MADRID.- A Duki no se le ocurrió, cuando estaba en el Parque Rivadavia, en las batallas de freestyle El quinto escalón, fijarse en Google Maps cuál era el camino más corto para llegar al estadio Santiago Bernabéu de Madrid. Simplemente dio un paso, luego otro y el tiempo se encargó de trasladarlo a la estratósfera.

Después de un calor infernal de 35° en la jornada previa, este sábado la capital española amaneció fresca, nublada, con lloviznas aisladas pero molestas y con la certeza de que un argentino iba a hacer historia en la Casa Blanca, el templo del Real Madrid, cien por ciento renovado y de fiesta en estos días, tras la 15a. consagración del equipo en la Champions League. Por eso había que festejarlo no solo en la cancha sino también en las redes, al fin de cuentas uno de los termómetros precisos para medir la popularidad de Duki a la cabeza, pero también del movimiento de la música urbana argentina (y allí adentro van el trap, el freestyle, el reggaetón “criollo”, el pop actual…) que también integran Emilia, Nicki Nicole, YSY A, Milo J, Dillom, Cazzu y muchísimos más.

El rapero y compositor argentino Duki, durante el concierto ofrecido este sábado en el estadio Santiago Bernabéu, en MadridKiko Huesca – EFE

Ya en la Gran Vía se ven más camisetas de la Selección Argentina de lo habitual. Pero muchas de ellas están vestidas por españoles, mexicanos, colombianos, incluso por franceses atraídos por este fenómeno que debutó aquí en Madrid en 2018 en una sala para 1500 personas y que un año atrás se presentó en el Wizink Center de esta ciudad y en el Palau Sant Jordi de Barcelona para un total de 60.000 personas.

“Rockstar” abrió el juego, en medio de las llamaradas que se disparaban desde el borde del escenario. “Tumbando el club” puso segunda, en medio de una euforia generalizada entre el campo y cada una de las cinco bandejas. Luego fue el turno del primer invitado, J Rei. Duki tiene en el pecho una bandera argentina y otra española. El fuego y el humo no cesan y el estadio aporta su magia para que la puesta en escena sea memorable. Un anillo en lo alto, que recubre toido el estadio casi a la altura del techo, se convierte en una pantalla singular que repite cada una de las imágenes del concierto.

Duki y un idilio con sus fans en el Santiago Bernabéu de MadridKiko Huesca – EFE

Como es habitual en sus conciertos, ni bien Duki divisa que algo no anda bien pide parar el show. Y eso sucedió cuando terminaba su tema con J Rei. “Por favor ayuden allí que hay alguien que se siente mal”. Dicho esto, el público responde con una ovación: “Duukiii”. “Pensé que iba a hablar en un par de temas, lo primero que les voy a decir es que paramos un segundo, diez segundos, lo que sea necesario. ¿Estamos todos ok? ¿Cómo anda mi gente allá arriba?”, señala como todo un maestro de ceremonias. “Duko, Duko”, es lo que le devuelve la gente desde cada una de las cinco bandejas. Y desde el campo, por supuesto. “No sé qué hice para merecerme esto, pero muchas gracias de corazón. Se los voy a agradecer de toda la vida. Vamos a seguir con el show que es largo, que si ya arranco llorando así no lo termino más”, cierra “El Duko”.

El show continúa con Duki en soledad, acompañado por su banda en cada instante. Camina el escenario enorme y pesado del Santiago Bernabéu con la solvencia de un veterano. La primera cantante invitada es su novia Emilia, que luego de hacer lo suyo es sorprendida por su enamorado con un beso de película… cuello incluido”.

Sabíamos que Duki no llegaba solo al Bernabéu, que lo hacía con parte de su generación, tal como en cada una de sus paradas de estadio: en los cuatro Vélez, en los dos River y ahora en la casa del Real Madrid. Nicki Nicole es quien ahora se suma para acompañar a Duki cantando aquello de “I love you baby, tu tas crazy”.

“Ese que dice que me odia hace unos meses era fan”, canta en modo trap salvaje, ahora en compañía de Luchito SSJ, con quien hace “Jefes del Sudoeste”. Tras él llega el momento de hacer “Contra mí”, con West Dubai y “Rockstar 2.0″ con Jhayco. La promesa de una noche larga va camino a cumplirse, eso sí, a un ritmo incesante, sin pausas, sin tiempo de asimilar tantos estímulos de un lado y otro del escenario.

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By Diario

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