Fabián Ruiz (3-4-1996) es uno de esos hijos ilustres que Los Palacios ha dado para el fútbol. En medio de las carreras de Jesús Navas (37 años) y Gavi (19), él se crio en La Unión admirando a Pirlo, Lampard y Ronaldinho hasta que Mauri y Alfonso Salado lo captaron para el Betis. Su vida dio un vuelco entre el último año de infantil y el primero de cadete, cuando creció 30 centímetros en cinco meses, una rareza que afectó a su coordinación, pero que no le impidió terminar instalándose en el fútbol de élite.

Fabián, que siempre recordará cómo tuvo que cantar La Macarena como novatada de los veteranos al subir al primer equipo del Betis, se sacó una espina con la Selección en Berlín, donde cuajó un partidazo en el que, ayudado por la extrema precaución de los croatas con Rodrigo, campó a sus anchas. Supo recibir y girar. Se asoció, jugó en largo, marcó un golazo, dio una asistencia, tuvo un 91% de acierto en el pase (49 de 54); y fue el jugador que más corrió de la Selección (12,2 kilómetros) Luis Enrique, ahora su entrenador en el Paris Saint Germain, le hizo la cruz en el partido de octavos de final de la última Eurocopa. Prescisamente, contra Croacia. El andaluz apareció en el campo en el minuto 78 con 3-1. Orsic (85′) y Pasalic (90′) mandaron el partido a la prórroga. España terminó ganando pero el seleccionador vio algo que decidió no pasar por alto aunque no se haya hecho nunca público. Fabián no jugó más en esa Eurocopa ni en los 20 siguientes partidos con Luis Enrique en el cargo. Año y medio después, Luis de la Fuente volvió a convocarle para sus dos primeros partidos como seleccionador absoluto (Noruega y Escocia).

Procedente de una familia humilde (su madre Chari fue limpiadora en la Ciudad Deportiva Luis del Sol del Betis), Fabián se puso en el mapa internacional con una actuación descollante en la Eurocopa Sub-21 de 2019. En Italia, fue el MVP del torneo. Por entonces, ya era jugador del Nápoles, donde había llegado después de que los partenopeos le pagasen 30 millones de euros al Betis. Antes de eso, en 2017, el Barça flirteó con su fichaje. Los azulgrana, conscientes de que tenía una cláusula de rescisión baja (15 millones), se interesaron por él para incorporarlo al filial. Pero la operación no cuajó. Dos años después, Quique Setién, en los meses de su fugaz paso por el Barça, pandemia incluida, puso su nombre de nuevo encima de la mesa de la secretaría técnica. Era uno de sus jugadores preferidos.

Fabián, sin embargo, siguió cuatro años en el Nápoles hasta que fue traspasado por 22 millones de euros al Paris Saint Germain, club con el que tiene contrato hasta 2027. Allí se ha reencontrado con Luis Enrique. No ha sido indiscutible, pero en los días grandes de Champions (eliminatorias contra la Real, el Barça y el Dortmund), siempre ha tenido un sitio en el once al lado de Vitinha y Zaire-Emery en el centro del campo. “Si Fabián no se llamase Fabián, hablaríais más de él”, dijo Luis de la Fuente en la sala de prensa del Olympiastadion después de que el andaluz levantase el galardón de MVP del partido, que él llevó con mucha normalidad. “El míster quiere que cuando estemos en zona de tiro, chutemos. Es uno de los goles más importantes de mi carrera”, concluyó.

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By Diario

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