En las últimas semanas, Marte ha sido el escenario de una serie de erupciones solares y eyecciones de masa coronal que han impactado al planeta rojo, generando auroras marcianas e incluso alterando su atmósfera, registradas por los rovers y orbitadores de la NASA.
Este fenómeno se debe al “máximo solar”, un período de alta actividad del Sol que ocurre cada 11 años. Durante este ciclo, aumenta la cantidad de manchas solares, erupciones y eyecciones de masa coronal, con efectos en todo el sistema solar.
Los detalles de la tormenta solar en Marte
Uno de los eventos más destacados ocurrió el 20 de mayo, cuando una llamarada solar X12, la más poderosa de su tipo, envió rayos X y gamma hacia Marte registrada por la nave Solar Orbiter, una misión conjunta de la ESA y la NASA. Posteriormente, una eyección de masa coronal liberó partículas cargadas que viajaron a la velocidad de la luz hacia el planeta rojo.
La cámara estelar del orbitador Mars Odyssey 2001 también se vio momentáneamente afectada, pero el orbitador recopiló datos importantes sobre rayos X, gamma y partículas cargadas utilizando su Detector de Neutrones de Alta Energía. Este no fue el primer encuentro de Odyssey con una llamarada solar; en 2003, una llamarada solar X45 dañó su detector de radiación.
El orbitador MAVEN de la NASA también observó auroras brillantes en Marte causadas por la reciente actividad solar. A diferencia de la Tierra, que tiene un campo magnético que protege contra partículas cargadas, Marte carece de este campo, permitiendo que las auroras ocurran en todo el planeta. Las partículas energéticas más fuertes alcanzan la superficie y son medidas por RAD, mientras que las que causan auroras son detectadas por MAVEN.
Consecuencias de la tormenta solar en Marte
Estas observaciones no solo han permitido presenciar auroras boreales marcianas, sino que también han aportado datos valiosos sobre el pasado climático del planeta. Las heladas detectadas sugieren un posible ciclo donde Marte experimentó precipitaciones e incluso nevadas.
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Los analistas del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA monitorearon de cerca el clima espacial y alertaron sobre la llegada de estas partículas cargadas. Si los astronautas hubieran estado junto al rover Curiosity en ese momento, habrían recibido una dosis de radiación equivalente a 30 radiografías de tórax, aunque no mortal. Esta fue la mayor dosis medida por el Detector de Evaluación de Radiación (RAD) del Curiosity desde su llegada a Marte hace 12 años.
La información recopilada por las misiones de la NASA en Marte es crucial para comprender mejor la dinámica solar y su impacto en otros planetas. Estos estudios no solo amplían nuestro conocimiento del sistema solar, sino que también podrían ser relevantes para futuras misiones espaciales tripuladas a Marte.
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