En el primer concierto de un músico argentino en el estadio del Real Madrid, Duki estuvo acompañado por Bizarrap, Emilia, Nicki Nicole, Jhayco, YSY A y Neo Pistea, entre otros
Al final de este concierto apoteósico, Duki cantaba: “Empezamos tocando para 30 personas y ahora te llenamos el estadio”. Y así es exactamente como ha sucedido: hace siete años el vocalista improvisaba rimas y hacía amigos en el Quinto Escalón, la competición callejera de rap de Buenos Aires, y este sábado ha llenado el Santiago Bernabéu junto a muchos de aquellos amigos. Podría haber usado la actuación para reivindicar su liderazgo en el trap argentino y ha ofrecido el mayor triunfo en España de todo un género y de toda una generación: fue una noche histórica para Duki, pero también para el trap y, por extensión, para la música urbana, que demostraba su hegemonía entre la audiencia juvenil.
El show fue enorme, literalmente: banda de acompañamiento (estética de rock duro, nostalgia del rap-metal), 41 canciones enlazadas sin apenas descansos, columnas de fuego y más de una decena de invitados sorpresa, la mayoría argentinos.
Dos tramos especialmente emocionantes. El que Duki compartió con YSY A y Neo Pistea, sus compañeros de Modo Diablo, con los que cantó hasta cuatro canciones: ‘No da más’ (solo con el primero), ‘Quavo’, ‘Trap.N.Export’ y ‘Vuelta a la luna’. Y por supuesto el gran final con Bizarrap poniendo épica la ‘Bzrp Music Session 50’ y a ‘Malbec’ entre el delirio del público
El momento más personal: el dúo con su pareja, la cantante de pop Emilia, recibida con un estruendo, con la que compartió ‘Como si no importara’. Y los ‘featurings’ más estelares fueron los de Nicki Nicole en ‘Ya me fui’ y el del puertorriqueño Jhayco en ‘Rockstar 2.0’, en medio de un largo bloque dedicado a su último álbum, ‘Antes de Ameri’. Durante esa serie de canciones más recientes también aparecieron los argentinos Lucho SSJ y CRO y el canario We$t Dubai.
Un reencuentro esperado fue el de Dano, el rapero, productor y diseñador de origen argentino afincado en España a quien Duki señala como una de sus principales influencias éticas y estéticas: con él compartió ‘Santo grial’. Además, Duki cantó junto a J Rei su megaéxito ‘Pininfarina’ y ‘Pintao’ con las banderas de Argentina y España al cuello y toda la pista haciendo un inmenso pogo.
Con las entradas agotadas desde el mes de enero y en el primer concierto de un músico argentino en el Bernabéu, el estadio del Real Madrid saltaba entero hasta el cuarto anfiteatro como si todo el suelo fuera un lecho gigante de brasas encendidas. Hasta 65.000 chicos arrebatados por la excitación y la adrenalina cantaban, perdón, aullaban brazos en alto la mayoría de los versos y hacían suyas las ‘barras’ del prodigio argentino, el artista más completo y exitoso del trap de su país. Son canciones que tratan sobre muchas cosas, sobre amistad y compañerismo, sobre independencia y sobre integridad, pero sobre todo cuentan una historia de superación: sufrir, esforzarse, trabajar duro y luchar para progresar, una epopeya de meritocracia y gloria final por medio del sacrificio.
La detonación de la ‘Bzrp Music Session 50’ fue uno de los momentos álgidos de la noche, una canción en la que también cantaba: “Pequeño guerrero que piensa ganarle a la vida a los puños”. No fue la única vez que el trapero rapeó sobre ser un guerrero, una identificación que anoche hicieron suya sus miles de encendidos fans.
El concierto comenzó con la misma intensidad furiosa y ese ‘flow’ desesperado, en un ambiente tremendo que se acercaba, y es difícil, al descontrol que se produce en sus conciertos en Buenos Aires. ‘Rockstar’, ‘Tumbando el club’, ‘Otro level’… Canciones que no sonaban, sino que estallaban, himnos emblemáticos de sus inicios, cuando devoraba los versos como un demente, como un animal: como un ‘punk’.
El trap, tan ruidoso, agitador y antisistema, ha sido considerado una actualización del espíritu del ‘punk’, pero Duki lo ejerce evitando el nihilismo. En sus canciones hay sufrimiento, angustia y sensación de vacío (“Tengo el corazón roto”), pero no hay mensajes autodestructivos. Lo que sí abundan son marcas de lujo y un montón de referencias al dinero conseguido, que es la forma que tiene para dar calibre a su estatus como triunfador.
La bravísima estrella de 27 años puede ser todo potencia en la interpretación, pero se mostró como un vocalista versátil, muy ágil y efectivo en los momentos de fluir más melódico. Su corta evolución ha pasado rápidamente de unos inicios gamberros hacia la profesionalización y una mayor conciencia de carrera, y eso se mostró en el repertorio de su actuación y en algunas de sus descargas más populares, con clásicos de discoteca juvenil como ‘Hello Cotto’, ‘Si te sentís sola’ y ‘Goteo’ combinadas con nuevos éxitos como ‘Si me sobrara el tiempo’.
El concierto terminó como empezaba, con himnos salvajes de sus inicios en 2017 y 2018: las emotivas ‘Mi chain de Roque’ y ‘No me llores’, las explosivas ‘Givenchy’ (el tema con el que regresó al trap tras dos discos de reguetón, de los que apenas hubo muestra) y ‘She Don’t Give a FO’, combinados con los dos megaéxitos que cantó con la producción en directo de Bizarrap.
Cualquier generación sueña con tener un lenguaje totalmente nuevo con el que expresar la intensidad emocional de la juventud, un lenguaje que puede ayudar a crear una identidad propia si además el resto de generaciones son incapaces de comprenderlo y lo rechazan con desprecio. Eso ha sido el trap para toda una generación y así fue celebrado ayer en la gran noche de Duki.
Estadio Santiago Bernabéu (Madrid), más de 65.000 asistentes.
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