Tras la tempestad viene la calma, dicta un viejo proverbio. Pero para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no es el caso. Tras la debacle del pasado 2 de junio, en donde el viejo instituto perdió cerca de 2 millones de votos, mismos que captó Morena, la tempestad apenas empieza.
Las críticas y llamados a la dirigencia nacional, que encabeza Alejandro ‘Alito’ Moreno, para que renuncie, retumban por todos los pasillos priistas. La presión hizo mella de inmediato, tanto que el martes 4 de junio se lanzó la convocatoria para que el Consejo Político Nacional (CPN) llevara a cabo su 69 reunión extraordinaria el jueves 6 de junio, por la noche.
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El encuentro, que tuvo un carácter privado y se realizó de forma híbrida (presencial y virtual), fue prácticamente para anunciar la convocatoria para la celebración de la XXIV Asamblea Nacional, en la cual, sin duda alguna, el tema principal será el relevo en la dirigencia nacional del Revolucionario Institucional.
Aunque ante correligionarios ‘Alito’ advirtió que: “nadie renuncia por ahora”, la situación del partido es crítica, pues tan solo con base en la numeralia del Instituto Nacional Electoral, el tricolor perdió 1 millón 940 mil 760 votos respecto de la última elección que fue en 2021.
“Una vez concluidas las campañas electorales y la jornada electoral de los procesos electorales federales y locales 2023-2024, el partido político considera prioritario llevar a cabo una estrategia política que garantice un avance en las entidades federativas, del movimiento plural que busca encabezar. Lo anterior mediante la unidad y fraternidad de los dirigentes, militantes y simpatizantes, como la fórmula que permita disminuir la elevada polarización que vive actualmente el país”, se estableció en el documento aprobado por unanimidad.
Según el acuerdo, esa Asamblea será para deliberar de manera abierta sobre los principios del partido, valores, definición ideológica, perspectiva histórica, la situación nacional, la lucha hacia las metas de la democracia y la justicia social.
De igual manera, se estableció que la urgencia de convocar a la XXIV Asamblea Nacional obedece a la necesidad de no postergar más la ampliación de la discusión sobre las condiciones que enfrenta el partido; la posición que se debe asumir para impulsar el ideario político y emprender “con unidad” el futuro del país que se desea para las futuras generaciones.
“Frente a un gobierno incongruente con los principios democráticos”, exclamaron los priistas.
La Asamblea
Y como hay presión y prisa, el Revolucionario Institucional emitió ya su convocatoria para su tan esperada XXIV Asamblea Nacional Ordinaria el 7 de julio próximo. De acuerdo con el documento, previo al desarrollo del evento se llevarán a cabo mesas temáticas para analizar los documentos básicos del partido: Declaración de Principios, Programa de Acción, Estatutos y Código de Ética Partidaria. La convocatoria nada toca sobre un cambio en la dirigencia. Fuentes priistas comentaron a La Silla Rota que ese tema, en su caso, deberá reflejarse cuando ya esté el orden del día del encuentro.
“El problema del PRI es que desde el año 2000 en que perdió por primera vez la Presidencia, no se sentó a hacer una autocrítica con miras a un mejor rumbo como partido. Lo mismo ocurrió en el año 2006 que vuelve a perder. En 2012 recupera la Presidencia, pero tampoco hizo un análisis de autocrítica para saber si iba por el buen camino y en 2018 pues ya no hizo más”, señaló el analista político Samuel Aguilar.
En entrevista con La Silla Rota, Aguilar subrayó que el Revolucionario Institucional tiene el problema de haber perdido su rumbo ideológico y mucho tuvo que ver aquella creación del Pacto por México, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, que fue cuando todas las corrientes ideológicas tomaron un mismo camino.
Ahora, en la reciente elección, añadió, esa pérdida ideológica se intensificó más con la coalición que conformaron PRI-PAN y PRD.
Para este analista político, quien militara en algún momento en las filas del tricolor, la situación del otrora hegemónico partido es bastante crítica, porque en cada elección, al menos en lo que se refiere a las tres últimas, pierde votos en demasía.
Siete décadas de PRI
En el primer año de este siglo XXI, el PRI vio sucumbir sus 71 años de partido hegemónico y con ello comenzó su debacle. En 1997 (del todavía siglo XX) perdió el control total del Congreso de la Unión, tomando en cuenta que ya para ese año la oposición ya gobernaba algunas entidades del país.
Además, en ese mismo año, la capital del país cambió de régimen administrativo y se creó la figura de jefe de Gobierno, que -hasta la fecha- está en manos de la izquierda, primero con el PRD y desde hace seis años con Morena.
Si bien aún no hay definición total, de lo que sí se tiene certeza es que el PRI en el Congreso apenas figurará. De ser el mandamás, pasará a ser una quinta fuerza con muy poca representatividad.
Pero el PRI no solo ha tenido derrotas electorales, también hacia dentro ha vivido una serie de traiciones que han colaborado en su derrumbe.
En México es una frase que es común escuchar: “a todos les llegan al precio”. Y será cierto o no, pero hoy si algo tienen las embajadas de México en el exterior, es a un ex gobernador o ex gobernadora priista.
En julio de 2023, ya en la antesala de arranque del proceso electoral 2023-2024, un emblemático grupo de senadores del PRI abandonaron las filas de su partido por no comulgar con la dirigencia nacional que encabeza Alejandro Moreno. Entre esas figuras están Claudia Ruiz Massieu, Miguel Ángel Osorio Chong, Eruviel Ávila, terminando este último, en las filas de Morena.
Ya por terminar la campaña electoral, el PRI de Alejandro Moreno tuvo otro duro golpe, su ex candidata al gobierno del Estado de México, Alejandra Del Moral, renunció a su partido y se sumó al apoyo para la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, hoy virtual presidenta de México.
Y, por si fuera poco, este PRI expulsó de sus filas a Alfredo Del Mazo, emblemático ex gobernador en el Estado de México y representante del afamado Grupo Atlacomulco, del cual salieron priistas poderosos y relevantes.
Y la pregunta es: ¿Cuándo se va Alejandro Moreno? El actual dirigente nacional del PRI llegó al cargo que tiene en 2019 y su mandato debía concluir en el segundo semestre de 2023. Sin embargo, en mayo de ese 2023 logró prolongar su mandato hasta septiembre de 2024, bajo el argumento estatutario de que el partido entraría a un periodo electoral, lo cual hacía necesario que se quedara.
Hoy las apuestas son si el conocido Alito se va o se queda.
“Él controla el Consejo Político Nacional así que bien puede dejar a uno de los suyos”, comentó el analista Samuel Aguilar.
Lo cierto es que el 7 de julio próximo los priistas que quedan se reunirán en Asamblea Nacional Ordinaria para ¿cobrar factura a Alito o premiarlo?
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, Elecciones 2024, Alito Moreno