancial aumento de interés por la presidencia de Donald Trump, primero –un maná para el aumento de las suscripciones–, y luego por la pandemia del coronavirus. Pero The Washington Post lidia desde entonces con una caída de interés, sangría de lectores, declive de sus suscripciones y pérdidas millonarias. La reemplazante de Baron, Sally Buzbee, la primera mujer en dirigir el diario, se fue a principios de este mes en medio de una convulsionada y ciertamente conflictiva reorganización interna liderada por Lewis. Ya a principios de este mes, un artículo de The Washington Post dijo que Lewis era “objeto de escrutinio después de que informes de prensa describieron que intentó disuadir a los periodistas, incluidos los del diario, de cubrir su participación en una larga demanda británica por escuchas telefónicas”. Ahora, las últimas revelaciones sobre Lewis y Winnett reforzaron dudas y desconfianza sobre la integridad y la capacidad de Lewis para llevar las riendas de The Washington Post.
Margaret Sullivan, directora del Centro Craig Newmark para la Ética y Seguridad del Periodismo de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, dijo a CNN que la posición de Lewis es “cada vez más insostenible”.
Sullivan escribió en una columna en The Guardian que Bezos logró salvar a The Washington Post al adquirirlo y modernizarlo. “Esta vez, necesita salvarlo de su propio error”, apuntó.
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