Morgan Stanley, Goldman Sachs, JPMorgan, Jefferies o Barclays disparan su actividad como ‘pantalla’ o contraparte de accionistas en Telefónica, Grifols, Ferrovial, Sabadell, Indra o Applus.

El regreso de los grandes movimientos corporativos al mercado español ha disparado la actividad de contraparte o “pantalla” que realizan los bancos de negocios al tomar participaciones en nombre de grandes inversores que se quieren hacer fuertes en múltiples compañías, desde Telefónica a Sabadell pasando por Grifols, Ferrovial, Applus, ACS, Indra, Solaria o eDreams.

Según estimaciones de EXPANSIÓN, entidades como Morgan Stanley, Goldman Sachs, JPMorgan, Société Générale, Barclays, Citi, Bank of America, HSBC y Jefferies han acaparado en los últimos meses acciones de cotizadas españolas por unos 6.000 millones de euros, en su mayor parte utilizadas como base de contratos de derivados con sus clientes.

Asalto saudí

El caso más sonado de este tipo de operativa fue la irrupción de Saudi Telecom Company (STC) el año pasado con un 9,9% del capital de Telefónica, realizado a través de Morgan Stanley. El operador árabe tomó un 4,9% del grupo español de forma directa, y el otro 5% está aparcado en el banco en espera de la autorización del Gobierno español para comprarlo.

Esa entidad declara a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) un 12,18% de Telefónica, al sumar las acciones reservadas para STC, otros derivados para cubrir la posibilidad de que esta firma saudí le revenda el 4,9% y otras acciones que tiene el banco para trading y en sus fondos.

CriteriaCaixa utilizó a Goldman Sachs como intermediario para elevar al 5% su presencia en Telefónica, pero como intermediario, sin aparcar las acciones. La Sepi, que ha tomado un 9,9% de la empresa para replicar a STC, también las ha comprado de forma directa.

En el caso de la reciente aparición de CriteriaCaixa en ACS con más del 9% del capital, el hólding industrial de La Caixa compró acciones propias que tenía cedidas la constructora a través de unos derivados con Société Générale. Este banco francés, tras la operación, redujo al 2% su participación en el grupo, según los registros de la CNMV.

La irrupción de Escribano en Indra ha sido realizada a través de un derivado con JPMorgan, que declara un 10,5% en esa empresa. En la misma compañía, Sapa movió un 7% a través de Deutsche Bank e ING.

La actividad de los ‘hedge funds’

Los hedge funds utilizan de forma habitual a los bancos para tomar participaciones en empresas cotizadas, ya que en lugar de comprar acciones directamente suelen suscribir opciones o contratos por diferencias que les da exposición a la trayectoria del valor sin realizar toda la inversión. Esos derivados otorgan el derecho a comprar las acciones al final del periodo, o bien a recibir la diferencia de precio en efectivo. La contraparte en esas operaciones son las entidades de inversión, que para cubrir esa posición sí adquieren los títulos.

Esto hace que los bancos de inversión aparezcan como accionistas en múltiples firmas donde se ha producido una oferta pública de adquisición (opa) -situación donde los fondos de arbitraje buscan exposición económica en espera de mejoras de precio- o en compañías donde hay fondos activistas que persiguen una revalorización rápida.

El ejemplo más extremo es el de Applus, donde la larga guerra de opas hace que Morgan Stanley, Goldman y Jefferies sumen un 30%. La mayor parte corresponde a participaciones de los fondos denominados cazaopas.

En Sabadell, tras la opa hostil formulada por BBVA, ya ha emergido Goldman Sachs con un 1% del capital, lo que el mercado interpreta como resultado de la acumulación de acciones por parte del banco para cubrir los derivados con fondos de arbitraje. Éstos solo tienen que aflorar su posición individual si superan el 1% con esas opciones o contratos. Según la normativa, las participaciones superiores al 1% en empresas opadas deben ser declaradas, frente al 3% habitual.

Otra firma con múltiples bancos actuando de contraparte es eDreams, que justo acaba de lanzar una auto-opa parcial sobre sus propias acciones, aunque la aparición en su capital de bancos como Barclays o Morgan Stanley se explica más porque Polus Capital tiene un 27% de la plataforma de reservas de viajes a través de derivados.

Es habitual que haya fondos activistas tomando posiciones de influencia en empresas a través de esa operativa. Es el caso del 10% de TCI en Ferrovial, en su mayor parte a través de derivados. Como resultado de ello, Bank of America y HSBC aparecen como accionistas de la empresa de infraestructuras. En Grifols, la entrada de fondos oportunistas tras el ataque de Gotham explica que haya bancos con participaciones significativas.

Confusión por el doble registro en la CNMV

El asalto por sorpresa que LVMH realizó sobre su rival Gucci en el año 1999 tiene consecuencias en el método de registro de las participaciones en las cotizadas europeas. En aquella maniobra, el grupo de Bernard Arnault tomó unos derivados sobre las acciones de Gucci con ejecución en efectivo. Pero a última hora, cambió con sus contrapartes la fórmula de ejecución, recibiendo títulos físicos y aflorando una participación significativa. Tras esa batalla -donde LVMH al final no pudo hacerse con Gucci- se exige a los inversores que, además de declarar la compra de acciones en cotizadas por encima de determinados niveles, también declaren los derivados, sea con ejecución en físico o en metálico.

Esa regulación genera en ocasiones un doble registro de las mismas participaciones: por un lado lo hace el inversor que toma los derivados, y por otra el banco que actúa como contraparte y compra las acciones para cubrir el riesgo de la posición. A veces es al revés: el inversor tiene las acciones pero también sella derivados de cobertura con los bancos.

En la CNMV, por ejemplo, STC declara un 9,9% de Telefónica, mientras que Morgan Stanley dice tener un 12% a través de diversos instrumentos financieros (la mayor parte vinculados al acuerdo de financiación y aparcamiento de la misma posición del grupo árabe).

Situaciones similares se producen en Indra, donde el grupo Escribano notifica un 8% y JPMorgan un 10,5%; en Ferrovial por los derivados de TCI; en Applus con las participaciones de bancos y fondos cazaopas; o en eDreams por las opciones de Polus Capital.

No hay ese doble registro cuando el banco agrega posiciones por debajo del 1% en empresas opadas o del 3% en cotizadas en situación normal, que no deben ser notificadas por los inversores finales.

En todo caso, aunque el inversor final tenga que declarar su posición, la operativa con los bancos permite retardar el comunicado hasta última hora, cuando ya se ha construido la posición, como hizo STC en Telefónica.

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By Diario

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