La gran ironía es que el próximo Congreso podría estar habitado –a pesar de los candados que se pretende poner para nuevos competidores- por un nuevo elenco de partidos.
1. Con el apagón, ¡qué cosas suceden!
La semana arrancó con una emergencia aérea que se politizó rápidamente: las luces de la pista de aterrizaje del Jorge Chávez se apagaron por unas horas y decenas de vuelos fueron desviados o detenidos. El Congreso convocó ese mismo día al ministro de Transporte, Raúl Pérez Reyes, y al presidente de Corpac (Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial, la empresa estatal a cargo de esa parte de la infraestructura aeroportuaria), José Luis Barrios. Ninguno pudo precisar si el ‘blackout’ fue un caso fortuito o fruto de un descuido de mantenimiento. Barrios, con apenas un mes en el cargo, dijo, con impactante franqueza, que no podía asegurar que algo así no volviera a suceder. Peor aún, el accidente nos hizo recordar que en abril del 2023, con presencia de Dina, se ‘inauguró’ la segunda pista del Jorge Chávez con su nueva torre de control.
Si la nueva pista estuviese en funcionamiento, tras más de un año de inaugurada, la emergencia se hubiera minimizado. No lo está porque Corpac objetó que el fanal (las lunas) de la nueva torre dificultaban la visibilidad nocturna. LAP (Lima Airport Partners, la empresa concesionaria que maneja el Jorge Chávez y se encargó de la ampliación) defendió su obra hasta que un supervisor internacional confirmó que el fanal era inadecuado. Según me contó Verónica Zambrano, presidenta de Ositran (el ente supervisa a LAP más no a Corpac), ya se eligió al proveedor de las nuevas lunas que deben validarse e instalarse pronto.
Vaya este recuento para reparar, una vez más, en cómo la debilidad institucional, la inestabilidad de sus cabezas, la precariedad e improvisación del gobierno, las trabas burocráticas; conspiran contra la utilidad de las grandes inversiones. Por suerte, el Puerto de Chancay, mitificado antes de su inauguración, salvó el impasse legal que impedía que tuviera la exclusividad de sus servicios portuarios. La solución llegó con una ley aprobada por el Congreso.
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2. Habla, Dina, habla
Han pasado más de dos meses desde que la presidenta no permite que la prensa le haga preguntas y repreguntas. Van dos meses sin una sola entrevista, ni conferencia de prensa, ni diálogo sostenido con el enjambre de cámaras y micrófonos que la siguen.
En los últimos días, por evitar el careo, se han producido situaciones deplorables, como dejar encerrados a los periodistas en un local del Ministerio de Defensa, mientras ella huía de un evento; o impedirles bajar de un estrado, para evitar que se le acerquen.
A falta de Dina, tenemos, un vocero, su jefe de gabinete técnico Fredy Hinojosa, y medio gabinete que suele, cuando es entrevistado, distraerse de su sector para enfrentar interrogantes que la presidenta no responde.
La demanda competencial ante el TC, cuestionando las investigaciones a la presidenta, ha involucrado formalmente a todo el gabinete –el Consejo de Ministros aprobó la resolución que ordena al procurador de la PCM hacer la gestión- en un asunto asociado a la defensa jurídica de Boluarte. Aún no tenemos noticias sobre los detalles de la presentación de esta demanda ni si incluye un pedido de medida cautelar.
3. Congreso en expansión
La votación, el miércoles, del permiso para el viaje a China de la presidenta, fue un mero trámite congresal favorable a la demandante. La mayoría estaba concentrada en aprobar, en la Comisión de Constitución, el dictamen de reforma constitucional (necesitará dos votaciones en dos legislaturas), que funda la Escuela de la Magistratura y desaparece la JNJ. En esta reforma, de tal escuela no solo egresarían los jueces y fiscales sino que allí se organizarían los concursos para ascensos (no queda claro si allí también se verá el ascenso de los supremos).
“La intromisión parlamentaria en la suerte del Poder Judicial y electoral, es el aspecto más peligroso del diseño de un Congreso a la medida de los sueños de la actual mayoría”.
El Senado puede remover al consejo directivo de la escuela, por falta grave, y también a la cabeza del Jurado Nacional de Elecciones. Esta intromisión parlamentaria en la suerte del Poder judicial y electoral, es el aspecto más peligroso del diseño de un Congreso a la medida de los sueños de la actual mayoría.
Si ya se aprecia hoy un desequilibrio de poderes, pues no hay ni observación ni freno del Ejecutivo hacia iniciativas congresales que establecen contrarreformas, exoneraciones tributarias, prórrogas de regímenes de excepción, permisos a informales y un ominoso etcétera; el próximo Congreso bicameral amenaza ser aún más poderoso aunque ese poder no será suficiente para revertir las contra reformas que ha hecho y probablemente siga haciendo este.
La gran ironía es que el próximo Congreso podría estar habitado –a pesar de los candados que se pretende poner para nuevos competidores- por un nuevo elenco de partidos.
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