La norma dicta que el cumpleañero sea el que reciba el regalo, pero ayer, en Plaza de Toros, cambió la situación. Miguel Ríos celebró su 80 cumpleaños en el Coso granadino con un concierto en el que congregó a los grandes nombres, a los fundadores, del rock granadino, que hicieron las delicias de los cientos de fans que se congregaron en la plaza.
Poco después de las 21:30 horas, y tras unos minutos de cortesía para presentar mediante una pieza del NO-DO al rockero, comenzaron a sonar los primeros acordes de Bienvenidos (nunca un setlist fue tan predecible), al que siguió, también de forma lógica, Vuelvo a Granada.
Ya ahí Miguel Ríos cedió el micro a sus amigos, de los que él mismo fue “telonero” según sus propias palabras antes de dar paso a Los Ángeles, que les costó arrancar ante las lágrimas de Agustín. Recompuestas las fuerzas, fue el turno de rememorar algunas de las canciones más icónicas del grupo, como Momentos o Cada día.
Y es que el concierto de ayer estaba pensado para contar la historia de la música granadina, de ahí que junto a las canciones se proyectaran piezas de un documental, sobre Miguel Ríos que era el que llevaba el gorrito de cumpleañero, pero también sobre sus compañeros de profesión –dentro del que se recordó, de hecho, a un Ríos que rozaba ya los 60 que publicó Rock en el ruedo, un disco resaca tras Rock and Ríos, donde se paseaba por las plazas de toros del país. Nada es nuevo y todo está inventado–. Para los que están, pero también para los que no. Emotivo fue, de hecho, la proyección del video de La murga de los currelantes, de Carlos Cano, coreado por el respetable, que volvería a hacerlo cuando Lagartija Nick trajo de vuelta, si es que alguna vez se fue, a Enrique Morente y su Omega.
A puerta gayola, entonando La canción del espantapájaros entró 091, una de las bandas más representativas de la música made in Granada, con respeto de Miguel Ríos y que puso al púbico, ya rozando las once de la noche, de pie y a bailar. Qué fue del siglo XX, La calle del viento o la famosísima La torre de la vela, esta última en dueto con Ríos, fueron algunas de las aportaciones de los cero a esta fiesta de cumpleaños.
Lagartija Nick fue el siguiente grupo en subirse al escenario. La banda de Antonio Arias –que se encuentra ahora mismo girando también por sus 30 años– llegó al coso granadino quitando el frío de cerca de la media noche a un público al que, pese a todo, aún le quedaba cuerda para rato. Con un Enrique Morente presente, Lagartija Nick brindó al respetable algunas canciones como La leyenda de los hermanos Quero, Nuevo Harlem (de nuevo aquí el cumpleañero subió al escenario) o Ciudad sin sueño.
Pero sin duda, uno de los principales momentos de la noche fue el de Niños Mutantes. La banda indie, que comenzó a sonar en los años 90, anunció recientemente su despedida, y este era uno de sus últimos encuentros con el público granadino. Miguel no dudó y les dijo “marcaros un Miguel Ríos y no os marchéis”. Muchas emociones en poco tiempo. Tras la despedida (del concierto) de los Niños, hubo una pequeña pausa, amenizada por un nuevo vídeo promocional, que rompió de nuevo Ríos, volviendo a empuñar el micro para regocijo de su público.
La tarde había comenzado con amenaza de tormenta, pero finalmente el tiempo respetó la fiesta de cumpleaños. Eso sí, cuando Miguel Ríos volvió a subirse al escenario más de uno echó en falta la chupa de cuero, ante el frío de la noche granadina.
Todo a pulmón fue la canción elegida por Ríos para esta última parte, el principio del fin de su fiesta de cumpleaños. Una canción que, según sus propias palabras, le retrata mejor de lo que jamás hubiese pensado.
Comenzaba así un repaso por su vida musical, cantando temas, en coro con el público (que en muchas ocasiones ayudaba cuando la voz del rockero no llegaba), y en la que no faltaron El blues del autobús, Santa Lucía, La estirpe de Caín, Año 2000 (“mi canción para la jornada de reflexión”, dijo Ríos en referencia a las elecciones europeas, aunque oficialmente ya era 9J) y, por supuesto, El himno de la alegría, una canción que él propuso frente “al regreso del fascismo”.
Ya rozando la una de la madrugada, Miguel Ríos decía adiós, más de tres horas después, a su fiesta de cumpleaños, poniendo punto final a un gran regalo a la ciudad de Granada, en consonancia con lo que viene haciendo con su Fundación en los últimos tiempos. Quien sabe si, dentro de otros ochenta años, los granadinos de aquella época mirarán este día y dirán “¡qué noche de la de aquel año!”.
Las nuevas generaciones
Quiso el destino, o los promotores, que el concierto de Miguel Ríos coincidiese con el de Saiko, que volvía a salir por la puerta grande de Los Cármenes.
El documental que acompañaba al concierto hacía un repaso cronológico por la música granadina, un camino que lógicamente terminó en las nuevas generaciones, que siguen tomando el pulso de la cultura hecha en la capital y la provincia, algo que alabó el rockero de Cartuja, que no quiso dar nombres “por miedo a olvidarme de alguien”, dice en un momento del documental, mientras aparecen imágenes de La Plazuela, Lola Índigo, Ayax y Prok o, por supuesto, Saiko.
“Son músicos jóvenes que ahora son los que llenan campos de fútbol o plazas de toros”, dice en un momento Ríos, quien sabe si en alusión velada al cantante de Armilla.
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