Las elecciones europeas del domingo pasado dejaron dos certezas: el avance de la derecha a nivel regional, y fuertes impactos en Francia y Alemania. En el caso del país galo el revés electoral fue tan profundo que el presidente Emmanuel Macron tomó la decisión a última hora de disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas anticipadas.
Una maniobra que representa un último esfuerzo del jefe de Estado para contener el avance de la extrema derecha de la mano de Marine Le Pen.
El anuncio de Macron desde el Elíseo se dio luego de que la Agrupación Nacional (RN), partido de Le Pen, se impusiera en los comicios con una ventaja de casi 17 puntos sobre el oficialista Renacimiento. Jordan Bardella, candidato de RN, consiguió una victoria en todas las regiones de Francia, salvo en París. Este triunfo demostró un alcance electoral inusitado.
Solo una hora después de cerradas las urnas, el presidente francés brindó una cadena nacional para anunciar la disolución del Parlamento. El primer ministro Gabriel Attal, junto a otros asesores cercanos, intentaron disuadirle de tomar tal medida. Sin embargo, Macron no dio el brazo a torcer y siguió adelante con su plan, considerado por varios analistas como un “juego de azar”, según señala un artículo publicado por la revista Foreign Policy. Otros, en tanto, acusan al mandatario y líder de Renacimiento de “provocar incendios para luego apagarlos”.
La disolución del Parlamento se ha visto cinco veces en Francia desde la fundación de la V República en 1958. El caso más notable fue el de Charles de Gaulle en 1968, quien se vio obligado a convocar elecciones ante la paralización de su gobierno por las huelgas y protestas estudiantiles.
Macron no tenía obligación de disolver el Parlamento, pero sabía que los resultados de los comicios europeos lo dejarían en una frágil posición cuando todavía le quedan tres años de gestión. Robert Zaretsky, autor del artículo de Foreign Policy, considera que su decisión de convocar elecciones anticipadas parece estar motivada por dos factores principales. En primer término, por el agotamiento ante la parálisis parlamentaria. Tras las elecciones legislativas de 2022, Renacimiento no consiguió la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Por eso, los sucesivos gobiernos, primero de Élisabeth Borne y después de Attal, tuvieron dificultades para aprobar leyes como la de pensiones y la de inmigración.
En su artículo cita, además, al politólogo Bruno Cautrès, quien sostiene que la decisión de disolver una asamblea parlamentaria “es cualquier cosa menos un acto anodino en democracia”.
El otro factor que menciona Zaretsky es la intención de Macron de “obligar a los votantes a enfrentarse a la posibilidad real de un gobierno de ultraderecha”. Es decir, darle la responsabilidad a los votantes de decidir el futuro parlamentario hasta el final de su gestión.
“Francia necesita una mayoría clara para avanzar con serenidad y armonía”, dijo el presidente francés sobre su decisión de adelantar los comicios legislativos.
Georges Danton, quien desempeñó un rol determinante durante la Revolución francesa, decía: “Audacia, más audacia, para siempre audacia, y la nación se salvará”. Zaretsky sostiene que Macron es un mandatario que “se enorgullece” de hacer movimientos audaces.
Sobre su decisión de convocar elecciones, que la mayoría de los observadores consideran como una “apuesta arriesgada”, el propio Macron explicó que se trata de un “movimiento de aclaración” política para “evitar dar las llaves del poder a la extrema derecha” en 2027, en alusión a la teórica fecha de las próximas elecciones presidenciales.
Según Zaretsky, al jefe de Estado le funcionó su intención de sorprender a otros partidos políticos con su anuncio. Pero, irónicamente, a los que no sorprendió fue a los de Agrupación Nacional. De hecho, antes de la cadena nacional de Macron, y tras conocerse los resultados, Bardella había instado al presidente a convocar elecciones anticipadas.
El anuncio rápidamente provocó movimientos en la izquierda francesa. Los partidos han mostrado signos de unificación tras el anuncio, buscando presentar un “Frente Popular” contra la extrema derecha. Jean-Luc Mélenchon, figura principal de La France Insoumise (LFI), ha logrado unir a socialistas, comunistas y ecologistas en una coalición que podría consolidar un frente común para las próximas elecciones.
En contraste, y a pesar de los resultados electorales favorables, las divisiones aumentan en la derecha. Éric Ciotti, líder de Les Républicains (LR), sugirió aceptar una alianza con la Agrupación Nacional de Le Pen, lo que generó una tormenta interna en su partido. Esta propuesta contradice la postura tradicional de LR contra las políticas de RN, y los principales miembros del partido votaron para destituir a Ciotti de su liderazgo.
Ante este escenario político, dirigentes tanto del partido de Le Pen como del de Macron ya empezaron a moverse para pedir a los votantes descontentos de LR su apoyo de cara a los comicios legislativos.
Macron viene advirtiendo desde 2017 que Le Pen y su partido encarnan el caos para Francia, y él se presenta como la única barrera frente al extremismo. No obstante, desde entonces esta narrativa ha tenido el efecto contrario, permitiendo a Le Pen reposicionar a RN en el espectro político francés.
La estrategia de “desdemonización” de Le Pen, en cambio, fue eficaz, purgando del partido a los figuras más radicales y cambiando su nombre, dejando de lado también a su padre -Jean-Marie Le Pen-, quien había minimizado en reiteradas ocasiones el Holocausto.
Para Zaretsky, la estrategia de Macron pretende ser la cura ante el avance de la extrema derecha, pero corre el riesgo de terminar siendo la enfermedad.
En su afán de atraer a los votantes conservadores, el jefe de Estado llegó a nadar en aguas del lepenismo. Uno de los casos más resonantes y que provocó una fuerte crítica en el electorado oficialista, fue la aprobación de un proyecto de ley de inmigración que niega ciertos beneficios sociales a los no nacionales, así como la ciudadanía automática a sus hijos nacidos en suelo francés. Ambas cláusulas promulgaban tácitamente una de las antiguas reivindicaciones de Le Pen: la llamada preferencia nacional.
De repetirse el escenario de 1988, cuando François Mitterrand cohabitó con un Primer Ministro de oposición, la táctica podría beneficiar a Macron a largo plazo, según Zaretsky. Sin embargo, la popularidad decreciente del presidente galo, evidenciada en encuestas que muestran una fuerte oposición a su liderazgo, pone en duda si el ejercicio del poder por parte de RN podría desprestigiar a este último o consolidar su influencia.
Macron dejó claro al electorado que el voto obligará a los franceses a “asumir sus responsabilidades”. En esa línea se pronunció también la diputada de Renacimiento Cécile Rilhac: “¿Están realmente seguros de querer ver a nuestro país gobernado por la Agrupación Nacional?”.
“Confío en la capacidad del pueblo francés para tomar la elección correcta para sí mismo y para las futuras generaciones. Mi única ambición es ser útil a nuestro país, que tanto amo”, escribió el presidente francés en sus redes sociales un día después del anuncio.
Históricamente, las elecciones europeas en Francia fueron utilizadas por el electorado para expresar el descontento general ante el gobierno de turno. Para la politóloga Nonna Mayer, la función de esos comicios, especialmente en Francia, es ofrecer un “voto de sanción” que ponga sobre aviso a los políticos.
Otro factor a tener en cuenta de cara a las legislativas que se desarrollarán el 30 de junio (primera vuelta) y el 7 de julio (segunda vuelta), es que estos comicios regionales atraen a menos ciudadanos a las urnas que los nacionales. El fin de semana pasado casi la mitad de la población francesa no se acercó a votar para la renovación del Parlamento Europeo, por lo que no existe una amplia base estadística o de comportamiento que permita ofrecer un pronóstico preciso de cara a las elecciones legislativas. Un dato que podría arrojar algo de esperanza al Gobierno. Sin embargo, lo más desalentador es la gran ventaja que sacó Agrupación Nacional; ventaja que podría extenderse aún más si Le Pen consigue el respaldo de la mayoría de los votantes de la centro derecha.
Las elecciones coincidirán con el inicio de los Juegos Olímpicos. Los resultados determinarán si Macron, embajador internacional de los valores republicanos franceses, terminará compartiendo el escenario mundial con un primer ministro de Agrupación Nacional. Este hecho podría redefinir el panorama político no sólo de Francia, sino también de Europa.
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