Siempre es difícil medir la dimensión de la anti-política, pero esta noche puede decirse que hay 800.000 votos que se han pronunciado contra lo establecido. Todos ellos han apoyado la candidatura de ‘Se acabó la fiesta‘, el partido de Alvise Pérez, que ha celebrado su fiesta post-electoral en una discoteca de Chamberí, con entrada gratuita, consumición incluida y sello en la mano para volver a entrar en el local si se salía a fumar.
Había ancianos y calvas cuarentonas entre la concurrencia, pero sobre todo gente joven. Grupos de chavales que adoran al líder del partido. Le siguen en Telegram y recitan el verso de la canción de campaña como quien reza una oración. Hay algo fervoroso en ese nexo. Le creen a ciegas y le respaldan. Asumen como cierto el discurso de Alvise contra la corrupción y le escuchan como a un mesías, eso sí, de tono rotundo mussoliniano. Su voto parece que es de castigo contra lo establecido, pero también de confianza.
Con chaqueta y camisa blanca ha aparecido Pérez en escena pasadas las once y media de la noche. Lo ha hecho entre aplausos y aclamaciones de los suyos, que eran decenas y que, en algunos casos, que llevaban camisetas con un código QR que dirigía a su canal en las redes sociales. Sobre el escenario, la ardilla que sirve de eslogan para su partido, ataviada con la careta de Guy Fawkes.
Populismo e incorrección
El discurso de Alvise es una oda a la demagogia. Reproduce lo que el padre de familia, hastiado, dice en la comida del domingo, pero no se atreve a comentar en los corrillos del trabajo. Es populismo e incorrección, muy efectivo en las nuevas generaciones, las de los desencantados, y en los españoles que forman parte del amplio grupo de los perdedores.
“Antes de nada, quiero dedicar la victoria a Pepe Lomas“. Así ha comenzado Pérez su discurso, en referencia al hombre que recientemente ha sido condenado a una pena de seis años y tres meses de prisión por matar de dos disparos a un intruso que había entrado a su casa a robar.
Esa cita provocó los primeros aplausos entre las decenas de personas que estaban presentes, casi todas, con teléfono móvil en ristre y palo selfie a modo de trípode. Delante de ellos, los medios de comunicación. “Algunos es la primera vez que venís“, les desafió el orador. Y continuó: “Periodistas, mercenarios, tenéis que entender el hartazgo del pueblo español”.
Fue ahí en ese momento cuando se produjo una sonora pitada -la mayor del discurso- en la que los periodistas de RTVE, de TV3 o de Telemadrid recibieron medio minuto de abucheos. Podría decirse que el sector de los medios de comunicación ha salido especialmente señalado en esta campaña. El presidente del Gobierno los acusa de extender fango sobre la opinión pública. Alvise Pérez, de ser unos vendidos.
Sortear su sueldo
El portavoz y líder del partido había anunciado en las semanas previas que, de salir elegido como eurodiputado, sorteará los 2,4 millones de euros que le corresponden por su labor, que se extenderá durante 5 años. “Hemos venido a cambiar las cosas”, expresó sobre el escenario, mientras recitó diversos clichés de los que se difunden diariamente a golpe de tuit.
“Estamos con los homosexuales que sufren homofobia por parte de de las manadas de extranjeros“; “estamos contra el desempleo estructural” y “contra un país que “gasta más dinero en (David) Broncano que en los enfermos de ELA, que se mueren asfixiados”.
¿Y cuál será su discurso en Europa? Alvise lo ha dejado claro en las semanas precedentes: defenderá que España deje de ser un títere de las potencias extranjeras. “Estamos con el campo español, cuyos tomates necesitan más papeles para salir del huerto que un inmigrante ilegal para entrar en este país”, ha apuntado.
Podría decirse que 10 años después de que Podemos se convirtiera en la revelación de unas elecciones europeas, ha llegado el turno de este ‘activista político’, al que sitúan en el espectro de la ultraderecha en diferentes medios de comunicación, pese a que él se define como “un luchador contra la corrupción“.
Lo que es evidente es que representa la antipolítica. También lo es que su idea de ser eurodiputado surgió, entre otras cosas, en su deseo de blindarse contra las consecuencias de las causas judiciales que le persiguen. Esa estrategia la siguió Ruiz Mateos en su día. En ese caso, se llevó una parte del voto obrero que estaba desencantado con el PSOE. En éste, podría decirse que ha aglutinado 800.000 sufragios de ciudadanos descontentos que beben de diferentes fuentes online que están alejadas de los medios tradicionales.
Ese fenómeno ha valido 3 euro-parlamentarios. No es poca cosa.
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