Los detenidos de más de 50 cárceles y centros de detención preventiva en Venezuela comenzaron esta semana una huelga de hambre en reclamo por los retrasos procesales y las malas condiciones de reclusión. La extendida protesta ha provocado la destitución de la ministra de Servicios Penitenciarios, la vicealmirante Celsa Bautista, y ha puesto en evidencia las graves fallas del sistema judicial venezolano sobre el que ya han alertado organismos internacionales como el Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Las mujeres fueron las primeras en empezar las protestas. Con capuchas hechas con las franelas rosadas del uniforme de las cárceles femeninas, difundieron un video grabado dentro de los calabozos en el que anunciaban una huelga pacífica. En términos generales, los reclusos están exigiendo la libertad de los presos que tengan al menos el 50% de la pena cumplida y otros descuentos de las condenas, apelando al derecho a la redención que establece la ley. La huelga sigue extendiéndose a más penales mientras esposas, madres, hermanas y otros familiares de los presos se manifestaron este miércoles ante el Palacio de Justicia de Caracas.

Con la designación del nuevo ministro, el presidente Nicolás Maduro afirmó que había que acabar con la corrupción en las cárceles. “El sistema penitenciario tiene que limpiarse, el año pasado dimos golpes certeros. Dijimos, ‘se acabó Tocorón’, ‘se acabaron los pranes’”, en referencia a una de las más temidas prisiones del país y a los criminales que controlan las cárceles. “Ahora tenemos que construir una nueva gobernabilidad, un nuevo régimen penitenciario, acabar con la corruptela, forjar una nueva generación de custodios. Hay gente honesta, mi mensaje es que resistan. Estamos en una nueva etapa”, prosiguió.

Presos esperan a maniatados en el patio del de la cárcel de Tocorón, en el Estado de Aragua, tras un operativo en septiembre de 2023.EFE

La continuidad de la huelga está envuelta de incógnitas. La destitución de la ministra no resuelve un problema estructural. En 2021, Maduro ordenó una revolución judicial para que en 60 días se resolviera la crisis carcelaria del país. Puso al frente de la tarea a su esposa, Cilia Flores, y al número dos del partido de Gobierno, Diosdado Cabello. “El sistema judicial es un desastre y esta huelga es prácticamente el único resultado que tenemos de esa revolución judicial”, dice Carlos Nieto Palma, de una Ventana a la Libertad, una ONG que trabaja por los derechos humanos de los presos.

El Gobierno puso su foco en la intervención de las cárceles. El año pasado tomaron la prisión de Tocorón, guarida del líder de la megabanda trasnacional Tren de Aragua, acondicionada con zoológico, piscina y discoteca y desde donde gestionaba sus redes criminales con total libertad como lo hacen los llamados pranes. Luego siguió con seis recintos más. Pero principales cabecillas de las bandas que operaban en esos penales lograron escapar antes de que llegaran las autoridades. Las poblaciones de esas siete cárceles, de las cuales seis no volvieron a abrir, se repartieron en otras instituciones agravando el ya grave hacinamiento, explica Nieto Palma.

“Mi marido lleva cinco años preso siendo inocente, porque los fiscales no han presentado pruebas para acusarlo de un homicidio”, asegura por teléfono la esposa de un recluso del Rodeo 3, una cárcel en las afueras de Caracas. “Hace dos meses que no lo suben a los tribunales”. Cuando contó esto, la mujer llevaba más de 24 horas a la intemperie frente a la cárcel con otras mujeres que intentaban entregarle caramelos y agua con azúcar a sus maridos, lo único que están comiendo los reclusos en huelga, y poder visitarlos.

En medio de la huelga se han producido denuncias de agresiones a reclusos por parte de los cuerpos de seguridad en una prisión en Guárico en los llanos centrales del país. También se reportó la muerte por falta de atención médica de un recluso que habían solicitado medidas humanitarias que no llegaron a tiempo. Nieto Palma señala que hace más de una década la primera causa de muerte en las cárceles venezolanas dejaron de ser los enfrentamientos entre reclusos durante motines. Ahora lo son enfermedades como la tuberculosis y la desnutrición.

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By Diario

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