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EL HOMICIDA DE LA ADOLESCENTE ÃMBAR CORNEJO
Las últimas confesiones de un asesino en serie: investigación periodÃstica revela crÃmenes desconocidos de Hugo Bustamante
06.06.2024
En el marco de la investigación para el libro âLa niña Ãmbarâ, de la periodista Ivonne Toro Agurto, que publicará próximamente la editorial Catalonia-UDP, el asesino de la adolescente Ãmbar Cornejo reveló su vinculación con otros dos homicidios ocurridos en 1996. El tema ya está en conocimiento del Ministerio Público.
—Nadie sabe lo que está en mi mente, que no es grato. Cuando a uno le aplican la palabra psicópata y uno empieza a recordar lo que ha estudiado uno dice “chita. A ver: Hugo Bustamante, juzguémoslo”. Se encuentra con la realidad de que sí, este huevón sí es psicópata. Llegar a ese punto cuesta más que la cresta. Mentirme, imposible; mentirle, sí. Maté personas. Me puedo pudrir aquí en la cárcel, voy a morir de viejo acá, y no voy a devolver ese dolor. Psicópata, poh, sí, cuando estoy frente al espejo y me estoy afeitando, estoy frente a un psicópata, y me pregunto ¿por qué la rabia fue más fuerte que el raciocinio?, ¿qué pasa con esta persona?, ¿qué hay en mi mente? Y no me gusta la respuesta.
Hugo Bustamante, recluido en el Centro Penitenciario de Rancagua por la violación, homicidio y descuartizamiento de la adolescente Ámbar Cornejo el 29 de julio de 2020, crimen en el que también participó la mamá de Ámbar, Denise Llanos, se retrató de esta forma en una de las seis ocasiones en que me reuní con él entre junio de 2023 y enero de 2024. Las conversaciones con Bustamante se dieron en el marco de la investigación que por cuatro años he realizado sobre la historia de vulneraciones de Ámbar y para la que he entrevistado a más de cien personas. El libro se titula “La niña Ámbar” y será publicado en los próximos meses por Catalonia-Periodismo UDP.
Antes del crimen de Ámbar, Bustamante había sido condenado a una pena de 27 años por el doble homicidio en enero de 2005 de Verónica Vásquez de 49 años y su hijo, Eugenio Honorato, de nueve, a quienes mató y ocultó en un tambor. Sin embargo, en 2016 obtuvo la libertad condicional y regresó a vivir al domicilio de su familia en Villa Alemana, en calle Covadonga 641.
En nuestras últimas conversaciones le pregunté –dada la frialdad con que se refería a todos los horrores cometidos– si había matado a más personas. Sin ser completamente claro me dijo que me tenía “un regalo” y me dio dos nombres: Elena Hinojosa y Eduardo Páez.
Tras meses de investigación, logré constatar que los nombres que me había mencionado eran los de dos personas que estaban desaparecidas desde 1996. También que Páez y Bustamante se conocieron en los ’90 en la cárcel y que, al salir de prisión, continuaron viéndose hasta que él y su madre desaparecieron. De eso quedó registro en un antiguo expediente que se abrió luego de que familiares de Hinojosa y Páez denunciaran una presunta desgracia. Allí también figura un testimonio de Bustamante quien, según una hija de Hinojosa, habría sido la última persona en verlos con vida tras llevarlos a su domicilio.
En su declaración, Bustamante no admitió responsabilidad en los hechos. Sí habló de una trama incomprobable: dijo que Páez habría estado secuestrado y que él contactó a Hinojosa para buscar una forma de liberarlo. Tiempo después, la causa fue archivada.
Hasta hoy los cuerpos permanecen desaparecidos. Sin embargo, durante esta semana Hugo Bustamante le contó a un oficial de Gendarmería en la cárcel de Rancagua, donde permanece recluido, de las revelaciones que hizo en nuestras conversaciones. A ese oficial, yo le había solicitado ayuda en 2023 para corroborar la veracidad sobre los crímenes. Ahora le reconoció que había tenido participación en dos homicidios. También le habría entregado la ubicación exacta de los cuerpos desaparecidos. La información ya está en conocimiento del Ministerio Público.
Su testimonio es coincidente con lo que admitió en las conversaciones que sostuvimos en el transcurso de la investigación para este libro.
Esta es parte de la última entrevista que sostuvimos el martes 30 de enero de 2024, cuando le mostré una copia del testimonio que entregó ante Investigaciones en 1996 por la desaparición de Páez e Hinojosa.
–Covadonga 641, ¿qué significa esto? –preguntó Bustamante.
—Es tu declaración del año ’96.
—¿De qué?
—Es tu declaración por él y por ella (puse sobre la mesa una foto de Páez y otra de Isabel). Ellos nunca salieron de Covadonga 641.
—¿No? ¿Nunca salieron de Covadonga? ¿Cuándo estuvieron en Covadonga?
—Tú dices que estuvieron en Covadonga 641.
—(Suspira) Isabel… Ya, ¿y?
—Ella se va contigo. Toma la micro en el paradero y desaparece. Eduardo supuestamente estaba secuestrado y tú fuiste a ayudarlos.
—Eduardo tenía un problema. Se metió donde no debía meterse y gastó plata que no debía gastar (…) Yo lo siento mucho. Incluso le expliqué en una carta: traté de hacer un bien, me hice un mal. Debí haberme callado. Esta cuestión debí dejarla ahí nomás, si durmiendo estaba re bien. Fui yo el bruto que la despertó. Traté de hacer algo bueno. Me equivoqué. No fue mala la intención, ¿me entiende? Yo quería agradecer. Dije: “Esta persona se está portando bien conmigo sabiendo que soy un canalla, un asesino. Me está viendo como un ser humano, como persona”. A lo mejor es una forma loca, pero mi manera de agradecer fue esa. Dar algo de mí que yo no había ofrecido. Equivocada, pero fue mi manera. Tú fuiste buena conmigo y quise darte algo de mí que no esperabas. No hubo mala intención, ¿entiendes? No tuve mala intención.
—¿Dónde están?
—En Chile.
—¿En Covadonga 641?
—Ja, ja. Me quiere joder por lo hablado.
Los cuerpos, ha admitido ahora Bustamante, estarían en ese lugar.
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